Biografía
En los albores del siglo XX, el neurólogo austriaco Sigmund Freud empezó
a sentar las bases del psicoanálisis, un novedoso enfoque sobre la psique
humana que es tanto una teoría de la personalidad como un método de tratamiento
para pacientes con trastornos. La principal contribución de Freud a la
psicología sería su concepto de inconsciente. Freud sostenía que el
comportamiento de una persona está profundamente determinado por pensamientos,
deseos y recuerdos reprimidos; según su teoría, las experiencias dolorosas de
la infancia son desalojadas de la conciencia y pasan a formar parte del
inconsciente, desde donde pueden influir poderosamente en la conducta. Como
método de tratamiento, el psicoanálisis procura llevar estos recuerdos a la
conciencia para así liberar al sujeto de su influencia negativa.
Sigmund Freud
No son pocas las objeciones e incluso sarcasmos que, ya en su tiempo y
todavía en nuestros días, recibió y sigue recibiendo el psicoanálisis. Por los mismos años en
que Wilhelm Wundt trataba de afianzar la
psicología como ciencia independiente aplicando una metodología experimental,
Freud partió de la observación clínica para construir una disciplina con importantes
núcleos especulativos y, en consecuencia, difícilmente verificables; su
eficacia terapéutica también sería blanco de críticas.
Pese a ello, la difusión del psicoanálisis acabó revolucionando la
visión del ser humano; su influencia sobrepasó de inmediato el ámbito de la
psicología para extenderse a la filosofía, la literatura y las artes, y
nociones como la de inconsciente quedaron instaladas en la cultura occidental
hasta el punto de haber sido asumidas, incluso en lo que respecta a la percepción
de su propia mente, por el hombre contemporáneo. En este sentido, en Freud
culminan los sucesivos avances que, desde el siglo XVII, dejaron atrás los
presupuestos religiosos y configuraron la mentalidad científica moderna: Newton estableció la concepción del
universo; Darwin, la del origen de la vida y del
hombre, y Freud, la de la psique, con la salvedad de que las doctrinas
freudianas carecen de fundamentos científicos comparables.
Biografía
Sigismund Freud, que a los veintidós años habría de cambiar ese nombre
por el de Sigmund, nació en Freiberg, en la antigua Moravia (hoy Príbor,
República Checa), el 6 de mayo de 1856. Su padre fue un comerciante en lanas
que, en el momento de nacer él, tenía ya cuarenta y un años y dos hijos habidos
en un matrimonio anterior; el mayor de ellos tenía aproximadamente la misma
edad que la madre de Freud -veinte años más joven que su esposo- y era, a su
vez, padre de un niño de un año. En su edad madura, Freud hubo de comentar que
la impresión que le causó esta situación familiar un tanto enredada tuvo como
consecuencia la de despertar su curiosidad y aguzar su inteligencia.
En 1859, la crisis económica dio al traste con el comercio paterno, y al
año siguiente la familia se trasladó a Viena, en donde vivió largos años de
dificultades y estrecheces, siendo muy frecuentes las temporadas en las que,
durante el resto de su larga vida (falleció en octubre de 1896), el padre se
encontraría sin trabajo. Aunque siempre detestó Viena, Sigmund Freud residiría
en esta ciudad hasta un año antes de su muerte: pese a la intercesión de Roosevelt y Mussolini, en junio de 1938 se vería
obligado por su condición de judío (sus obras habían sido quemadas en Berlín en
1933) a emprender el camino del exilio hacia Londres como consecuencia del Anschluss,
la anexión de Austria al proyecto pangermanista de la Gran Alemania, preparada
por los nazis con ayuda del canciller austriaco Arthur Seyss-Inquart y sus prosélitos.
La familia se mantuvo fiel a la comunidad judía y sus costumbres, aunque no fue especialmente religiosa; al padre cabe considerarlo próximo al librepensamiento, y el propio Freud había perdido las creencias religiosas ya en la adolescencia. En 1873, el joven Freud finalizó sus estudios secundarios con excelentes calificaciones. Había sido siempre un buen estudiante, correspondiendo a los sacrificios en pro de su educación hechos por sus padres, que se prometían una carrera brillante para su hijo, el cual compartía sus expectativas. Después de considerar la posibilidad de cursar estudios de derecho, se decidió por la medicina, aunque no con el deseo de ejercerla, sino movido por una cierta intención de estudiar la condición humana con rigor científico.
Entre la medicina y la investigación
A mitad de la carrera tomó la determinación de dedicarse a la
investigación biológica, y de 1876 a 1882 trabajó en el laboratorio del
fisiólogo Ernst von Brücke, interesándose en algunas estructuras nerviosas de
los animales y en la anatomía del cerebro humano. De esa época data su amistad
con el médico vienés Josef Breuer, catorce años mayor que él, quien hubo de
prestarle ayuda, tanto moral como material. En 1882 conoció a Martha Bernays,
su futura esposa, hija de una familia de intelectuales judíos; el deseo de
contraer matrimonio, sus escasos recursos económicos y las pocas perspectivas
de mejorar su situación trabajando con Von Brücke hicieron que desistiese de su
carrera de investigador y decidiera ganarse la vida como médico, título que
había obtenido en 1881, con tres años de retraso.
Sin ninguna vocación por el ejercicio de la medicina general, resolvió
sin embargo adquirir la experiencia clínica necesaria para alcanzar un cierto
prestigio; desde julio de 1882 hasta agosto de 1885 trabajó como residente en
diversos departamentos del Hospital General de Viena, decidiendo especializarse
en neuropatología. En 1884 se le encargó un estudio sobre el uso terapéutico de
la cocaína y, no sin cierta imprudencia, la experimentó en su persona. No se
convirtió en un toxicómano, pero causó algún que otro estropicio, como el de
empujar a la adicción a su amigo Von Fleischl al tratar de curarlo de su
morfinomanía, agravando, de hecho, su caso. En los círculos médicos se dejaron
oír algunas críticas, y su reputación quedó un tanto ensombrecida.
En 1885 se le nombró Privatdozent de la Facultad de Medicina de Viena, en donde enseñó a lo largo de toda su carrera (primeramente neuropatología, y, tiempo después, psicoanálisis), aunque sin acceder a ninguna cátedra. La obtención de una beca para un viaje de estudios le llevó ese mismo año a París, en donde trabajó durante cuatro meses y medio en el servicio de neurología de la Salpêtrière bajo la dirección de Jean-Martin Charcot, por entonces el más importante neurólogo francés. Allí tuvo ocasión de observar las manifestaciones de la histeria y los efectos de la hipnosis y la sugestión en el tratamiento de la misma.
De regreso a Viena, contrajo matrimonio en septiembre de 1886, después
de un largo noviazgo jalonado de rupturas y reconciliaciones como consecuencia,
en especial, de los celos que sentía Freud hacia quienquiera que pudiese ser objeto
del afecto de Martha (incluida su madre). En los diez años siguientes a la
boda, el matrimonio tuvo seis hijos, tres niños y tres niñas, la menor de las
cuales, Anna Freud, nacida en diciembre de 1895,
habría de convertirse en psicoanalista infantil. Poco antes de casarse, Freud
abrió una consulta privada como neuropatólogo, utilizando la electroterapia y
la hipnosis para el tratamiento de las enfermedades nerviosas.
Hacia el psicoanálisis
Su amistad con Josef Breuer cristalizó, por entonces, en una
colaboración más estrecha, que fructificaría finalmente en la creación del
psicoanálisis, aunque al precio de que la relación entre ambos se rompiera.
Entre 1880 y 1882, Breuer había tratado un caso de histeria (el de la paciente
que luego sería mencionada como «Anna O.»); al interrumpir el tratamiento,
habló a Freud de cómo los síntomas de la enferma (parálisis intermitente de las
extremidades, así como trastornos del habla y la vista) desaparecían cuando
ésta encontraba por sí misma, en estado hipnótico, el origen o la explicación.
En 1886, luego de haber comprobado en París la operatividad de la hipnosis,
Freud obligó a Breuer a hablarle de nuevo del caso y, venciendo su resistencia
inicial, a consentir en la elaboración conjunta de un libro sobre la histeria.
Durante la gestación de esta obra (aparecida en 1895 con el título Estudios
sobre la histeria), Freud esbozó sus primeras ideas sobre el psicoanálisis.
Breuer participó hasta cierto punto en el desarrollo, aunque frenando el
alcance de las especulaciones más tarde características de la doctrina
freudiana y rehusando, finalmente, subscribir la creciente convicción de Freud
acerca del papel desempeñado por la sexualidad en la etiología de los
trastornos psíquicos.
En 1896, después de romper con Breuer de forma un tanto violenta, Freud
empezó a transformar la metodología terapéutica que aquél había calificado de
«catártica», basada en la hipnosis, en lo que él mismo denominó el método de
«libre asociación». Trabajando solo, víctima del desprecio de los demás
médicos, el tratamiento de sus pacientes le llevó a forjar los elementos
esenciales de los conceptos psicoanalíticos de «inconsciente», «represión» y
«transferencia». En 1899 apareció su famoso tratado La interpretación de los
sueños, aunque con fecha de edición de 1900, y en 1905 se publicó Tres
contribuciones a la teoría sexual, la segunda en importancia de sus obras.
Estos dos fueron los únicos libros que Sigmund Freud revisó puntualmente en
cada una de sus sucesivas ediciones.
Hasta 1905, y aunque por esa fecha sus teorías habían franqueado ya
definitivamente el umbral de los comienzos y se hallaban sólidamente
establecidas, contó con escasos discípulos. Pero en 1906 empezó a atraer más
seguidores; el circulo de los que, ya desde 1902, se reunían algunas noches en
su casa con el propósito de orientarse en el campo de la investigación
psicoanalítica, fue ampliado y cambió incluso varias veces de composición,
consolidándose así una sociedad psicoanalítica que en la primavera de 1908, por
invitación de Carl Gustav Jung, celebró en Salzburgo el
Primer Congreso Psicoanalítico.
Al año siguiente, Freud y Jung viajaron a Estados Unidos, invitados a
pronunciar una serie de conferencias en la Universidad Clark de Worcester,
Massachusetts, y comprobaron con sorpresa el entusiasmo que, mucho antes que en
Europa, el pensamiento freudiano había suscitado en América. En 1910 se fundó
en Nuremberg la Sociedad Internacional de Psicoanálisis, dirigida por Jung,
quien conservó la presidencia hasta 1914. Ese año se vio obligado a dimitir
como corolario de la ruptura propiciada en 1913 por el mismo Freud, al declarar
improcedente la ampliación jungiana del concepto de «libido» más allá de su
significación estrictamente sexual. En 1916 publicó Introducción al
psicoanálisis.
En 1923 le fue diagnosticado un cáncer de mandíbula y hubo de someterse
a la primera de una serie de intervenciones. Desde entonces y hasta su muerte
en Londres el 23 de septiembre de 1939, estuvo siempre enfermo, aunque no
decayó su enérgica actividad.
Sus grandes contribuciones al
diagnóstico del estado de la civilización datan de ese período: El porvenir
de una ilusión (1927), El malestar en la cultura (1930), Moisés y
el monoteísmo (1939). Ya con anterioridad, a través de obras entre las que
destaca Tótem y tabú (1913), inspirada en el evolucionismo biológico de Charles Darwin y el evolucionismo
antropológico y social de James George Frazer, había dado testimonio
de hasta qué punto consideró que la importancia primordial del psicoanálisis,
más allá de una eficacia terapéutica que siempre juzgó restringida, residía en
su condición de instrumento para investigar los factores determinantes en el
pensamiento y el comportamiento de los hombres.
Biografía médica de Sigmund Freud
Dr. Milton Rizzi*
Resumen
Sigmund Freud nació en Freiberg, Moravia, el 6 de mayo de 1856 en una familia judía. Sus padres se trasladaron a Viena dos años después. Fue en esa ciudad donde el joven Freud estudió Medicina, inclinándose en primera instancia, con Brücke, hacia la investigación en neurología. Su matrimonio con Martha Bernays lo decidió a ejercer privadamente la psiquiatría, luego de frecuentar las clínicas de Meynert, de Charcot y de Breuer. Con este último publicó La interpretación de los sueños en 1900. Entre las numerosas enfermedades que padeció, destacamos jaquecas pulsátiles, amigdalitis, otitis, rinosinusitis, tifoidea, viruela, arritmia cardíaca, neumonía, reumatismo, ciática, colon irritable y prostatismo. De siempre fumador de cigarros, el tumor maxilar que lo llevó a la muerte comenzó en 1923 y se desarrolló inexorablemente durante los siguientes 16 años, motivando la realización de 34 intervenciones quirúrgicas y variadas aplicaciones locales de radio, al igual que sesiones de radioterapia externa. Los mejores médicos europeos de los comienzos del siglo XX lo asistieron en su torturante calvario. Una revisión moderna de las placas histopatológicas conservadas en el Instituto Curie de París, permite afirmar que lo que Freud realmente tuvo fue un carcinoma verrugoso, entidad descrita por Lauren Ackerman, de St. Louis, Missouri, en 1948, es decir nueve años después de la muerte del genio.
Palabras clave: SIGMUND FREUD
BIOGRAFÍA
CARCINOMA VERRUGOSO
NEOPLASIAS MAXILARES
Resumen del Psico análisis
El psicoanálisis es un método creado por el médico y neurólogo austríaco Sigmund Freud (1856–1939) que tiene como objetivo la investigación y el tratamiento de las enfermedades mentales. Se basa en el análisis de los conflictos sexuales inconscientes que se originan en la niñez.
Según Freud, la asociación libre era la regla fundamental del psicoanálisis; se trata de una técnica que consiste en que el paciente exprese, durante las sesiones de terapia, todas sus ideas, emociones, pensamientos e imágenes tal y como se le presentan, sin restricciones ni ordenamientos. Ante esta apertura, el psicoanalista debe determinar qué cosas, dentro de esas manifestaciones, reflejan un conflicto inconsciente. Cabe mencionar que, a pesar de contener el término libre, esta práctica también está sometida a las decisiones de nuestro cerebro.
Resulta interesante señalar que el psicoanálisis ha detectado diversos mecanismos de defensa que consisten en procedimientos psicológicos no razonados destinados a minimizar las consecuencias de un acontecimiento que genera estrés. Veamos algunos de ellos a continuación:
* la represión, que mantiene alejados de la conciencia los elementos dolorosos;
* la condensación, los sueños que conjugan diversos fragmentos en un mismo elemento;
* el desplazamiento, que se da cuando las ideas se desplazan de un hecho inaceptable o peligroso a uno aceptable.
Durante un tratamiento de psicoanálisis, los pacientes suelen descubrir cosas acerca de ellos mismos que no quieren aceptar, o que les resultan demasiado difíciles de entender; muchas veces, ante tales hallazgos, huyen despavoridos de la terapia, para nunca regresar. Es importante que los terapeutas se antepongan a estas situaciones, que son especialmente comunes en los casos de personas que no se han psicoanalizado antes.
Durante una sesión, los psicólogos pueden intervenir hasta un cierto punto, y esto depende de la escuela a la que pertenezcan; lo más común es que se de al paciente el tiempo necesario para ahondar en su interior, descubrir gradualmente detalles de su persona que han permanecido ocultos durante años, y guiarlos para que los entiendan, los acepten y trabajen sobre ellos.
Además de dar el espacio para que los pacientes descubran poco a poco las raíces de sus problemas e intenten comprenderlos, se recomienda no proponer medidas violentas, sorprendentes, que acarreen cambios bruscos e inesperados, ya que esto suele generar un efecto negativo y contraproducente. A menudo los psicoanalistas se sirven de la ayuda de los psiquiatras, cuando consideran que una persona puede beneficiarse del consumo de algún fármaco. Esta decisión es adecuada en muchos casos, pero es fundamental que no la comuniquen a sus pacientes sin prepararlos para ello.
Existen opiniones muy diversas con respecto a la terapia: muchas personas temen buscar ayuda en el psicoanálisis, por creer que este recurso corresponde solamente a alguien con graves trastornos mentales.
Sin embargo, ante etapas de profunda depresión, incluso los incrédulos acuden al diván, pero no sin ciertas reservas; se trata de un paso muy importante, de una decisión delicada que puede desmoronarse si no se recibe el trato adecuado. Cuando alguien se siente vulnerable, lo último que necesita es que se critique bruscamente su comportamiento o sus ideas, sobre todo si esto viene de un ser en quien confiamos.
Por último, el fenómeno conocido como transferencia se refiere al momento de la terapia en la cual el paciente transfiere en la figura de su psicólogo ciertas experiencias vividas en el pasado, por lo general relacionadas con la distorsión de las figuras paternas y maternas.
Con afecto,
Ruben
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