¿Y quién fue
Bartolomé Herrera?
Continuamos
con nuestra serie biográfica ¿Y quién fue…?, en esta oportunidad para
ocuparnos de un personaje del clero peruano, de posturas ideológicas y
políticas que ejercieron fuerte influencia en la sociedad del siglo 19. La Gran
Unidad Escolar Bartolomé Herrera se fundó en 1947 y hasta hoy es uno de los
colegios nacionales más populares de Lima Metropolitana. Ubicado en la avenida
La Marina, una de las principales arterias que úne Lima con la Provincia
Constitucional del Callao, se destacó en décadas pasadas por su banda de música
y su campo deportivo, que hoy luce remodelado tras años de abandono. Su
infraestructura, en cambio (aulas, patios, instalaciones diversas), adolece de
exactamente las mismas carencias de las demás instituciones emblemáticas. Sus
paredes, amplias y hasta hace poco, recién pintadas, son constantes víctimas
del vandalismo urbano, que no conoce límites y que algunos llaman “graffiti”.
Recordemos pues, quién fue Bartolomé Herrera:
Bartolomé Herrera Vélez (Lima, 24 de agosto de 1808), fue un filósofo y político conservador, defensor del orden social semifeudal de entonces, que se convirtió en figura eminente del clero del Perú durante el siglo XIX, en virtud a su fuerte carácter y participación política. Su nombre ha pasado a la historia como colaborador en los gobierno de José Rufino Echenique y Ramón Castilla, además de ser uno de los intelectuales religiosos más influyentes de su tiempo.
Huérfano
desde 1813, inició su formación académica bajo la dirección de Luis Vélez, su
tío materno. En febrero de 1823 ingresó al Real Convictorio de San Carlos, del
que llegó a ser rector. Al ser evidentes sus aptitudes religiosas, fue el
propio rector del Convictorio, Manuel José Pedemonte, quien impulsó su
dedicación a la carrera religiosa, ordenándose Sacerdote en 1831.
En 1839,
Bartolomé Herrera fue nombrado director de la Biblioteca Nacional, y un año
después obtuvo el curato de Lurín. En 1842 asistió, como rector, al inventario
de libros de la Biblioteca del Convictorio de San Carlos, efectuado durante la
visita del doctor Manuel Ascencio Cuadros.
Durante esos
años también integró la comisión revisora de los libros que ingresaban a la
Biblioteca Nacional, dirigida en ese entonces por Francisco de Paula González
Vigil, y fue docente en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En ese
periodo introdujo los manuales del krausismo alemán (tendencia filosófica según
la cual, Dios, sin ser del mundo ni estar fuera de él, lo contiene en sí y de
él trasciende), traducidos del francés por él mismo.
Asimismo,
postulaba que un grupo reducido (élite) debía estar al frente de la nación; aún
más, que debía predominar la “soberanía de la inteligencia”, inspirada en la
filosofía francesa de la restauración monárquica, contra el postulado jacobino
(revolucionario) de la “soberanía popular”, como preconizaban los liberales,
entre ellos José Gálvez Egúsquiza, y el sacerdote progresista Francisco Xavier
de Luna Pizarro.
Su carrera
política, por otra parte, se inició con una diputación por Lima, en 1849,
alcanzando luego la Presidencia de la Cámara de Diputados. También fue ministro
de varias carteras durante los Gobiernos de José Rufino Echenique y de Ramón
Castilla, y llegó a ser presidente del Congreso.
En 1852
viajó a Europa y se entrevistó con los principales reaccionarios de la época;
conoció a Juan Donoso, en París, y trabajó como capellán para el Papa Pío IX.
Más adelante se encargó de los Ministerios de Justicia, de Instrucción Pública,
de Gobierno y de Relaciones Exteriores. Suscribió la Convención Fluvial, por la
que el Emperador reinante del Brasil reconoció a las naves peruanas el derecho
de libre navegación por el Amazonas.
Designado
obispo de Arequipa, tomó posesión de su sede el 6 de enero de 1861, cargo que
ejerció hasta su fallecimiento, en 1864.
Con afecto,
Ruben