Luego de unos días,
Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón; porque yo he endurecido
su corazón, y el corazón de sus siervos, para mostrar entre ellos estas mis
señales,
2 y para que cuentes a tus hijos y a tus nietos las
cosas que yo hice en Egipto, y mis señales que hice entre ellos; para que
sepáis que yo soy Jehová. 3 Entonces vinieron Moisés y Aarón a Faraón, y le dijeron: Jehová el Dios de los hebreos ha dicho así: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. 4 Y si aún rehúsas dejarlo ir, he aquí que mañana yo traeré sobre tu territorio la langosta,
5 la cual cubrirá la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la tierra; y ella comerá lo que escapó, lo que os quedó del granizo; comerá asimismo todo árbol que os fructifica en el campo.
6 Y llenará tus casas, y las casas de todos tus siervos, y las casas de todos los egipcios, cual nunca vieron tus padres ni tus abuelos, desde que ellos fueron sobre la tierra hasta hoy. Y se volvió y salió de delante de Faraón. 7 Entonces los siervos de Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo será este hombre un lazo para nosotros? Deja ir a estos hombres, para que sirvan a Jehová su Dios. ¿Acaso no sabes todavía que Egipto está ya destruido?
8 Y Moisés y Aarón volvieron a ser llamados ante Faraón, el cual les dijo: Andad, servid a Jehová vuestro Dios. ¿Quiénes son los que han de ir? 9 Moisés respondió: Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir; porque es nuestra fiesta solemne para Jehová.
10 Y él les dijo! Así sea Jehová con vosotros ¿Cómo os voy a dejar ir a vosotros y a vuestros niños? !!Mirad cómo el mal está delante de vuestro rostro! 11 No será así; id ahora vosotros los varones, y servid a Jehová, pues esto es lo que vosotros pedisteis. Y los echaron de la presencia de Faraón. 12 Entonces Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para traer la langosta, a fin de que suba sobre el país de Egipto, y consuma todo lo que el granizo dejó. 13 Y extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y Jehová trajo un viento oriental sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y al venir la mañana el viento oriental trajo la langosta. 14 Y subió la langosta sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en todo el país de Egipto en tan gran cantidad como no la hubo antes ni la habrá después; 15 y cubrió la faz de todo el país, y oscureció la tierra; y consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; no quedó cosa verde en árboles ni en hierba del campo, en toda la tierra de Egipto. 16 Entonces Faraón se apresuró a llamar a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra Jehová vuestro Dios, y contra vosotros. 17 Mas os ruego ahora que perdonéis mi pecado solamente esta vez, y que oréis a Jehová vuestro Dios que quite de mí al menos esta plaga mortal. 18 Y salió Moisés de delante de Faraón, y oró a Jehová.
19 Entonces Jehová trajo un fortísimo viento occidental, y quitó la langosta y la arrojó en el Mar Rojo; ni una langosta quedó en todo el país de Egipto.
20 Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y éste no dejó ir a los hijos de Israel.
En
este punto, los sirvientes de Faraón
están tratando de impresionarlo diciéndole: Egipto está destruido .Así
él recurrió a regatear una vez más con Moisés. Pero como no accedió a las
demandas de Dios, un viento poderoso trajo una plaga de langostas sobre la
tierra. Los resultados son horribles de contemplar. Lo que había sido dejado de
la vegetación después del granizo, es ahora devorada por las langostas. La
tierra queda desnuda. Fue una maravilla ver lo que alguna vez fue una tierra
fértil y abundante y no ver ya más el color verde entre las plantas (versículo
15.) De nuevo, Seth, Neper, Osiris e Isis son todos desafiados, así lo son Shu,
dios del aire, y Amun dios del viento. Esta plaga terrible dejo a la nación al
borde de la inanición. En su desesperación, faraón aún confiesa haber pecado y
pide perdón exteriormente. Pero su contrición es de corta vida. Por
ahora, Moisés ya está acostumbrado lo
suficiente a la terquedad de Faraón para no sorprenderse cuando una vez más
Faraón cambia su mente respecto a liberar a los israelitas. El asunto está
en saber hasta cuándo habrá que seguir
afligiendo a los egipcios.
Volvió Jehová dijo a Moisés: Extiende
tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto,
tanto que cualquiera las palpe. 2 Y extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo
densas tinieblas sobre toda la tierra de Egipto, por tres días. 23 Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones.
24 Entonces Faraón hizo llamar a Moisés, y dijo: Id, servid a Jehová; solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas; vayan también vuestros niños con vosotros. 25 Y Moisés respondió: Tú también nos darás sacrificios y holocaustos que sacrifiquemos para Jehová nuestro Dios.
26 Nuestros ganados irán también con nosotros; no quedará ni una pezuña; porque de ellos hemos de tomar para servir a Jehová nuestro Dios, y no sabemos con qué hemos de servir a Jehová hasta que lleguemos allá.
27 Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no quiso dejarlos ir. 28 Y le dijo Faraón: Retírate de mí; guárdate que no veas más mi rostro, porque en cualquier día que vieres mi rostro, morirás. 29 Y Moisés respondió: Bien has dicho; no veré más tu rostro.
Aarón y Moisés estaban muy enojados y contrariados, porque pese a que
Ramsés y los egipcios habían sido duramente golpeados con nueve terribles
plagas, prácticamente se encontraban en el principio. Lo peor de todo y que
representaba una gran decepción, es que los hebreos aun permanecían en cautividad.
También era notorio el dolor de ambos guerreros por la falta de respeto al gran
Dios de Israel, lo cual si representaba para ellos una grave falta.
Tanto el sol, en lo que concernía a la tierra de Egipto, como Faraón,
“el hijo del sol”, entraron en eclipse aquel día fatal. Por tres días hubo
tinieblas tan densas, cuya opresión se hacía sentir, que la gente no podía
verse unos a los otros, ni salir. Pero los hijos de Israel tuvieron luz en sus
moradas.
Esta
plaga duró tres días. La gente no pudo salir de sus casas debido al impacto de
este acontecimiento. Sólo comparable a la oscuridad que se experimenta dentro
de un ropero con todas las rendijas alrededor de la puerta cubiertas. Este fue un ataque frontal a la credibilidad
del dios sol de los egipcios, conocido por varios nombres: Re, Ra, Atum, Aten
y, en algunas ocasiones, Horus. De hecho, aunque los egipcios adoraban varios
dioses, ninguno era tan adorado como el sol. Hay que tener en cuenta que en la
antigüedad les tenían mucho miedo a los eclipses; por lo tanto, esta absoluta
oscuridad de tres días debió haberlos aterrorizado por completo. Nuevamente,
los israelitas, que vivían en Gosén, no fueron afectados. El faraón trató de
hacer un trato y retener los animales de los israelitas que no habían sido
afectados por las plagas de Egipto. Era claro que las reservas alimenticias de
los egipcios en estos momentos estaban en un nivel crítico, así que para él sus
demandas estaban justificadas. Pero ante Dios, el faraón no estaba en posición
de exigir nada. Entonces él se enfureció hasta el punto de amenazar a Moisés
con la muerte si no se perdía de su vista.
Tal
como Moisés y Aarón esperaban, Jehová también esta airado con Ramsés, por lo
que sabían con certeza que Dios actuaria con extrema dureza para poder sacar al
pueblo hebreo de Egipto.
Mas
ellos no se imaginaban que los hebreos, que se habían marginado y permanecido
en Gosen, ahora si tenían que obedecer las instrucciones que recibirían a
través de Moisés.
Por último Jehová dijo a Moisés: Una
plaga traeré aún sobre Faraón y sobre Egipto, después de la cual él os dejará
ir de aquí; y seguramente os echará de aquí del todo.
2 Habla ahora al pueblo, y que cada uno pida a su
vecino, y cada una a su vecina, alhajas de plata y de oro. 3 Y Jehová dio gracia al pueblo en los ojos de los egipcios. También Moisés era tenido por gran varón en la tierra de Egipto, a los ojos de los siervos de Faraón, y a los ojos del pueblo.
4 Dijo, pues, Moisés: Jehová ha dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto,
5 y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras el molino, y todo primogénito de las bestias.
6 Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca hubo, ni jamás habrá.
7 Pero contra todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua, para que sepáis que Jehová hace diferencia entre los egipcios y los israelitas.
8 Y descenderán a mí todos estos tus siervos, e inclinados delante de mí dirán: Vete, tú y todo el pueblo que está debajo de ti; y después de esto yo saldré. Y salió muy enojado de la presencia de Faraón. Y Jehová dijo a Moisés: Faraón no os oirá, para que mis maravillas se multipliquen en la tierra de Egipto. 10 Y Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios delante de Faraón; pues Jehová había endurecido el corazón de Faraón, y no envió a los hijos de Israel fuera de su país.
A los días Habló Jehová
a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo:
2 Este mes os será principio de los meses; para vosotros
será éste el primero en los meses del año. 3 Hablad a
toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada
uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia. 4 Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas; conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero. 5 El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras. 6 Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes. 7 Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer.
8 Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán. 9 Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas. 10 Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego. 11 Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová.
12 Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. 13 Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto. 14 Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis.
La muerte de los primogénitos:
29 Y aconteció que a la medianoche Jehová
hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón
que se sentaba sobre su trono hasta el primogénito del cautivo que estaba en la
cárcel, y todo primogénito de los animales.
30 Y se levantó aquella noche Faraón, él y
todos sus siervos, y todos los egipcios; y hubo un gran clamor en Egipto,
porque no había casa donde no hubiese un muerto.
31 E hizo llamar a Moisés y a Aarón de
noche, y les dijo: Salid de en medio de mi pueblo vosotros y los hijos de
Israel, e id, servid a Jehová, como habéis dicho.
32 Tomad también vuestras ovejas y
vuestras vacas, como habéis dicho, e idos; y bendecidme también a mí.
33 Y los egipcios apremiaban al pueblo,
dándose prisa a echarlos de la tierra; porque decían: Todos somos muertos.
34 Y llevó el pueblo su masa antes que se
leudase, sus masas envueltas en sus sábanas sobre sus hombros.
35 E hicieron los hijos de Israel conforme
al mandamiento de Moisés, pidiendo de los egipcios alhajas de plata, y de oro,
y vestidos.
36 Y Jehová dio gracia al pueblo delante
de los egipcios, y les dieron cuanto pedían; así despojaron a los egipcios.
Los israelitas salen de Egipto:
37 Partieron los hijos de Israel de Ramsés
a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños.
38 También subió con ellos grande multitud
de toda clase de gentes, y ovejas, y muchísimo ganado.
39 Y cocieron tortas sin levadura de la
masa que habían sacado de Egipto, pues no había leudado, porque al echarlos
fuera los egipcios, no habían tenido tiempo ni para prepararse comida.
40 El tiempo que los hijos de Israel
habitaron en Egipto fue cuatrocientos treinta años.
41 Y pasados los cuatrocientos treinta
años, en el mismo día todas las huestes de Jehová salieron de la tierra de
Egipto.
Yo
me quede absorto contemplando semejante movilización de tanta gente, animales y
enseres personales con tan buen orden y disciplina, que parecía como un ejército
saliendo a confrontar una guerra. Atrás quedaba una ciudad desolada por la
migración de tanta gente que a mi parecer ocasionó los inicios de la decadencia de esta gran ciudad
llamada Pi Ramsés.
Después
de varios días los hebreos se alejaron de la ciudad que en un principio los
recibió de buena gana con los brazos abiertos; para después hacerles la vida muy miserable y sujetarlos a
una injusta esclavitud.
Ya
nada me retenía en esta ciudad, porque
mi objetivo ya se había cumplido al ser
testigo personal de uno de los más grandiosos episodios de la historia de la
humanidad.
Cuando
regrese a contemplar la ciudad, me dio lastima ver en la situación en que se
había reducido. Aun se podía ver los estragos de las diez plagas con que fue
asolada por la intransigencia de un solo hombre de tal arrogancia y soberbia
que se consideraba más que un faraón gobernante. De acuerdo a la época también
demandaba adoración tanto igual o más que varios de sus dioses. Pago caro el
atrevimiento y osadía de enfrentarse a su medio hermano, porque moisés actuó
como su dios con su hermano como profeta por orden expresa del mismo Dios de
las escrituras. El precio a su altivez lo pago su propio hijo, quien por ser
también un primogénito murió afectado en la muerte de todos los primogénitos
correspondiente a la decima y ultima plaga ordenada por Jehová. Solo me pude
despedir de Aarón a quien le agradecí haberme permitido ex pectar tan grandiosa
confrontación. A Moisés lo vi de lejos cuando salió adelante como líder de este
pueblo numeroso. De regreso a mi estudio, revise algo de la vejez de Ramsés: Los últimos años
de su reinado vieron interrumpida la paz cuando comenzaron a ejercer presión
los pueblos procedentes de Europa. Además, se daría la huida del pueblo judío
liderada por Moisés y Aarón.
Falleció a los 90 años de edad, en el año 1213 antes de Cristo. Según algunos estudios, se cree que murió de una caries dental que le provocó una infección sanguínea. Debido a su alargada vida y a que habían fallecido varios de sus hijos, incluido su favorito, Khaem-uaset, subió al trono su hijo Mineptah. Tras su muerte comenzó la decadencia del poder de Egipto.
Falleció a los 90 años de edad, en el año 1213 antes de Cristo. Según algunos estudios, se cree que murió de una caries dental que le provocó una infección sanguínea. Debido a su alargada vida y a que habían fallecido varios de sus hijos, incluido su favorito, Khaem-uaset, subió al trono su hijo Mineptah. Tras su muerte comenzó la decadencia del poder de Egipto.
Para terminar mi narración me parece pertinente aclarar que de manera personal respeto lo que
dice la Biblia, porque lo que ella declara es verdadero y nadie hasta el
momento puede desmentir sus afirmaciones. Y Otra cosa es que no se crea lo que
ella declara.
Yo la he empleado en esta narración porque es una fuente histórica
elocuente, escueta y clara de los acontecimientos ocurridos durante el Éxodo de
los israelitas de Egipto.
Ahora bien, yo como autor de esta narración tengo la libertad de
escribir lo que considero como una historia verdadera. Mas tu como lector
tampoco estas obligado a creerla como si fuera verdadera, aunque te señalo que
las fuentes lo son.
El asunto esta cuando a alguien se le narra algo que tiene que ver
con Dios.
Inmediatamente surge la disyuntiva de aceptar o no lo que se dice
en función de la creencia personal, es decir de nuestra opinión personal en esa
determinada materia .
Y esto es normal en la mayoría de la gente, es decir de ir siempre
adelante con la opinión personal aunque no siempre esta sea correcta.
Me pareció justo como terminando esta historia, ofrecerte lo que
se ha escritito acerca de la explicación de las evidencias científicas de las
diez plagas de Egipto, que obviamente no comparto, pero que te las ofrezco en
aras de una la conducta inteligente.
Y tú eres libre de aceptar
esta “explicación científica” o disfrutar y aprender algo con mi narración.
Las evidencias científicas de las diez plagas
bíblicas:
Las diez
plagas que según el Antiguo Testamento Dios envió a los egipcios para que el
faraón dejara partir a los hebreos pueden ser mucho más que una terrible
historia bíblica. Un grupo de investigadores ha encontrado evidencias
científicas de la serie de calamidades que comenzó con el Nilo teñido de
sangre, catástrofe a la que siguieron hordas de ranas, mosquitos y langostas,
pestilencia, enfermedad y granizo de fuego, entre otros terribles males. En
lugar de atribuirlos a un Dios vengativo, los científicos creen que estos
desastres pudieron ser la consecuencia de una cadena de fenómenos naturales
provocados por cambios en el clima e incluso por una erupción volcánica. Han
reunido pruebas convincentes para la mayoría de las plagas.
La mayoría de los arqueólogos cree que las plagas azotaron la antigua ciudad de Pi-Ramsés en el Delta del Nilo, que fue capital de Egipto durante el reinado del faraón Ramsés II (1279 a.C.-1.213 a.C.). La ciudad fue abandonada hace unos 3.000 años y los científicos creen que las plagas pueden ser la explicación. Climatólogos que estudian esa época han descubierto un cambio drástico en el clima de la zona hacia el final del reinado de Ramsés II. Tras analizar las estalagmitas de algunas cuevas egipcias, han sido capaces de reconstruir un registro de los patrones del clima utilizando trazas de elementos radiactivos contenidos en la roca. De esta forma, saben que el reinado del faraón coincidió con un clima «cálido y húmedo, muy favorable, pero sólo duró unas pocas décadas explica Augusto Magini, paleo climatólogo de la Universidade Heidelberg. Después, el clima cambió, comenzó un período seco y se iniciaron las plagas.
La mayoría de los arqueólogos cree que las plagas azotaron la antigua ciudad de Pi-Ramsés en el Delta del Nilo, que fue capital de Egipto durante el reinado del faraón Ramsés II (1279 a.C.-1.213 a.C.). La ciudad fue abandonada hace unos 3.000 años y los científicos creen que las plagas pueden ser la explicación. Climatólogos que estudian esa época han descubierto un cambio drástico en el clima de la zona hacia el final del reinado de Ramsés II. Tras analizar las estalagmitas de algunas cuevas egipcias, han sido capaces de reconstruir un registro de los patrones del clima utilizando trazas de elementos radiactivos contenidos en la roca. De esta forma, saben que el reinado del faraón coincidió con un clima «cálido y húmedo, muy favorable, pero sólo duró unas pocas décadas explica Augusto Magini, paleo climatólogo de la Universidade Heidelberg. Después, el clima cambió, comenzó un período seco y se iniciaron las plagas.
Primera plaga: el agua se convierte en sangre
Según los científicos, la cadena de castigos bíblicos comenzó de la siguiente forma: El aumento de las temperaturas secó el Nilo, convirtiendo el río en un curso lento de aguas fangosas. Estas condiciones fueron perfectas para la llegada de la primera plaga: el agua convertida en sangre. Obviamente, no se trata de sangre, sino de un aspecto rojizo de las aguas provocado por un alga tóxica de agua dulce. La Oscillatoria rubescens, conocida como alga Sangre Borgoña, tiene una antigüedad de al menos 3.000 años y sigue provocando los mismos efectos en la actualidad. Cuando muere, tiñe el agua de rojo.
Segunda, tercera y cuarta plagas: ranas, mosquitos e insectos
La invasión de las algas abrió la puerta a la llegada de la segunda, tercera y cuarta plaga. Hordas de ranas, mosquitos y otros insectos capaces de dañar a personas y ganado. Posiblemente, la llegada de las algas tóxicas obligó a las ranas a dejar el agua donde vivían. Al morir los anfibios, mosquitos, moscas y demás insectos se vieron libres de uno de sus depredadores, y se multiplicaron sin control.
Quinta y sexta plagas: pestilencia, úlceras y sarpullidos incurables
La multiplicación de los insectos causó a su vez la quinta y sexta plagas, que la Biblia describe como pestilencia, enfermedades epidémicas que exterminaron el ganado, y úlceras y sarpullidos incurables, enfermedades que afectaron seriamente a la población y que pudieron ser transmitidas por mosquitos como el de la malaria.
Séptima plaga: granizo de fuego y hielo
Por si fuera poco, otro desastre natural ocurrido a más de 400 kilómetros de distancia pudo ser el origen de la séptima, octava y novena plaga, que traen el granizo de fuego, las langostas y la oscuridad a Egipto. Una de las erupciones volcánicas más grandes de la historia se produjo cuando Thera, un volcán que era parte de la isla mediterránea de Santorini, explotó hace unos 3.500 años, lanzando miles de millones de toneladas de cenizas volcánicas en la atmósfera. Expertos del Instituto de Física Atmosférica en Alemania considera que la ceniza volcánica podría haber chocado con tormentas sobre Egipto y producir un espectacular granizo.
Octava, novena y décima plagas: langostas, oscuridad y muerte de los primogénitos
Según ha explicado el biólogo canadiense Siro Trevisanato, autor de un libro sobre las plagas, la caída de la ceniza pudo provocar anomalías climáticas, que se traducen en mayores precipitaciones y aumento de la humedad, condiciones idóneas para las langostas. De igual forma, la ceniza también pudo haber bloqueado la luz solar (la plaga de la oscuridad). La plaga final, el castigo más duro, es la muerte de los primogénitos de Egipto, por la que el primer hijo de cada pareja moría sin remedio. La causa pudo ser un hongo que envenenó los suministros de grano. Como los primeros hijos varones tenían privilegios, quizás comían primero convirtiéndose en las primeras víctimas.
Según los científicos, la cadena de castigos bíblicos comenzó de la siguiente forma: El aumento de las temperaturas secó el Nilo, convirtiendo el río en un curso lento de aguas fangosas. Estas condiciones fueron perfectas para la llegada de la primera plaga: el agua convertida en sangre. Obviamente, no se trata de sangre, sino de un aspecto rojizo de las aguas provocado por un alga tóxica de agua dulce. La Oscillatoria rubescens, conocida como alga Sangre Borgoña, tiene una antigüedad de al menos 3.000 años y sigue provocando los mismos efectos en la actualidad. Cuando muere, tiñe el agua de rojo.
Segunda, tercera y cuarta plagas: ranas, mosquitos e insectos
La invasión de las algas abrió la puerta a la llegada de la segunda, tercera y cuarta plaga. Hordas de ranas, mosquitos y otros insectos capaces de dañar a personas y ganado. Posiblemente, la llegada de las algas tóxicas obligó a las ranas a dejar el agua donde vivían. Al morir los anfibios, mosquitos, moscas y demás insectos se vieron libres de uno de sus depredadores, y se multiplicaron sin control.
Quinta y sexta plagas: pestilencia, úlceras y sarpullidos incurables
La multiplicación de los insectos causó a su vez la quinta y sexta plagas, que la Biblia describe como pestilencia, enfermedades epidémicas que exterminaron el ganado, y úlceras y sarpullidos incurables, enfermedades que afectaron seriamente a la población y que pudieron ser transmitidas por mosquitos como el de la malaria.
Séptima plaga: granizo de fuego y hielo
Por si fuera poco, otro desastre natural ocurrido a más de 400 kilómetros de distancia pudo ser el origen de la séptima, octava y novena plaga, que traen el granizo de fuego, las langostas y la oscuridad a Egipto. Una de las erupciones volcánicas más grandes de la historia se produjo cuando Thera, un volcán que era parte de la isla mediterránea de Santorini, explotó hace unos 3.500 años, lanzando miles de millones de toneladas de cenizas volcánicas en la atmósfera. Expertos del Instituto de Física Atmosférica en Alemania considera que la ceniza volcánica podría haber chocado con tormentas sobre Egipto y producir un espectacular granizo.
Octava, novena y décima plagas: langostas, oscuridad y muerte de los primogénitos
Según ha explicado el biólogo canadiense Siro Trevisanato, autor de un libro sobre las plagas, la caída de la ceniza pudo provocar anomalías climáticas, que se traducen en mayores precipitaciones y aumento de la humedad, condiciones idóneas para las langostas. De igual forma, la ceniza también pudo haber bloqueado la luz solar (la plaga de la oscuridad). La plaga final, el castigo más duro, es la muerte de los primogénitos de Egipto, por la que el primer hijo de cada pareja moría sin remedio. La causa pudo ser un hongo que envenenó los suministros de grano. Como los primeros hijos varones tenían privilegios, quizás comían primero convirtiéndose en las primeras víctimas.