viernes, 31 de mayo de 2019

Robert Koch y el bacilo de la tuberculosis


Robert Koch
 
Robert Koch, el padre de la microbiología médica moderna
Nobel de Fisiología y Medicina por descubrir las bacterias que producían la tuberculosis y el carbunco, sentó las bases de la bacteriología junto a Louis Pasteur

A mediados del siglo XIX, la esperanza de vida tenía su límite mucho antes de alcanzar la vejez, y no pocas enfermedades que hoy ni tan siquiera sufrimos por prevenirlas con una vacuna eran sinónimo de muerte. El científico alemán Robert Koch contribuyó de una forma tan decisiva al estudio de las enfermedades que se le considera el padre de la microbiología médica moderna y de la bacteriología junto al famoso Louis Pasteur a pesar de los pocos recursos con los que lo logró.
Con descubrimientos tan cruciales como la identificación del germen que causa la tuberculosis no solo consiguió el Nobel de Fisiología y Medicina, sino que sus postulados, al lograr establecer los requisitos necesarios para probar que un determinado microbio es el causante de una enfermedad infecciosa, son aún hoy en día una pieza fundamental en las investigaciones actuales.
En una época en la que los patrones de la ciencia pasaron de ser una afición de laboratorio a una profesión, Robert Koch siempre tuvo muy clara su dedicación a las enfermedades infecciosas y por eso estableció que las bacterias son necesarias para nuestro cuerpo, pero algunas de ellas son causantes de enfermedades que pueden resultar mortales.
Robert Koch nació en Clausthal (en aquel tiempo Reino de Hannover) el 11 de diciembre de 1843. Era el tercer hijo de un total de once y mostró precocidad para aprender a leer gracias al manejo diario de los periódicos. Al igual que su padre, un técnico de minas, también tuvo siempre presente el deseo y la afición por viajar, lo que sin duda debió ayudarle después para conocer lugares entonces remotos de África e India para estudiar enfermedades y epidemias como la malaria y la peste.
Desde pequeño, Robert Koch sintió pasión por la naturaleza, especialmente por los animales, así que al acabar la escuela, siempre con buenas notas por su dedicación y gusto por el estudio, se matriculó en la Universidad de Göttingen para realizar la carrera de Medicina y allí se interesó por la Microbiología. Siempre como alumno modelo, aprendió que las enfermedades infecciosas pueden ser causadas por organismos vivos, las bacterias, y desde aquel momento se convirtió en amigo inseparable del microscopio.
Después de obtener su título, se trasladó a Berlín para estudiar Química, y más tarde completó su formación con unas prácticas en el Hospital General de Hamburgo. Sin embargo, cuando el joven Robert Koch comenzó a ejercer la medicina privada se dio cuenta de que sus conocimientos eran insuficientes e impotentes contra las enfermedades epidémicas que tantas vidas dejaban en el camino, así que decidió empezar a estudiar los gérmenes responsables de esas enfermedades.
Sus primeros estudios se centraron en el bacilo de carbunco (ántrax), ya que fue testigo de una epidemia que arrasó cientos de cabezas de ganado. En su pequeño laboratorio, Robert Koch realizó diversos experimentos para demostrar que el bacilo de ántrax causaba la enfermedad que infectaba al ganado y que estas bacterias eran capaces de reproducirse incluso sin contacto directo con el animal.
Inventó métodos para extraer el bacilo de las muestras de sangre y hacerlo crecer en cultivos puros. Asimismo, descubrió que, mientras que era incapaz de sobrevivir durante periodos largos en el exterior del ser vivo, el bacilo podía crear endosporas que sí podían hacerlo.
 Esas endosporas, incrustadas en el suelo, eran la causa de los inexplicables brotes espontáneos de ántrax. Koch publicó sus descubrimientos en 1876 y fue premiado con un trabajo en la Oficina Imperial de Sanidad en Berlín en 1880. Un año después, en 1881, promovió la esterilización de los instrumentos quirúrgicos mediante el calor.
En los ambientes científicos de la época, el descubrimiento de Koch fue realmente una revelación y significó una revolución a partir de ese momento, ya que el médico alemán no disponía, ni mucho menos, de un laboratorio equipado para este tipo de experimentos. Gracias a sus intuiciones, otros estudiosos e investigadores posteriores pudieron seguir sus pasos y profundizar sus estudios.
En 1885 fue nombrado profesor de Higiene en la Universidad de Berlín y en 1891 se convirtió en profesor honorario de la Facultad de Medicina y director del Instituto Prusiano de Enfermedades Infecciosas (renombrado como Instituto Robert Koch en su honor), aunque renunció al cargo en 1904.
Robert Koch es más recordado por el descubrimiento de la bacteria responsable de la tuberculosis (también llamada Bacilo de Koch), al igual que identificó la sustancia que actúa como remedio de la enfermedad, la denominada tuberculina.
Otro influyente biólogo de su época, Rudolf Virchow, se opuso a las investigaciones de Koch al afirmar que las enfermedades son debidas casi exclusivamente al mal funcionamiento de las propias células del enfermo. Esta rivalidad científica se mezcló con recelos y envidias sobre las condiciones profesionales y académicas y la preparación de cada uno. Otra conclusión de Koch, completamente probada hoy en día, fue que la tuberculosis humana y la bovina son producidas por gérmenes diferentes, lo que también desató múltiples críticas y gran oposición cuando en 1901 la comunicó en el Congreso Médico Internacional sobre Tuberculosis en Londres.
Tres años más tarde se dedicó al estudio de la vibrio cólera, otra enfermedad que en ese momento era también muy contagiosa y con un elevado porcentaje letal.
 Las conclusiones del investigador alemán en el campo de la epidemiología allanaron el camino para el reconocimiento oficial y a nivel mundial, que tuvo lugar en 1905 con la entrega del Premio Nobel de Medicina y Fisiología.
Robert Koch también realizó algunos viajes a Egipto, Sudáfrica, Rhodesia e India para llevar a cabo experimentos sobre algunas enfermedades que afectaban al ganado y también trabajó mucho en la malaria, una enfermedad relativamente nueva en aquellos años y a la que logró aportar gran cantidad de información.
Tan importante como su trabajo en la tuberculosis, por el que fue galardonado con el Nobel, son los Postulados de Koch, que afirman que para establecer que un organismo sea la causa de una enfermedad, este debe estar presente en todos los casos en los que se examine la enfermedad y ausente en organismos sanos; debe poder ser preparado y mantenido en un cultivo puro; tener la capacidad de producir la infección original después de varias generaciones en un cultivo y, por último, debe poder inocularse en animales y ser cultivado de nuevo.

Gracias a las investigaciones de Robert Koch, y sobre todo a sus métodos, tanto sus alumnos como sus pupilos descubrieron los organismos responsables de la difteria, el tifus, la neumonía, la gonorrea, la meningitis cerebroespinal, la lepra, la peste pulmonar, el tétanos y la sífilis, entre otros.
A principios de 1910, Robert Koch cayó enfermo y murió en Baden-Baden el de 27 de mayo de 1910 de un ataque al corazón cuando tenía 66 años.
El legado de Koch continúa vigente tanto en los métodos de investigación como en las pautas para determinar las enfermedades gracias a la profesionalización con la que dotó a una ciencia aún incipiente a mediados del siglo XIX.
Con afecto,
Ruben

jueves, 23 de mayo de 2019

Poemas de Jose Santos Chocano

Poemas de Jose Santos Chocano




DE VIAJE

Ave de paso,
fugaz viajera desconocida:
fue sólo un sueño, sólo un capricho, sólo un acaso;
duró un instante, de los que llenan toda una vida.

No era la gloria del paganismo,
no era el encanto de la hermosura plástica y recia:
era algo vago, nube de incienso, luz de idealismo.
No era la Grecia:
¡era la Roma del cristianismo!
Alrededor era de sus dos ojos ¡oh, qué ojos, ésos!
que las fracciones de su semblante desvanecidas
fingían trazos de un pincel tenue, mojado en besos,
rediviviendo sueños pasados y glorias idas...

Ida es la gloria de sus encantos,
pasado el sueño de su sonrisa.

Yo lentamente sigo la ruta de mis quebrantos;
¡ella ha fugado como un perfume sobre la brisa!
Quizás ya nunca nos encontremos;
quizás ya nunca veré a mi errante desconocida;
quizás la misma barca de amores empujaremos,
ella de un lado, yo de otro lado, como dos remos,
¡toda la vida bogando juntos y separados toda la vida!

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BLASÓN

Soy el cantor de América autóctono y salvaje:
mi lira tiene un alma, mi canto un ideal.
Mi verso no se mece colgado de un ramaje
con vaivén pausado de hamaca tropical...

Cuando me siento inca, le rindo vasallaje
al Sol, que me da el cetro de su poder real;
cuando me siento hispano y evoco el coloniaje
parecen mis estrofas trompetas de cristal.

Mi fantasía viene de un abolengo moro:
los Andes son de plata, pero el león, de oro,
y las dos castas fundo con épico fragor.

La sangre es española e incaico es el latido;
y de no ser Poeta, quizá yo hubiera sido
un blanco aventurero o un indio emperador.

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QUIÉN SABE

Indio que asomas a la puerta
de esa tu rústica mansión:
¿Para mi sed no tienes agua?
¿Para mi frío cobertor?
¿Parco maíz para mi hambre?
¿Para mi sueño, mal rincón?
¿Breve quietud para mi andanza?

-¡Quién sabe, señor!

Indio que labras con fatiga
tierras que de otro dueño son:
¿Ignoras tú que deben tuyas
ser por tu sangre y tu sudor?
¿Ignoras tú que audaz codicia
siglos atrás te las quitó?
¿Ignoras tú que eres el amo?

-¡Quién sabe, señor!

Indio de frente taciturna
y de pupilas de fulgor:
¿Qué pensamiento es el que escondes
en tu enigmática expresión?
¿Qué es lo que buscas en tu vida?
¿Qué es lo que imploras a tu dios?
¿Qué es lo que sueña tu silencio?

-¡Quién sabe, señor!

¡Oh, raza antigua y misteriosa,
de impenetrable corazón,
que sin gozar ves la alegría
y sin sufrir ves el dolor:
eres augusta como el Ande,
el Grande Océano y el Sol!
Ese tu gesto que parece
como de vil resignación,
es de una sabia indiferencia
y de un orgullo sin rencor...

Corre por mis venas sangre tuya,
y, por tal sangre, si mi Dios
me interrogase qué prefiero
-cruz o laurel, espina o flor,
beso que apague mis suspiros
o hiel que colme mi canción-,
responderíale diciendo:
-¡Quién sabe, señor!
LA TRISTEZA DEL INCA

Este era un Inca triste, de soñadora frente,
de ojos siempre dormidos y sonrisa de hiel,
que recorrió su imperio, buscando inutilmente
a una doncella hermosa y enamorada de él.

Por distraer sus penas, el Inca dió en guerrero;
puso a su tropa en marcha y el broquel requirió;
fue sembrando despojos sobre cada sendero
y las nieves mas altas con su sangre manchó.

Tal, sus flechas cruzaron inviolables regiones,
en que apenas los rios se atrevian a entrar;
y tal fue, derramando sus heroicas legiones:
de la selva a los andes de los andes al mar.

Fue gastando las flechas que tenía en su aljaba,
una vez y otra y otra, de región en región,
porque cuando salía victorioso, lograba
levantar la cabeza, pero no el corazón.

Y cansado de tanto levantar la cabeza,
celebró bailes magnos y banquetes sin fin,
pero no logra nada disipar su tristeza,
ni la sangre del choque, ni el licor del festín.

Nada entraba en el fondo de su espiritu oculto:
ni las cándidas ñustas de dignástico rol,
ni los cirios de Quito, consagradas al culto,
ni del Cuzco, tampoco, los vestales del sol.

Fue llamado el más viejo sacerdote; Adivina
este mal que me aqueja y el remedio del mal;
dijo al gran sacerdote, con voz trémula y fina,
aquel joven monarca, displicente y sensual.

-Ay,senor! - dijo el viejo sacerdote -
Tus penas remediarse no pueden; tu pasión es mortal.
La mujer que has ideado tiene anil en las venas
un trigal en los bucles y en la boca un coral.

- Ay, senor! - ciertos dias vendran hombres muy blancos,
Ha de oirse en los bosques el marcial caracol:
cataratas de sangre colmaran los barrancos,
y entrarán otros dioses en el Templo del Sol.

La mujer que has ideado pertenece a tal raza,
vanamente la buscas en tu innumera grey,
y servirte no pueden oración ni amenaza,
porque tiene otra sangre, otro dios y otro rey

Cuando el rito sagrado le mando optar esposa,
hizo astillas el cetro con vibrante dolor,
y aquel joven monarca se enterró en una fosa
y pensando en la rubia fue muriendo de amor.

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NOSTALGIA

Hace ya diez años
que recorro el mundo.
¡He vivido poco!
¡Me he cansado mucho!

Quien vive de prisa no vive de veras:
quien no hecha raíces no puede dar fruto.

Ser río que corre, ser nube que pasa,
sin dejar recuerdos ni rastro ninguno,
es triste, y más triste para el que se siente
nube en lo elevado, río en lo profundo.

Quisiera ser árbol, mejor que ser ave,
quisiera ser leño, mejor que ser humo,
y al viaje que cansa
prefiero el terruño:
la ciudad nativa con sus campanarios,
arcaicos balcones, portales vetustos
y calles estrechas, como si las casas
tampoco quisieran separarse mucho...
Estoy en la orilla
de un sendero abrupto.
Miro la serpiente de la carretera
que en cada montaña da vueltas a un nudo;
y entonces comprendo que el camino es largo,
que el terreno es brusco,
que la cuesta es ardua,
que el paisaje mustio...

¡Señor!, ya me canso de viajar, ya siento
nostalgia, ya ansío descansar muy junto
de los míos... Todos rodearán mi asiento
para que diga mis penas y triunfos;
y yo, a la manera del que recorriera
un álbum de cromos, contaré con gusto
las mil y una noches de mis aventuras
y acabaré con esta frase de infortunio:

-¡He vivido poco! ¡Me he cansado mucho!

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LA CRUZ DEL SUR

Cuando las carabelas voladoras
al fin trazaron sobre el mar sus huellas,
fueron rasgando por delante de ellas
la inmensidad con sus tremantes proas.

Entonces, Dios, en las nocturnas horas,
tras el misterio de las tardes bellas,
una cruz dibujó con cuatro estrellas
en el lienzo en que pinta sus auroras.

Quedó la cruz como argentado broche
que en la punta de un velo resplandece,
dejando ver radiantes simbolismos.

Y hoy, sobre el terciopelo de la noche,
en la profunda obscuridad, parece
la condecoración de los abismos...

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LOS VOLCANES

Cada volcán levanta su figura,
cual si de pronto, ante la faz del cielo,
suspendiesen el ángulo de un vuelo
dos dedos invisibles de la altura.

La cresta es blanca y como blanca pura:
la entraña hierve en inflamado anhelo;
y sobre el horno aquel contrasta el hielo,
cual sobre una pasi6n un alma dura.

Los volcanes son túmulos de piedra,
pero a sus pies los valles que florecen
fingen alfombras de irisada yedra;

y por eso, entre campos de colores,
al destacarse en el azul, parecen
cestas volcadas derramando flores.

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LA MAGNOLIA

En el bosque, de aromas y de músicas lleno,
la magnolia florece delicada y ligera,
cual vellón que en las zarpas enredado estuviera,
o cual copo de espuma sobre lago sereno.

Es un ánfora digna de un artífice heleno,
un marm6reo prodigio de la Clásica Era:
y destaca su fina redondez a manera
de una dama que luce descotado su seno.

No se sabe si es perla, ni se sabe si es llanto.
Hay entre ella y la luna cierta historia de encanto,
en la que una paloma pierde acaso la vida:

porque es pura y es blanca y es graciosa y es leve,
como un rayo de luna que se cuaja en la nieve,
o como una paloma que se queda dormida.

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ORQUÍDEAS

Anforas de cristal, airosas galas
de enigmáticas formas sorprendentes,
diademas propias de apolíneas frentes,
adornos dignos de fastuosas salas.

En los nudos de un tronco hacen escalas;
y ensortijan sus tallos de serpientes,
hasta quedar en la altitud pendientes,
a manera de pájaros sin alas.

Tristes como cabezas pensativas,
brotan ellas, sin torpes ligaduras
de tirana raíz, libres y altivas;

porque también, con lo mezquino en guerra,
quieren vivir, como las almas puras,
sin un solo contacto con la tierra.

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TRÍPTICO CRIOLLO

I. El charro


Viste de seda: alhajas de gran tono;
pechera en que el encaje hace una ola,
y bajo el cinto, un mango de pistola,
que él aprieta entre el puño de su encono.

Piramidal sombrero, esbelto cono,
es distintivo en su figura sola,
que en el bridón de enjaezada cola
no cambiara su silla por un trono.

Siéntase a firme; el látigo chasquea;
restriega el bruto su chispeante callo,
y vigorosamente se pasea...

Dúdase al ver la olímpica figura
si es el triunfo de un hombre en su caballo
o si es la animación de una escultura.


II. El llanero

En su tostada faz algo hay sombrío:
tal vez la sensación de lo lejano,
ya que ve dilatarse el océano
de la verdura al pie de su bohío.

El encuadra al redor su sembradío
y acaricia la tierra con su mano.
Enfrena un potro en la mitad de un llano
o a nado se echa en la mitad de un río.

El, con un golpe, desjarreta un toro;
entra con su machete en el boscaje
y en el amor con su cantar sonoro,
porque el amor de la mujer ingrata
brilla sobre su espíritu salvaje
como un iris sobre una catarata...

NOTAS DEL ALMA INDÍGENA

¡Quién sabe!

Indio que asomas a la puerta
de esta tu rústica mansión: .
para mi sed no tienes agua?
¿para mi frío, cobertor?
¿parco maíz para mi hambre?
¿para mi sueño, mal rincón?
¿breve quietud para mi andanza?...
-¡Quién sabe, señor!

Indio que labras con fatiga
tierras que de otros dueños son:
¿ignoras tú que deben tuyas
ser, por tu sangre y tu sudor?
¿ignoras tú que audaz codicia,
siglos atrás, te las quitó?
¿ignoras tú que eres el Amo?...
-¡Quién sabe, señor!

Indio de frente taciturna
y de pupilas sin fulgor:
¿qué pensamiento es el que escondes
en tu enigmática expresión?
¿qué es lo que buscas en tu vida?
¿qué es lo que imploras a tu Dios?
¿qué es lo que sueña tu silencio?
-¡Quién sabe, señor!

¡Oh raza antigua y misteriosa
de impenetrable corazón,
que sin gozar ves la alegría
y sin sufrir ves el dolor:
eres augusta como el Ande,
el grande Océano y el Sol.

Ese tu gesto que parece
como de vil resignación,
es de una sabia indiferencia
y de un orgullo sin rencor..
Corre en mis venas sangre tuya,
y, por tal sangre, si mi Dios
me interrogase qué prefiero
- cruz o laurel, espina o flor,
beso que apague mis suspiros
o hiel que colme mi canción
responderíale dudando:
-¡Quién sabe, señor!

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EL ROMANCE DE LA FELICIDAD

Felicidad: yo te he encontrado
más de una vez en mi camino;
pero al tender hacia ti el ruego
de mis dos manos... has huido,
dejando en ellas, solamente,
cual una dádiva, cautivo
algún mechón de tus cabellos
o algún jirón de tus vestidos...

Tanto mejor fuera no haberte
hallado nunca en mi camino.
Por ser tu dueño, siento a veces
que no soy dueño de mí mismo...
Toda esperanza es un engaño;
todo deseo es un martirio...

Felicidad: te vi de cerca;
pero no pude hablar contigo.

Ya voy sintiéndome cansado...
Cuando en la orilla del camino
me siento a ver pasar a muchos
que hacia ti vayan cuál yo he ido,
tal vez te atraiga mi reposo,
mi displicente escepticismo,
mi resignada indiferencia,
mi corazón firme y tranquilo;
y, paso a paso, a mí te acerques,
sin que yo llegue a percibirlo,
y, al fin, sentándote a mi lado,
hablarme empieces: - Buen amigo...

¿Será mejor el no buscarte?
¿Será mejor el ser altivo
en la desgracia y no sentirse
juguete vil de tus caprichos?

Yo sólo sé que cuantas veces
con más afán te he perseguido,
más fácilmente, hacia más lejos,
más desdeñosa, huir te he visto.
Yo sólo sé que cuantas veces
tornó perfil un sueño mío,
Felicidad, te vi de cerca,
pero no pude hablar contigo...

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EL IDILIO DE LOS VOLCANES

El Ixtlacíhuatl traza la figura yacente
de una mujer dormida bajo el Sol.
El Popocatépetl flamea en los siglos
como una apocalíptica visión;
y estos dos volcanes solemnes
tienen una historia de amor,
digna de ser cantada en las compilaciones
de una extraordinaria canción.

Ixtacíhuatl --hace miles de años--
fue la princesa más parecida a una flor,
que en la tribu de los viejos caciques
del más gentil capitán se enamoró.
El padre augustamente abrió los labios
y díjole al capitán seductor
que si tornaba un día con la cabeza
del cacique enemigo clavada en su lanzón,
encontraría preparados, a un tiempo mismo,
el festín de su triunfo y el lecho de su amor.

Y Popocatépetl fuese a la guerra
con esta esperanza en el corazón:
domó las rebeldías de las selvas obstinadas,
el motín de los riscos contra su paso vencedor,
la osadía despeñada de los torrentes,
la acechanza de los pantanos en traición;
y contra cientos y cientos de soldados,
por años gallardamente combatió.

Al fin tornó a tribu (y la cabeza
del cacique enemigo sangraba en su lanzón).
Halló el festín del triunfo preparado,
pero no así el lecho de su amor;
en vez de lecho encontró el túmulo
en que su novia, dormida bajo el Sol,
esperaba en su frente el beso póstumo
de la boca que nunca en la vida besó.

Y Popocatépetl quebró en sus rodillas
el haz de flechas; y, en una solo voz,
conjuró la sombra de sus antepasados
contra la crueldad de su impasible Dios.
Era la vida suya, muy suya,
porque contra la muerte ganó:
tenía el triunfo, la riqueza, el poderío,
pero no tenía el amor...

Entonces hizo que veinte mil esclavos
alzaran un gran túmulo ante el Sol
amontonó diez cumbres
en una escalinata como alucinación;
tomó en sus brazos a la mujer amada,
y el mismo sobre el túmulo la colocó;
luego, encendió una antorcha, y, para siempre,
quedóse en pie alumbrando el sarcófago de su dolor.

Duerme en paz, Ixtacíhuatl nunca los tiempos
borrarán los perfiles de tu expresión.
Vela en paz. Popocatépetl: nunca los huracanes
apagarán tu antorcha, eterna como el amor...
Con afecto,
Ruben

BJose Santos Chocano





Biografia de Jose Santos Chocano
(Lima, 1875 - Santiago de Chile, 1934) Poeta peruano. Encarcelado a los veinte años por actividades subversivas, ya en libertad emprendió una trepidante actividad política. Desempeñó diversos cargos diplomáticos en Colombia y en España, y fue consejero de Pancho Villa en México y de Estrada Cabrera en Guatemala, donde fue condenado a muerte (1924) a la caída del dictador; amnistiado, regresó a Perú, donde volvió a conocer la cárcel tras una oscura reyerta con un periodista. Indultado de nuevo, pasó a Santiago de Chile, donde murió asesinado en un tranvía. Sus primeras publicaciones fueron Iras santas (1895), En la aldea (1895) y Azahares (1896). Seguidor de los cánones parnasianos y modernistas, con el tiempo reaccionó contra esta influencia, si bien en su poesía siempre hizo gala de un gran virtuosismo. Alma América (1906) y Fiat Lux! (1908) son, de entre sus obras de madurez, las más conocidas.


José Santos Chocano

Jose Santos Chocano




El escritor y político José Santos Chocano representa la cumbre del modernismo peruano. Aunque su obra, vista en conjunto, presenta notorios desajustes, abrió nuevos caminos a la literatura de su país y nuevos cauces expresivos que, a la postre, superarían en audacia estética y calidad las propuestas modernistas (tal como demostró su seguidor José María Eguren) a través de una poesía sutil y de misterioso hermetismo.

Encarcelado como revolucionario a los veinte años de edad, ejerció luego funciones diplomáticas en Colombia y en España; fue ministro y consejero de Pancho Villa en México y hombre de confianza de Manuel Estrada Cabrera en Guatemala. Caído el dictador guatemalteco, el poeta, acusado de haber bombardeado la capital y condenado a muerte, se salvó por la intervención de diversos gobiernos.

Vuelto a su país y amparado en la protección del dictador Augusto B. Leguía, la soberbia y violencia de su carácter le hicieron disputar con el periodista Edwin Elmore, contra quien disparó su pistola en el edificio del diario El Comercio. Elmore murió a consecuencia del disparo y José Santos Chocano mereció la cárcel y el repudio universal; amnistiado, pasó a Chile, y en Santiago, en un tranvía, un desequilibrado segó con su puñal la vida de este aventurero, hombre soberbio y lírico ampuloso, que quiso ser el poeta de América y el cantor viril de su raza.

La bibliografía de Santos Chocano es muy amplia y su fijación definitiva es todavía una tarea pendiente; sin embargo, no pueden dejar de mencionarse Iras santas (1895), En la aldea (1895), El derrumbe (1899), La epopeya del morro (1899), El canto del siglo (1901), Los cantos del Pacífico (1904), Alma América (1906), Fiat Lux! (1908), Selva virgen (1909), Poemas del amor doliente (1937) y Oro de Indias (1939).

Caudillo modernista y poeta épico, no fue con total rigor épico ni modernista: tuvo, eso sí, las características exteriores de la épica y el modernismo, sobre todo con esa grandilocuencia de cantor clamoroso que encontramos en algunos románticos y neoclásicos, y que caracterizó la poesía del mexicano Salvador Díaz Mirón, uno de los modelos de Chocano. Su poesía se articula a partir de dos ejes centrales: una profunda egolatría y el tratamiento preferente de temas alusivos al continente.

El americanismo fue tal vez el tópico más importante en su poesía, pese a su carácter epidérmico y descriptivo, que tiene en el paisajismo su soporte fundamental. Cabe aclarar que esta tendencia respondía claramente a un pensamiento de moda por entonces, que intentó definir a América a partir de su naturaleza. Por otra parte, contribuyó a reforzar estereotipos como el de una tierra voluptuosa, tropical y exótica.

La épica y la historia son otros dos componentes de importancia en su obra, ya que se ocupó de retratar gestas heroicas, plenas de imágenes que abarcan desde el Imperio de los incas hasta la lucha por la independencia. Se le ha reprochado un mayor interés por la efeméride o la anécdota que por el proceso histórico mismo, y que ello facilitara un discurso en ocasiones grandilocuente.

Discutió el afrancesamiento de Rubén Darío y se mantuvo en una posición bastante más conservadora que otros modernistas hispanoamericanos, a pesar de haber asimilado la lección parnasiana. Ello se explica acaso por la tardía instauración en el Perú del orden social que propició el surgimiento del modernismo en otros países. En todo caso, la crítica ha querido ver en él una actitud preocupada sobre todo por consagrar una visión aristocrática de la sociedad y exaltar la figura del poeta hasta la excelsitud. Sin embargo, sus poemas de corte más íntimo presentan un lenguaje sencillo y conmovedor, alejado de esa habitual exuberancia.
Con afecto,
Ruben

Historia:Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Universidad Nacional Mayor de San Marcos




Historia de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Fundada mediante Real Cédula, refrendada por los reyes Carlos I de España o Carlos V, emperador de Alemania, y su madre la reina Juana, dada en Valladolid, el 12 de mayo de 1551. Gracias a la iniciativa de fray Thomás de San Martín que contó con el apoyo e impulso del Cabildo de Lima que nombró como procuradores al mencionado fraile, prior de la orden regular de los dominicos asentados en Lima, y al capitán Jerónimo de Aliaga, quienes se encargaron, con éxito, de las gestiones ante la real corte. El Studio General y Real Vniversidad de la Ciudad de los Reyes (prístino nombre), el cual contaba con los mismos privilegios, franquezas y libertades que los que tenía la Universidad de Salamanca, entró en funciones, el 2 de enero de 1553, luego que en la Sala Capitular del Convento del Rosario de la Orden de los Dominicos, primera sede institucional, se diera cumplimiento oficial de la Real Cédula de fundación. Este acto contó con la concurrencia de la Real Audiencia de Lima presidida, a la sazón, por el licenciado Andrés Cianca y el enviado de la Corona D. Cosme Carrillo, primer miembro laico del cuerpo docente.

En 1571, en medio de una gran crisis institucional y subsiguiente primera gran reforma, la Universidad se mudó, después de 18 años, a los terrenos que dejara la orden de San Agustín en los que luego se fundaría el Convento de la Santísima Trinidad y parroquia de San Marcelo (segunda sede institucional). Es precisamente en este año cuando el Papa San Pío V emite la Bula, el 25 de julio de 1571, que confirmó las calidades y condiciones con las que el emperador había fundado la universidad acorde a las normas del regio patronato. Las reformas continuaron y como producto de ello, en 1574, se decide cambiar el nombre de la universidad por el de uno de los cuatro evangelistas de la iglesia. Luego de un sorteo salió elegida la advocación de San Marcos, lo que significó un cambio sustancial en el nombre de la institución universitaria, que se sumó a los diferentes títulos ya otorgados. Por consiguiente, su nombre cambió al de Real Universidad y Estudio General de San Marcos de la Ciudad de los Reyes del Perú” (o de Lima), nombre que a lo largo del tiempo sufriría varias modificaciones. Finalmente, desde 1943 hasta la actualidad, se le denomina Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Nuestra universidad también participó, activamente, en los distintos episodios históricos de la gesta emancipadora contribuyendo con la formación y participación de los principales ideólogos y precursores de la causa como: José Baquíjano y Carrillo, Vicente Morales Duárez, Toribio Rodríguez de Mendoza, entre otros. En 1821, firmó y reconoció la Independencia del Perú, además de brindar su sede principal en la que estuvo por más de 300 años, antigua Casa de probación para jóvenes mestizas de San Juan de la Penitencia (tercera sede), para la instalación de la Asamblea Constituyente de 1822 convocado por el Protector José de San Martín. También actuó en la defensa de la patria ante los ataques españoles que pretendían recuperar las antiguas posesiones coloniales y cuyo principal héroe fue el sanmarquino José Gálvez (2 de mayo de 1866). Tampoco fue ajena a los hechos acaecidos en la infausta guerra con Chile, en la cual se vio afectada al perder importantes bienes (libros y laboratorios), así como la vida de muchos valerosos sanmarquinos en las distintas batallas.

En nuestra historia contemporánea su participación ha sido vital para el desarrollo de la educación universitaria como lo fue en los primeros años del siglo XX, en medio de la Reforma Universitaria, donde se erigió y destacó la incólume figura de Raúl Porras Barrenechea junto a Luis Alberto Sánchez, Jorge Basadre y muchos más. Así mismo, ha sido centro de debate para diferentes corrientes de pensamiento y de resistencia ante los embates de la insania terrorista que atentaron contra el Estado y el desarrollo de la educación a finales de los ochenta. Situación que no mermó el espíritu sanmarquino que, el 2010, se vio enaltecido con el otorgamiento del Premio Nobel de Literatura a un insigne sanmarquino, Mario Vargas Llosa.

A la luz de la historia en sus cuatro siglos de existencia, el protagonismo inequívoco de la universidad más universal de todas, la Decana de América, se destaca per se. Cuya participación continúa, activa y vigente, a través de la formación constante de profesionales en las distintas ramas académicas siendo principal objetivo: el construir los mejores derroteros para el desarrollo de nuestro país en pro y beneficio de todos.

Facultades sanmarquinas

La Universidad inició funciones el 2 de enero de 1553 en la sala capitular del Convento del Rosario de la Orden de los Dominicos, con la concurrencia de la Real Audiencia presidida por el licenciado Andrés Cianca y el enviado de la Corona D. Cosme Carrillo, primer miembro laico del cuerpo docente.

Durante la época virreinal las Facultades fueron cinco. En el período republicano, hasta 1969 llegaron a diez. Al inaugurarse los estudios de la Universidad sus asignaturas iniciales correspondían a las Facultades de Teología y Arte.

Con la incorporación de graduados en Derecho aparece la Facultad de Cánones. Luego se crea la Facultad de Leyes. La Facultad de Medicina funcionó en el siglo XVII. Con el Reglamento de Instrucción Pública de 1850 surgen dos Facultades efímeras: Matemáticas y Ciencias Naturales, las cuales fueron unificadas en 1862 bajo el nombre de Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas, y posteriormente en 1876 toma el nombre de Facultad de Ciencias.

En este año también se crea la Facultad de Ciencias Económicas y Comerciales. Es así que en el siglo XIX, San Marcos tenía seis Facultades: Teología, Letras, Derecho, Medicina, Ciencias Políticas y Administrativas, y la Facultad de Ciencias.

En el siglo XX fueron organizadas cinco nuevas Facultades, cuatro en el área de Ciencias: Farmacia y Bioquímica, Odontología, Medicina Veterinaria, Química y Educación en el área de Humanidades. La de Teología adquirió un régimen distinto en 1935 y dejó de formar parte de San Marcos. En consecuencia, en 1969 solo existían tres Facultades que procedían de la época colonial: Letras y Ciencias Humanas (antes Facultad de Artes), Derecho (Leyes y Cánones) y Medicina.

A partir del siglo XX, con la especialización del conocimiento, muchas carreras se independizaron y motivaron la creación de diversas Facultades, al punto que actualmente la Decana de América cuenta con 62 carreras (correspondientes a cinco áreas académicas) distribuidas en 20 Facultades.

En este año también se crea la Facultad de Ciencias Económicas y Comerciales. Es así que en el siglo XIX, San Marcos tenía seis Facultades: Teología, Letras, Derecho, Medicina, Ciencias Políticas y Administrativas, y la Facultad de Ciencias.

En este año también se crea la Facultad de Ciencias Económicas y Comerciales. Es así que en el siglo XIX, San Marcos tenía seis Facultades: Teología, Letras, Derecho, Medicina, Ciencias Políticas y Administrativas, y la Facultad de Ciencias.

    Facultad de Letras y Ciencias Humanas
    Facultad de Derecho y Ciencia Política
    Facultad de Medicina
    Facultad de Farmacia y Bioquímica
    Facultad de Odontología
    Facultad de Educación
    Facultad de Química e Ingeniería Química
    Facultad de Medicina Veterinaria
    Facultad de Ciencias Administrativas
    Facultad de Ciencias Biológicas
    Facultad de Ciencias Contables
    Facultad de Ciencias Económicas
    Facultad de Ciencias Físicas
    Facultad de Ciencias Matemáticas
    Facultad de Ciencias Sociales
    Facultad de Ingeniería Geológica, Minera, Metalúrgica y Geográfica
    Facultad de Ingeniería Industrial
    Facultad de Psicología
    Facultad de Ingeniería Electrónica y Eléctrica
    Facultad de Ingeniería de Sistemas e Informática

Orígenes

El origen de una Facultad muchas veces surge de cursos que integraban la currícula de profesiones que con el paso del tiempo han ido diversificando su conocimiento y especializándolo, como ya se dijo, al punto de que empezaron a cobrar por sí propios un peso gravitante que determinó su autonomía, ya sea integrándose en un primer momento en Departamentos académicos o en Institutos.

La Facultad de Letras y Ciencias Humanas (FLCH) no es sino la continuidad de lo que fuera la Facultad de Teología y de Artes, fundada en 1553. En ese sentido, desde el punto de vista histórico la Facultad de Letras y Ciencias Humanas aparece como la más antigua Facultad de la Universidad de San Marcos y, en consecuencia, de América. Le siguen en antigüedad, las Facultades de Derecho (1571), y de Medicina (1634), primacía cronológica que debe ser oficialmente reconocida y respetada en todos los actos universitarios de San Marcos.

Un ejemplo de cómo la preponderancia social determina la independización de determinados programas o departamentos se da, precisamente, en la FLCH. Así, hasta 1946, la sección pedagógica formaba parte de la Facultad de Letras y Pedagogía, luego se independizaría y se crearía la Facultad de Educación. Asimismo, en 1954 se crea la Sección de Psicología de la FLCH y para 1988 se crea la Facultad de Psicología, la cual actualmente cuenta con un moderno pabellón separado de la FLCH y ubicado en la Ciudad Universitaria.

Otro tanto se puede decir de la Facultad de Ciencias Sociales, que se crea tomando como base la Dirección de Programas de Ciencias Sociales, perteneciente a Letras. La actual carrera de Antropología, por ejemplo, tiene su antecedente en el Instituto de Etnología de la FLCH.

La Facultad de Farmacia y Bioquímica tiene sus orígenes en la creación del Protoboticario en 1808 y la inclusión de la enseñanza de Farmacia en el cuadro sinóptico del plan de estudios del colegio de Medicina, Farmacia y Cirugía. En 1931 se crea la escuela de Farmacia, que originaría en 1943 la Facultad de Farmacia y Bioquímica.

Otro antecedente interesante es el caso la Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas, creada en 1875 como parte del proceso de modernización del gobierno de Don Manuel Pardo (1872-1876). El propósito de la creación de la referida Facultad era la formación de funcionarios para la administración pública y la diplomacia. Sin embargo, en 1928, la Facultad de Ciencias Económicas reemplazó a la anterior Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas. En 1980, se produce la separación de los Programas y Departamentos de Contabilidad y Administración y en 1984 se crea la actual Facultad de Ciencias Administrativas.

A la Facultad de Ciencias Económicas pertenecía el Instituto Superior de Ciencias Contables, creado en 1936, en donde se formaron los primeros contadores públicos de Lima. Luego de varias reformas curriculares y reestructuraciones de las áreas de estudio, en 1984 se crea la Facultad de Ciencias Contables.
Ciencias e Ingenierías

En cuanto a las ingenierías y ciencias básicas, en 1983 se aprueba la creación de las 17 Facultades que dieron origen a una nueva etapa histórica en San Marcos, de donde nacería la Facultad de Geología, Minas, Metalúrgica, Ciencias Geográficas y Mecánica de Fluidos.

En 1991, a pedido del Consejo de Facultad, la Asamblea Universitaria reestructura la conformación de la Facultad y la Escuela Académico Profesional de Mecánica de Fluidos pasa a integrar a la Facultad de Ciencias Físicas. En el año 1995, la Escuela de Geología se fusiona con la de Ingeniería Geológica y la de Ciencias Geográficas, y es a partir de entonces que la nueva denominación es Facultad de Ingeniería Geológica, Minera, Metalúrgica y Geográfica.

Una Facultad que ha mantenido su preeminencia académica y autonomía sin muchos sobresaltos es la de Ciencias Matemáticas, la cual inicia su funcionamiento en el año 1850. En 1862 se le denominó Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas, posteriormente en 1876 toma el nombre de Facultad de Ciencias. Hoy en día se le denomina Facultad de Ciencias Matemáticas.

Otra carrera que con el paso del tiempo adquirió tal grado de especialización que hubo de independizarse fue Ingeniería Industrial: al promulgarse el Estatuto de la Universidad, en setiembre de 1984, el Programa Académico de Ingeniería Industrial se convierte en la Escuela Académico Profesional de Ingeniería Industrial integrando la Facultad de Ingeniería Industrial e Ingeniería Electrónica. Para diciembre de 1988, la Asamblea Universitaria considera conveniente darle autonomía creándose de esta manera la Facultad de Ingeniería Industrial.

Y para terminar este rápido recuento de Facultades creadas sobre la base de instituciones o departamentos, cabe hacer mención, nuevamente, a la que fuera, en el siglo XIX, la Facultad de Matemáticas y Ciencias Naturales, cuyo plan de estudios incluía, entre otras materias de enseñanza, a la cátedra de Historia Natural, que tuvo como primer docente nada menos que a Antonio Raimondi Dell'Acqua quien fuera también el primer decano de la Facultad de Ciencias.

Andando el tiempo, hubo una notable reforma en los Programas de Estudio de Ciencias Biológicas, cuyos biólogos egresaban de la Facultad de Ciencias. La Escuela Instituto de Ciencias Biológicas tuvo vigencia hasta octubre de 1968, año en que se instituyeron en la universidad los Programas Académicos y Departamentos Académicos. Por fin, en 1984 se crea la Facultad de Ciencias Biológicas.
Generaciones de maestros

La Universidad Nacional Mayor de San Marcos es la única de América que presenta una continuidad ininterrumpida. Desde su inicio con el rector Fray Juan Bautista de la Roca hasta nuestros días, han guiado su destino 213 rectores.

En los claustros sanmarquinos se han formado muchas de las figuras más notables del arte, ciencia y política del Perú y América, y de sus aulas han egresado la mayoría de profesionales y estudiosos que prestan sus servicios en las principales universidades, así como en empresas e instituciones nacionales y extranjeras.

La Universidad ha transitado, desde su fundación, por cinco diferentes locales: tres durante el siglo XVI: Convento de Nuestra Señora del Rosario de la Orden de los Dominicos, a extramuros en la parte de San Marcelo, donde poco antes había funcionado el Convento de la Orden de San Agustín, y en 1575 en la primitiva Plaza del Estanque, después llamada de la Inquisición, actual local del Congreso.

En la segunda mitad del siglo XIX se trasladó al local del antiguo Convictorio de San Carlos (Parque Universitario) durante el gobierno de Manuel Pardo y, en la actualidad, ocupa la Ciudad Universitaria ubicada entre la Avenida Venezuela y la Avenida Universitaria, Cercado de Lima.
Con afecto,
Ruben

jueves, 16 de mayo de 2019

Florence Nightingale y su historia

Florence Nightingale


Florence Nightingale y su historia

(Florencia, 1820 - Londres, 1910) Enfermera inglesa, pionera de la enfermería profesional moderna. Hasta mediados del siglo XIX, la atención a los enfermos en los hospitales de campaña era prácticamente nula, y las condiciones de hacinamiento y la carencia de salubridad en los mismos eran causa de gran número de defunciones. La meritoria labor de Florence Nightingale, considerada como la fundadora de los modernos cuerpos de enfermeras, supuso una notable mejora en la organización de los hospitales.
Procedente de una familia rica, Florence Nightingale rechazó la cómoda vida social a la que estaba destinada para trabajar como enfermera desde 1844. Motivada por sus deseos de independencia y por sus convicciones religiosas, se enfrentó a su familia y a los convencionalismos sociales de la época para buscar una cualificación profesional que le permitiera ser útil a sus semejantes.

En 1853 llegó a ser supervisora de enfermeras de un hospital de caridad de Londres, en el que introdujo eficientes innovaciones técnicas y de organización; con su trabajo empezó a superarse el modelo asistencial tradicional, basado en los buenos sentimientos y en el sectarismo religioso, y a sustituirse por una asistencia sanitaria científica, la cual precisaba una rigurosa formación del personal de enfermería.

En 1854-56 se hizo famosa organizando un servicio de enfermeras para los soldados británicos de la Guerra de Crimea: en el hospital de campaña de Usküdar o Escútari (Turquía) consiguió mejoras sanitarias espectaculares, enfrentándose a los prejuicios de los médicos militares y a la pobreza de medios con que el ejército solía tratar a los soldados. Regularmente visitaba a los heridos durante la noche, lo que le valió el sobrenombre de «la dama de la lámpara».

A su regreso a Inglaterra, aprovechó esa popularidad para ejercer influencia en las altas esferas del poder, logrando el apoyo de la reina Victoria I. Publicó un exhaustivo informe titulado Notas sobre la sanidad, la eficacia y la administración hospitalaria en el ejército británico (1858), y, desplegando una actividad frenética, consiguió la reforma de la sanidad militar británica, la extensión progresiva de su modelo a la sanidad civil, la introducción de reformas sanitarias en la India y la creación de una escuela de enfermeras (1860). Desde 1861, sin embargo, permaneció retirada por problemas de salud, consecuencia del esfuerzo desplegado durante la Guerra de Crimea.

Procedente de una familia rica, Florence Nightingale rechazó la cómoda vida social a la que estaba destinada para trabajar como enfermera desde 1844. Motivada por sus deseos de independencia y por sus convicciones religiosas, se enfrentó a su familia y a los convencionalismos sociales de la época para buscar una cualificación profesional que le permitiera ser útil a sus semejantes.

En 1853 llegó a ser supervisora de enfermeras de un hospital de caridad de Londres, en el que introdujo eficientes innovaciones técnicas y de organización; con su trabajo empezó a superarse el modelo asistencial tradicional, basado en los buenos sentimientos y en el sectarismo religioso, y a sustituirse por una asistencia sanitaria científica, la cual precisaba una rigurosa formación del personal de enfermería.

En 1854-56 se hizo famosa organizando un servicio de enfermeras para los soldados británicos de la Guerra de Crimea: en el hospital de campaña de Usküdar o Escútari (Turquía) consiguió mejoras sanitarias espectaculares, enfrentándose a los prejuicios de los médicos militares y a la pobreza de medios con que el ejército solía tratar a los soldados. Regularmente visitaba a los heridos durante la noche, lo que le valió el sobrenombre de «la dama de la lámpara».

A su regreso a Inglaterra, aprovechó esa popularidad para ejercer influencia en las altas esferas del poder, logrando el apoyo de la reina Victoria I. Publicó un exhaustivo informe titulado Notas sobre la sanidad, la eficacia y la administración hospitalaria en el ejército británico (1858), y, desplegando una actividad frenética, consiguió la reforma de la sanidad militar británica, la extensión progresiva de su modelo a la sanidad civil, la introducción de reformas sanitarias en la India y la creación de una escuela de enfermeras (1860). Desde 1861, sin embargo, permaneció retirada por problemas de salud, consecuencia del esfuerzo desplegado durante la Guerra de Crimea.
Florence Nightingale, mucho más que la dama de la lámpara



    Florence Nightingale, la enfermera más famosa del mundo, dedicó a la India la mayor parte de sus noventa años de vida, aunque nunca pudo viajar a ese país que amó.


Florence Nightingale nació el 12 de mayo de 1820 en Florencia, en aquel momento capital del Gran Ducado de Toscana. Perteneciente a  una familia acomodada, era hija de William Edward Nightingale y Frances Smith; Frances, su hermana mayor fue escritora y periodista. Cada 12 de mayo, coincidiendo con el aniversario de su nacimiento, se celebra el Día Internacional de la Enfermería.

En 1837, impulsada por lo que ella interpretó como una ‘llamada divina’,  anunció a su familia su decisión de dedicarse a la enfermería a partir de 1844. A pesar de la fuerte oposición de su familia –fundamentalmente de su madre y su hermana– logró formarse como enfermera. En aquella época, la profesión de enfermera –o cuidadora– estaba asociada a mujeres de la clase trabajadora, nada que ver con una joven culta como Florence, que además estaba destinada a casarse.

Durante los siguientes años, segura de su vocación y de manera autodidacta, se convirtió en una experta frecuentando los centros sanitarios que visitaba en cada uno de sus viajes.
 En efecto, Florence fue una gran viajera, una costumbre de la época cuya función era instruir a las mujeres del siglo XIX: Francia, Italia, Suiza, Grecia o Egipto fueron algunos de sus destinos. Los escritos en su diario de viaje muestran su proceso de aprendizaje, sus habilidades literarias y su manera de afrontar vida.

El 22 de agosto de 1853 asumió el cargo de superintendente en el Instituto para el Cuidado de Señoras Enfermas –eran mujeres sin techo– en Londres, puesto que ocupó hasta octubre de 1854. En esta institución realizó algunas mejoras, como la instalación de agua caliente en las habitaciones o el emplazamiento de un ascensor. Se encargó, además, de encontrar casas de convalecencia para buscar trabajo a institutrices que salían del hospital.
Florence y la guerra de Crimea

Entre octubre de 1853 y febrero de 1856 se desarrolló la guerra de Crimea, conflicto bélico entre el Imperio ruso –en aquel momento en manos de la dinastía Románov– y la alianza del Reino Unido, Francia, el Imperio otomano y el Reino de Piamonte y Cerdeña. La mayor parte del conflicto tuvo lugar en la península de Crimea, en el mar Negro. Las tropas británicas se movilizaron para la expedición a Crimea contra la política de agresión del gobierno zarista a Turquía.

Los aliados estaban venciendo a los rusos; sin embargo, las enfermedades estaban diezmando al ejército británico, que no disponía ni de médicos, ni de medicinas, ni de enfermeros suficientes: en las primeras semanas de conflicto, de cada cien muertos, ochenta eran víctimas de los deficientes tratamientos sanitarios.

En aquel momento, Sidney Herbert –antiguo conocido de la familia Nightingale– era el Secretario de Guerra en Gran Bretaña. Conocía las actividades de Florence como enfermera, a la que solicitó ayuda.

El 21 de octubre de 1854, Florence y un equipo de treinta y ocho enfermeras voluntarias –muchas de ellas inexpertas, y entrenadas personalmente por Florence– partieron hacia el frente. Fueron transportadas a través del mar Negro hasta la base de operaciones británica en Scutari: llegaron a principios de noviembre de 1854. Encontraron un panorama desolador: los soldados heridos recibían tratamientos inadecuados por parte de un equipo médico superado por la situación, mientras que los mandos del ejército eran totalmente indiferentes ante esta situación.
‘Florence Nightingale recibiendo a los heridos en Scutari’, de Jerry Barrett (National Gallery, Londres).

Los suministros médicos escaseaban, la higiene era lamentable y las infecciones abundaban. No se contaba con equipamiento apropiado para procesar los alimentos de los pacientes y, además, la comida era insuficiente.

Durante el primer verano de Florence en Scutari, algo más de cuatro mil soldados perdieron la vida; fallecieron diez veces más soldados por enfermedades como tifus, fiebre tifoidea, cólera y disentería que por heridas en el campo de batalla.

En marzo de 1855, el gobierno británico destinó una comisión sanitaria a Scutari, casi seis meses después de la llegada de Florence. Ella ordenó la limpieza de los vertederos contaminantes y mejoró la ventilación del hospital. A partir de esas medidas el índice de mortalidad bajó rápidamente.

En pleno conflicto, un artículo en The Times publicado el 8 de febrero de 1855, describía a Florence y su labor de este modo: «Sin exageración alguna es un «ángel guardián» en estos hospitales, y mientras su grácil figura se desliza silenciosamente por los corredores, la cara del desdichado se suaviza con gratitud a la vista de ella. Cuando todos los oficiales médicos se han retirado ya y el silencio y la oscuridad descienden sobre tantos postrados dolientes, puede observársela sola, con una pequeña lámpara en su mano, efectuando sus solitarias rondas».

En 1856, con la guerra ya terminada, Florence –que había enfermado de fiebre tifoidea en Crimea– solicitó audiencia a la Reina Victoria y convenció a la monarca de la necesidad de poner en marcha drásticas reformas higiénicas en los centros hospitalarios.

En mayo de 1856 se expidió una Real Orden para establecer una investigación sobre los desastres de la guerra de Crimea: los minuciosos apuntes tomados por Florence Nightingale durante su estancia en Scutari ayudaron a que se fomentaran las medidas preventivas, aplicándose eficaces reformas.
En el centro, Monumento conmemorativo de la guerra de Crimea, Waterloo Place (Londres).
.

Al finalizar la guerra, Florence Nightingale –recibida como una auténtica heroína en su país– comenzó a ser conocida como la dama de la lámpara –the Lady of the Lamp– a causa del poema Santa Filomena de Henry Wadsworth Longfellow, publicado en 1857:

    Los heridos en la batalla,
    en lúgubres hospitales de dolor;
    los tristes corredores,
    los fríos suelos de piedra.
    ¡Mirad! En aquella casa de aflicción
    Veo una dama con una lámpara.
    Pasa a través de las vacilantes tinieblas
    y se desliza de sala en sala.
    Y lentamente, como en un sueño de felicidad,
    el mudo paciente se vuelve a besar
    su sombra, cuando se proyecta
    en las oscuras paredes.

En 1860, Florence inauguró una Escuela de Adiestramiento de Enfermeras en el hospital St. Thomas y comenzó a trabajar y escribir sobre diferentes reformas sanitarias.
Florence Nightingale (en el medio de la fotografía) con un grupo de enfermeras en el el hospital St. Thomas (1886).

En 1883, la reina Victoria le otorgó la Real Cruz Roja, y en 1907 el Rey Eduardo VII le concedió la Orden del Mérito, la primera vez que se dispensaba a una mujer. En 1908, se le entregaron las Llaves de la Ciudad de Londres y, en 1910 falleció mientras dormía.
Florence y la enfermería

    La observación indica cómo está el paciente, la reflexión indica qué hay que hacer, la destreza práctica indica cómo hay que hacerlo. La formación y la experiencia son necesarias para saber cómo observar y qué observar; cómo pensar y qué pensar.

Florence Nightingale, Notas sobre hospitales, 1863
Florence Nightingale Pledge (1893).

El Juramento Florence Nightingale fue creado en 1893 en la escuela de enfermería Ferrand, del Hospital Arpar de Detroit. Es aquel con el que las enfermeras y enfermeros se comprometen a «Abstenerse de provocar daño alguno» y a «considerar como confidencial toda información que le sea revelada en el ejercicio la profesión, así como todos los asuntos privados de los pacientes»:

    Yo solemnemente me prometo a mi misma y delante de Dios y en presencia de esta asamblea que voy a pasar mi vida en pureza y voy a practicar mi profesión con toda mi fidelidad. Voy a abstenerme de cualquier cosa dañina y nociva y no voy a tomar ni administrar a sabiendas ninguna droga nociva. Voy a hacer todo lo que tenga a mi alcance para elevar al nivel de mi profesión y para mantener en confidencia todos los asuntos personales para que no salgan a la luz al igual que todos los asuntos familiares que lleguen a mi conocimiento en la práctica de mi vocación. Con toda lealtad haré un esfuerzo por prestar ayuda al médico en su trabajo y dedicarme a procurar el bienestar del personal bajo mis cuidados.

Extracto del Juramento Florence Nightingale.

En 1859 se publicaron las Notas sobre Enfermería: Qué es y qué no es –Notes on nursing: What it is, and what it is not– de Florence, texto que sirvió como base del programa de estudios de la Escuela Nightingale y de otras escuelas de enfermería que siguieron el mismo modelo, a pesar de haberse escrito como guía para quienes ejercían cuidados de enfermería a domicilio. En el prefacio decía: «Cada día tiene mayor importancia el conocimiento de la higiene, el conocimiento de la enfermería, en otras palabras, el arte de mantenerse en estado de salud, previniendo la enfermedad, o recuperándose de ella. Se le reconoce como el conocimiento que todo el mundo debe tener –distinto del conocimiento médico, propio solamente de una profesión–».

Florence tuvo una influencia decisiva en la creación de la Cruz Roja Británica en 1870, y fue miembro de su Comité de Damas, interesándose por las actividades del movimiento hasta su fallecimiento. Henri Dunant, fundador de la Cruz Roja, manifestó en una visita a Londres en 1872: «A pesar de que soy conocido como el fundador de la Cruz Roja y el promotor de la Convención de Ginebra, es a una dama que todo el honor de esa convención es debido. Lo que me inspiró a viajar a Italia durante la guerra de 1859, fue el trabajo de Miss Florence Nightingale en Crimea».

El año 2010 fue declarado Año Internacional de la Enfermería para reivindicar, entre otras, la relevancia histórica de Florence Nightingale en el centenario de su fallecimiento.
Florence, las matemáticas y la estadística

En 1840, Florence Nightingale rogó a sus padres que «la dejaran estudiar matemáticas en vez del trabajo repetitivo y la práctica de cuadrillas». Su madre no lo aprobó, ella asumía que el destino de su hija era el matrimonio, «¿qué utilidad tendrían las matemáticas para una mujer casada?». Su padre, a pesar de su gusto por las matemáticas y habérselo transmitido a su hija, le pidió que estudiara temas más apropiados para una mujer, tales como historia o filosofía natural y moral. Sus padres, finalmente, no tuvieron más remedio que darle permiso.

Florence aprendió aritmética, geometría y álgebra; uno de sus tutores fue James Joseph Sylvester. Antes de dedicarse plenamente a la enfermería, tuteló a niñas y niños en esas áreas de las matemáticas, con un programa de aprendizaje concreto y bien planificado. En sus Planes de lecciones para la enseñanza de la aritmética y la geometría incluía problemas basados en las vidas de sus alumnas y alumnos. En ellos mostraba en particular una especial preocupación por la educación de las niñas: «La aritmética de las niñas ha sido descuidada… su geografía debería ser aritmética.»

Florence ejemplificaba el proceso de enseñanza y aprendizaje en sus lecciones de esta manera: «¿Qué tan alto es un venado? ¿Es usted tan alta? ¿Qué tan alta es usted? Tres pies… ¿Cuánto es eso? Una yarda… ¿Es usted cuadrúpeda? ¿Qué tan lejos está la parte más nórdica de Europa del Ecuador? ¿Qué tan lejos tiene que caminar a la escuela? Dos millas… ahora, ¿si usted tuviera que caminar dos millas geográficas cada día, cuanto tendría que caminar para llegar al Ecuador?»

Recomiendo el artículo [3] en el que Arantza Urkaregi Etxepare expone las principales aportaciones de Florence Nightingale a la estadística y explica con detalle su magnífica idea de crear el Diagrama de la rosa para representar las causas y la evolución de la mortalidad de los soldados durante su estancia en el hospital militar de Scutari.
Diagrama de la rosa.

En sus últimos años, Florence Nightingale realizó un exhaustivo informe estadístico acerca de las condiciones sanitarias en las zonas rurales de la India, promoviendo la introducción de mejoras en la atención médica y en el servicio de salud pública en ese país.

Entre los años 1858 y 1859 presionó al gobierno de Gran Bretaña –con éxito– para que se estableciera una Comisión Real para tratar la situación India. Dos años después redactó un informe para la comisión, y completó su propio estudio en 1863. Después de diez años de reformas sanitarias, en 1873, Florence informó que la mortalidad entre los soldados en la India disminuyó de 69 a 19 por cada mil.

La aportación de Florence Nigthingale al campo de la estadística fue reconocida con su nombramiento, en 1858, como miembro de la Royal Statistical Society, siendo la primera mujer en acceder a ese cargo. Además, en 1874, se convirtió en miembro honorífico de la American Statistical Association.

Florence Nigthingale no fue solo esa ‘dama de la lámpara’ que observaba y aliviaba a sus pacientes durante las largas noches de Scutari. Su valioso legado, fundamentalmente en enfermería y estadística, merece todo nuestro reconocimiento.
Referencias

[1] Marta Macho Stadler, Matemáticas para entender los fenómenos sociales: los trabajos pioneros de Florence Nightingale, Pensamiento Matemático, vol. 7, no. 1 (2017) 93-105

[2] Txaro Uliarte, Exposición Centenario Florence Nightingale. Museo Historia de la Medicina, UPV/EHU

[3] Arantza Urkaregi Etxepare, Florence Nightingale, pionera estadística, Mujeres con ciencia, Vidas científicas, 12 mayo 2014

[4] Wikipedia
Con afecto,
Ruben