sábado, 12 de abril de 2025

Jean Henry Dunant



 

Jean Henry Dunant

Salvadores en la historia









AURORA HUMANITARIAN INITIATIVE

“No hay hombre que merezca más este honor, ya que fue usted quien, hace 40 años, le dio inicio a la organización internacional para la ayuda de los heridos en el campo de batalla. Sin usted, la Cruz Roja, el mayor logro de carácter humanitario del siglo XIX, probablemente nunca se habría llevado a cabo”.

Éstas fueron las palabras con las que se felicitó oficialmente a Jean Henry Dunant en 1901, cuando el Comité Internacional le otorgó el primer Premio Nobel de la Paz por su participación esencial en la creación de la Cruz Roja y en los comienzos de lo que luego se conocería como los Convenios de Ginebra.

 

 


                                                       Jean Henri Dunant en 1901

 

La vida de Jean Henry Dunant fue una vida de altibajos. Nacido el 8 de mayo de 1828, en el seno de una familia suiza calvinista y adinerada, murió solo en un hospicio el 30 de octubre de 1910. Gozó de gran fama y éxito en los negocios, pero en la vejez, fue exiliado de la sociedad de Ginebra, de la que alguna vez había sido un miembro predilecto y murió en el olvido.

 

Los padres de  Dunant, exitosos y generosos, dedicaban mucho tiempo y esfuerzo a los huérfanos, a las personas en libertad condicional, a los enfermos y a los pobres. Ellos inculcaron en el joven Dunant el valor de ayudar a los demás. De joven, el mismo Dunant se comprometió con actividades humanitarias, especialmente de carácter religioso, porque sentía que a través de la religión se podían abordar muchas cuestiones morales de la sociedad. Como miembro activo de la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA), a los 24 años cofundó una sede del YMCA en Ginebra.



 

¿Qué fue lo que inspiró a Dunant a fundar una organización humanitaria mundial? Fue en el curso de sus actividades empresariales que ideó el ambicioso esquema.

 

Conjuntamente con su vibrante vida social y labor filantrópica, Dunant también se esforzó por alcanzar su máximo potencial en el mundo de los negocios. Se convirtió en el presidente de la Financial and Industrial Company of Mons-Gémila Mills en Algeria, donde se dedicaría a la explotación de grandes extensiones de tierra. Con el fin de obtener derechos de agua, decidió conocer personalmente al Emperador Napoleón III, quien entonces comandaba los ejércitos francés e italiano que estaban expulsando a los austriacos de Italia. El viaje a Solferino, Italia, cambiaría completamente su vida.

 

Al llegar a Solferino, el 24 de junio de 1859, Dunant fue testigo de una de las batallas más sangrientas del siglo. Cuando ésta llegó a su fin, devastado por el sufrimiento de miles de soldados heridos abandonados en el campo de batalla, Dunant organizó a los lugareños, especialmente a las mujeres y a las niñas, para ayudar a los soldados malheridos de ambos bandos.

Actuaban bajo el lema “tutti fratelli” (“todos son hermanos”), acuñado por las mujeres del lugar. Dunant creía que las mujeres jugarían un papel decisivo en el futuro de la humanidad, un potencial que debía ser aprovechado por el bien de la raza humana. “La influencia de las mujeres es un factor esencial en el bienestar de la humanidad y se volverá cada vez más valioso a medida que pase el tiempo”, escribió más adelante.



 

 

 

 

De regreso en Ginebra, en 1862, Dunant registró sus remembranzas de la batalla de Solferino y sus preocupaciones en un pequeño libro titulado “Un souvenir de Solférino” (“Recuerdo de Solferino”). Describió la batalla como “pura carnicería; una lucha entre bestias salvajes, enfurecidas con sed de sangre y violencia”. También desarrolló la idea de que debía existir una organización neutral que les brindara asistencia a las personas afectadas por la guerra: “Pero ¿por qué he revelado todas estas escenas de dolor y angustia, con las que tal vez desperté sensaciones de dolor en mis lectores? … Es una pregunta lógica. Tal vez podría responderla con otra pregunta: ¿No sería posible, en tiempos de paz y tranquilidad, crear sociedades de socorro con el fin de prestarles asistencia a los heridos en tiempos de guerra por medio de voluntarios entusiastas, dedicados y perfectamente calificados?” escribió en su libro.

 

Su plan estaba destinado a convertirse en la piedra angular de la organización que pronto sería conocida en todo el mundo con el nombre de Cruz Roja.

“Este tipo de sociedades, una vez formadas y asegurada su perpetuidad, desde luego permanecerían inactivas en tiempos de paz... Tendrían que, no sólo, asegurar la buena voluntad de las autoridades de los países en los que se habían creado, sino también, en caso de guerra, tendrían que solicitarles a los gobernantes de los estados beligerantes autorización y facultades que les permitan realizar su labor de manera eficaz”, escribió Dunant.

 

En febrero de 1863, la Sociedad de Ginebra para el Bienestar Público designó a un comité de cinco miembros, entre los que se encontraba Dunant, para continuar con la implementación de sus ideas. El resultado de las primeras reuniones fue la creación de un Comité internacional de socorro a los militares heridos en campaña. Esta organización más tarde se convirtió en el Comité Internacional de la Cruz Roja.

 


 

              Sociedad de Ginebra para el Bienestar Público (comitté de los cinco) en 1863

 

Al mismo tiempo, en su libro Dunant también propuso ideas sobre la necesidad de “un tratado gubernamental que reconozca la neutralidad del organismo y que le permitiera a este último prestar ayuda en zona de guerra”. Esta idea finalmente llevó al Primer Convenio de Ginebra, firmado en 1864.

 

La devoción de Dunant por sus actividades humanitarias y el descuido de sus negocios hicieron que su empresa terminara en la ruina, generando escándalos y finalmente su quiebra en 1868.

Ese mismo año tuvo que dimitir como Secretario del Comité Internacional y trasladarse a París. En sus memorias, “Les Débuts de la Croix-Rouge en France” (“Los comienzos de la Cruz Roja en Francia”), describió que se vio rebajado a cenar una corteza de pan, a usar tinta para ennegrecer su abrigo y tiza para blanquear el cuello de su camisa, y a dormir en condiciones paupérrimas.

 

Sin embargo, continuó abogando por sus ideas durante y después de la Guerra Franco-Prusiana de 1870. Incluso puso en marcha un congreso internacional para la “abolición completa y definitiva de la trata de negros y el comercio de esclavos” en Londres en 1875. Hasta 1886, Dunant vivió en la pobreza y viajó por toda Europa a pie.

 

Finalmente, terminó viviendo en la aldea suiza de Heiden, donde se le dio cobijo en la habitación 12 del hospicio local durante los últimos 18 años de su vida.


Ciudad de Heiden hacia 1900

Sin embargo, no era un mendigo desconocido. En 1895, el periodista Georg Baumberger escribió un artículo sobre su encuentro con el fundador de la Cruz Roja en Heiden. El artículo de Baumberger fue un gran acierto y Dunant fue honrado y felicitado por su labor. Posteriormente, en 1901, obtuvo el primer Premio Nobel de la Paz (con Frederic Passy), convirtiéndose en el primer Ganador del Premio Nobel de Suiza.

 

A pesar de sus premios y el reconocimiento internacional, Dunant permaneció en la habitación 12. No gastó ni un centavo del dinero que recibió por el premio. Por el contrario, le dejó el dinero a diversas organizaciones caritativas de Noruega y Suiza y donó una cama en el hospicio para que pudiera ser usada por los más pobres de Heiden en momentos de necesidad. El 30 de octubre de 1910 fue llevado a una tumba sencilla, sin dolientes ni honras fúnebres, siguiendo sus deseos.

 


 

 

 

                           La tumba de Jean Henri Dunant en el Cementerio Sihlfeld en Zurich

 

Henry Dunant transformó su idea personal en una organización internacional, la Cruz Roja, que, en tres oportunidades, se convertiría en Ganadora del Premio Nobel. En sus 153 años de actividad, el Comité Internacional de la Cruz Roja sigue siendo la red humanitaria más importante del mundo, que tiene como fin ayudar a las personas afectadas por guerras y calamidades en alrededor de 150 países, cristalizando así el anhelado sueño de su fundador, Jean Henry Dunant, el hombre detrás de la Cruz Roja.



Con afecto,

Ruben

 

jueves, 10 de abril de 2025

Pintores: Los 8 Artistas Más Famosos del Perú

 

Pintores: Los 8 Artistas Más Famosos del Perú



 

Tushar Nagpal, 16 de agosto de 2023, Arte

 

Perú es probablemente más conocido por la ciudad de Lima y la montañosa región andina.

 Este impresionante sistema montañoso divide el país de norte a sur. Esta nación sudamericana también es cuna del indigenismo. En este artículo, analizaremos a los 8 Artistas Más Famosos del Perú.

 

Daniel Morillo


 

Mujer Ociosa de Daniel Morillo

 

Nacido el 1 de agosto de 1856, Daniel Morillo fue un pintor peruano conocido por su estilo académico, que desarrolló la mayor parte de su carrera en París. Creció en Lima y comenzó su formación artística a los catorce años con Leonardo Barbieri. Alcanzó el reconocimiento con su representación de la "Muerte de Sócrates" en 1872, lo que le valió una beca para estudiar en Europa.

 

Establecido en Roma, Morillo perfeccionó sus habilidades con artistas como Marià Fortuny. Al regresar a París en 1883, participó activamente en diversas sociedades artísticas y expuso en el Salón. En 1912, expuso sus obras en Montevideo, Buenos Aires y Roma. Influenciado por la posición de su hermano, contribuyó a la fundación de la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes en 1919, convirtiéndose en su primer director hasta su fallecimiento en 1932.

José Sabogal



 

Plaza Serrana por José Sabogal

 

José Sabogal, pintor y muralista peruano, se convirtió en una figura clave del temprano movimiento indigenista de su país. Como líder de este movimiento, se ganó el reconocimiento como su principal impulsor. Aunque tenía ascendencia española, Sabogal defendió con pasión la cultura y la estética precolombinas. Sus extensos viajes por Europa y el norte de África entre 1908 y 1913, incluyendo una estancia significativa en Italia, dieron paso a su ingreso en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, Argentina, donde estudió durante cinco años.

 

Una transformadora estancia de seis meses en Cuzco despertó su indigenismo, lo que lo llevó a centrarse en retratar la ciudad y sus habitantes. En 1919, sus obras de temática cusqueña fueron aclamadas durante una exposición en Lima, sentando las bases para su influyente carrera. Un momento crucial ocurrió en 1922 cuando Sabogal conoció a destacados artistas mexicanos como Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, lo que lo motivó a promover el arte peruano ante el público internacional.

 

Teófilo Castillo



Autorretrato

 

Teófilo Castillo fue un pintor, crítico de arte y fotógrafo impresionista peruano. Nacido el 2 de octubre de 1857, estudió inicialmente en el Seminario de Lima antes de continuar su formación en España y Francia. A su regreso al Perú, exhibió sus obras influenciadas por las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. En 1888, se trasladó a Buenos Aires, donde trabajó como fotógrafo además de pintar tras su matrimonio. Castillo también ejerció como crítico de arte y retratista, colaborando en revistas como Prisma, La Ilustración Peruana y Variedades.

 

Apasionado por fundar la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes, Castillo apoyó a Daniel Hernández Morillo como su primer director, aunque él mismo fue excluido de su plantilla. En 1920, desilusionado, abandonó definitivamente el Perú para trasladarse a Tucumán. Allí, editó la revista Sol y Nieve y creó obras de arte notables, incluyendo un importante lienzo que retrata al general argentino Manuel Belgrano.

 


 

Francisco Laso



Las Tres Razas de Francisco Laso

 

Teófilo Castillo fue un pintor, crítico de arte y fotógrafo impresionista peruano. Nacido el 2 de octubre de 1857, estudió inicialmente en el Seminario de Lima antes de continuar su formación en España y Francia. A su regreso al Perú, exhibió sus obras influenciadas por las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. En 1888, se trasladó a Buenos Aires, donde trabajó como fotógrafo además de pintar tras su matrimonio. Castillo también ejerció como crítico de arte y retratista, colaborando en revistas como Prisma, La Ilustración Peruana y Variedades.

 

Apasionado por fundar la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes, Castillo apoyó a Daniel Hernández Morillo como su primer director, aunque él mismo fue excluido de su plantilla. En 1920, desilusionado, abandonó definitivamente el Perú para trasladarse a Tucumán. Allí, editó la revista Sol y Nieve y creó obras de arte notables, incluyendo un importante lienzo que retrata al general argentino Manuel Belgrano.


 


 

Francisco Laso fue un pintor y político peruano, inicialmente famoso por sus retratos, pero que alcanzó renombre póstumamente por su temprana obra indigenista. Nacido en una familia colonial aristocrática, su padre, Benito Laso, desempeñó un papel clave en la fundación y el gobierno del Perú.

 

Tras asistir a la escuela pública y cursar una breve carrera de derecho en Lima, ingresó en la Academia de Dibujo y Pintura y posteriormente viajó a Europa por consejo de sus maestros. En 1843, se unió al taller del pintor suizo Charles Gleyre en París. Sus visitas a Italia en 1847 le permitieron conocer las obras de Tiziano y Paolo Veronese. Al regresar a Lima en 1849, abrió su propio taller.

 

Una beca del gobierno le facilitó un segundo viaje a Europa en 1851, lo que avivó su interés por los temas indígenas. Se estableció en Arequipa en 1855, atendiendo solicitudes de obras religiosas. Mientras ayudaba a la Cruz Roja durante un brote de fiebre amarilla, contrajo la enfermedad y falleció el 14 de mayo de 1869.

Pablo Amaringo



 

Pablo Amaringo, pintor y sanador peruano, es reconocido por sus vibrantes obras de arte inspiradas en la ayahuasca. A los 17 años, luchó contra una grave enfermedad cardíaca, que lo confinó en cama durante más de dos años. Un sanador local le administró ayahuasca, lo que le permitió una recuperación transformadora. Esta experiencia marcó su renacimiento y desencadenó su camino artístico. El confinamiento de Pablo lo impulsó a descubrir su talento para el dibujo.

 

A pesar de sus limitados recursos, Pablo Amaringo utilizó lápices, hollín e incluso los cosméticos de sus hermanas sobre cartón desechado para sus creaciones. Sus pinturas representan vívidamente visiones de ayahuasca con deslumbrantes colores y simbolismo.

 

Trabajando simultáneamente como chamán y artista, Pablo continuó su práctica del Vegetalismo, pintando, supervisando retiros de ayahuasca y contribuyendo a la escuela de pintura Usko-Ayar. Su viaje creativo persistió hasta su fallecimiento el 16 de noviembre de 2009, durante el cual se sumergió en pinturas de ángeles y representaciones de la flora y fauna del Perú.

Diego Quispe Tito

 


Escena Histórica de Diego Quispe Tito

 

Diego Quispe Tito fue un pintor quechua del Perú, reconocido como el líder de la escuela cuzqueña de pintura. Nacido en Cuzco en 1611 en el seno de una noble familia inca, vivió en el distrito de San Sebastián, y su casa aún conserva su escudo de armas. Su obra más antigua conocida es una Inmaculada Concepción de 1627, que muestra el característico estilo dorado de la escuela cuzqueña.

 

Influenciado por el manierismo español, la pintura flamenca y, posiblemente, por el jesuita italiano Bernardo Bitti, entre las obras maestras de Quispe Tito se encuentran los Signos del Zodiaco de 1681 en la Catedral de Cuzco, una serie que evoca grabados flamencos pero está vinculada a las parábolas de Cristo. Sus paisajes, repletos de aves y ángeles, revelaron su toque único.

Marcos Zapata

 


Virgen sentada con la Graduación de los Hermanos García

 

Marcos Zapata, también conocido como Marcos Sapaca Inca, fue un pintor peruano nacido en Cuzco. Miembro de la Escuela Cuzqueña, que enseñaba pintura religiosa a artistas indígenas, Zapata integró elementos locales en sus obras. Cabe destacar su representación de la Última Cena de 1753, que incluye cuyes y chicha, lo que refleja su contexto cultural.

 

Zapata produjo alrededor de 200 pinturas entre 1748 y 1764. Más de dos docenas representaron la vida de San Francisco de Asís para la Orden de los Frailes Menores Capuchinos en Chile. El estilo de Zapata maduró entre 1748 y 1773, centrándose en impactantes retratos de la Virgen María. Sus composiciones transmitían complejas ideas teológicas con sencillez. La influencia de su obra se extendió por Perú, Chile y el norte de Argentina, y fue continuada por sus seguidores, entre ellos Antonio Vilca e Ignacio Chacón.

Jorge Vinatea Reinoso

 


El Poeta Campesino de Jorge Vinatea Reinoso

 

Jorge Vinatea Reinoso, también conocido como Reynoso, fue un pintor y caricaturista peruano. Fue reconocido por su estilo artístico indigenista, aunque se mantuvo al margen del movimiento liderado por José Sabogal.

 

Nacido el 22 de abril de 1900 en el seno de una familia modesta, siendo el octavo hijo, su talento artístico se manifestó tempranamente a través de los paisajes en acuarela de su entorno. Su primera exposición tuvo lugar a los diecisiete años en el estudio fotográfico de Max T. Vargas. Al año siguiente, se mudó a Lima y colaboró ​​con caricaturas para la revista Sudamérica, junto a figuras prominentes como José Carlos Mariátegui y César Vallejo.

 

Ingresó en la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes, donde estudió con Daniel Hernández Morillo y Manuel Piqueras Cotolí. Su innovadora tira cómica, publicada en 1922, introdujo los globos de diálogo en Perú. El legado de Vinatea Reinoso incluye impactantes pinturas indigenistas, aunque su vida se vio truncada por la tuberculosis a los treinta y un años.

 

Con afecto,

 

Rubén