jueves, 25 de marzo de 2021

Fabulas de Jean de la Fontaine 1

 

Fabulas de Jean de la Fontaine


 

 

Nada CON EXCESO




Nadie procede con la debida moderación: en todas las cosas hay que guardar ciertamente temperamento.
¿Lo hacemos así? No: siempre pecamos por carta de más o por carta de menos.

El trigo, rico don de la rubia Ceres, si crece demasiado espeso y lozano, esquilma la tierra y no grana bien.
Lo mismo pasa a los árboles. Para corregir ese defecto del trigo, permitió Dios a los carneros que cercenasen la exuberancia de las mieses pródigas.

 Echáronse sobre ellas, y tal destrozo hicieron, que el cielo dio licencia a los lobos para devorar algunas reses. ¿Qué hicieron los lobos? Acabar con todas ellas, y si no acabaron, esa era su intención. Después el cielo encargó a los hombres que castigasen a aquellas bestias, y los hombres, a su vez abusaron del divino mandato.

De todos los seres nadie es tan dado a abusar como la raza humana. Chicos y grandes, todos pueden ser acusados de este defecto. Nadie está exento de él.
“Nada con exceso” es una máxima citada por todos y por nadie observada.

 

Lección / Moraleja:

“Nada con exceso” es una máxima citada por todos y por nadie

 

EL LOBO Y EL PERRO FLACO

 

Habéis visto en otra fábula que por más que hizo el pececillo, lo echaron a la sartén. Dí a entender entonces que soltar lo que tenemos en la mano, con la esperanza de atrapar mejor presa, es gran imprevisión.
El pescador tenía razón; el pececillo hacía bien: cada cual se defiende como puede. Ahora voy a robustecer lo que entonces sostuve con un nuevo ejemplo.

Cierto lobo, tan torpe como cuerdo fue aquel pescador, encontrando un perro lejos de poblado, arremetió contra él. Alegó el perro su escualidez:

“Considere vuestra merced, decía, mi estado mísero; aguarde un poco para llevárseme: mi amo va a casar a su hija única, y claro es que, estando de bodas, he de engordar aunque no quiera.”

Diole crédito el lobo y lo soltó. Volvió a los pocos días para ver si su perro, estaba ya de buen año; pero el picarón se hallaba metido en casa, y a través de una verja le dijo:

“Voy a salir, amigo mío: aguárdanos: ahora mismo estaremos ahí el portero y yo”
El portero era un perrazo enorme, que despachaba a los lobos en un santiamén.

 El rapaz se detuvo un momento, y diciendo después
“dad expresiones al portero,” echó a correr. Era ligero de piernas y también de cascos. No había aprendido aún bien su oficio de lobo.

 

EL AGRICULTOR, EL MOLINERO, EL NOTARIO

 

Un agricultor después de haber obtenido una excelente cosecha, juntó los granos en varios sacos y los llevó al molino, su cálculo le indicaba que obtendría como resultado más de diez bolsas de harina. Dejo los granos al molinero y le dijo:
- Muele el trigo y te pagaré con una de las bolsas de harina.

El molinero aceptó el trato y comenzó con su trabajo. Como resultado obtuvo una docena de bolsas de harina, y pensó:

- Guardaré unas para mí ya que el agricultor no se dará cuenta. Cuando concluyo con todo, se retiró a dormir ya que estaba agotado por la labor diaria.

Cuando el agricultor regreso a buscar sus granos molidos y transformados en fina harina, lo atendió la esposa del molinero, este se sorprendió al ver solamente ocho bolsas de harina. No quiso molestar a la mujer, así que no hizo ningún comentario y se retiró del lugar sin dejar la bolsa que había prometido como pago.

Cuando el molinero, se despertó y se dio cuenta que no estaba la paga por su trabajo, salió a buscar al agricultor. Cuando lo hubo encontrado, le arrojó piedras, lo insulto y lo acusó de ladrón. Mientras seguía la contienda, pasó por el lugar un notario, que se acercó y preguntó: - ¿Por qué apedreas a ese hombre?
y el molinero respondió:
- ¡Porque no me ha pagado por mi trabajo!, con la bolsa de harina prometida.
A lo que el notario dijo:
-¿Y porque no lo has denunciado a la justicia?
- Porque no podría- dijo el agricultor - ya que él se ha robado cuatro o cinco de mis bolsas de harina.

 

Lección / Moraleja:

Quien por su propia mano hace justicia,
alguna culpa esconde con malicia.

 

EL águila Y EL Búho

El águila y el búho pusieron fin a sus querellas y se dieron un abrazo. Juró cada cual respetar los polluelos del otro.
-"¿Conocéis a los míos?" Pregunto el ave de Minerva.
- No, contestó el águila.
-¡Malo! Replico el pájaro fúnebre: temo por su pellejo; milagro será que se salven. Como sois rey, en nada reparáis: los monarcas y los dioses todo lo miden por el mismo rasero. ¡Adiós mis hijuelos, si dais con ellos!

- Enseñádmelos, o explicadme cómo son, y estad seguro de que no he de tocarlos.

- Mis polluelos son bonísimos, gallardos, elegantes: no los hay más lindos en todo el reino de las aves. Con estas señas no podéis desconocerlos. Recordadlas bien.

Tuvo cría el Búho, y una tarde que estaba de caza, atisbó nuestra Águila en el hueco de una roca o en el agujero de una pared ruinosa, que de ello no estoy seguro, unos animalejos monstruosos, repugnantes, de aire hosco y voz chillona.
"No pueden ser éstos los hijos de mi camarada, dijo el Águila; adentro pues." Y los engullo sin más ni más.

Al volver a su casa el Búho, sólo encontró las patas. Quejose a los Dioses, pidioles que castigasen al bandido causante de sus desgracias, y alguien le dijo.
- "Cúlpate a ti mismo, o por mejor decir a la ley natural que nos hace ver a los nuestros hermosos, esbeltos y encantadores. Ese retrato hiciste al Águila de tus hijos: ¿cómo había de reconocerlos?"

 

 

EL ASNO CUBIERTO CON LA PIEL DEL León

Habiéndose cubierto un asno con la piel de un león, era temido en toda la comarca: animal tan medroso hacía temblar a los más valientes. Más ¡ay! Asomó a lo mejor la punta de la oreja, y quedó el engaño bien patente. Vino entonces con la estaca un gañan, y los que no estaban advertidos del ardid, hacinase cruces al ver que un villano apaleaba a los Leones.

Mueve el ruido mucha gente, a la que sienta bien este apólogo:
el traje y el equipo es el secreto de su importancia.

 

 

EL ASNO Y SU MAL Compañero

Un caballo joven y desconsiderado caminaba felizmente, junto a un asno viejo que iba muy cargado por los fardos, que había cargado su amo, sobre su lomo.
El asno le imploró ayuda a su compañero, le dijo: - Te pido amigo me ayudes a cargar la mitad de lo que llevo encima, para ti sería como un juego, en cambio para mí sería un enorme servicio, ya que siento que estoy a punto de desmayarme.
Pero el caballo, se negó a prestarle ayuda, riéndose del burro. Continuaron caminando, hasta que el asno no aguanto más y cayó desfallecido.
Al ver esto, el caballo se dio cuenta de lo mal que había actuado y ahora el amo, quitó toda la carga que transportaba el burro y la colocó encima de él.

 

Lección / Moraleja:

http://refranesyfrases.com/images/open_quote.gifEs preciso ayudarse mutuamente, porque si falta tu compañero su carga terminara en tu espalda.

 

EL ASNO Y SUS AMOS

El asno de un hortelano quejábase a la fortuna, porque le hacían poner en pie antes del alba.

"Muy temprano cantan los gallos, decía, pero yo soy más tempranero todavía ¿Y para qué? Para llevar hortalizas al mercado. ¡Vaya un asunto interesante para interrumpirme el sueño!"

Atendió sus clamores la fortuna y le dio otro amo: pasó a manos de un correjero. Las pieles eran pesadas, ¡y de tan mal olor! La impertinente acémila echó de menos bien pronto a su primer dueño.

"Cuando él no miraba, decía en sus adentros, atrapaba alguna hoja de col, sin costarme nada. Aquí no tengo gajes, como no sea algún trancazo."

Consiguió de nuevo cambiar de suerte, y cayó en poder de un carbonero. Pero, no por eso cesaron las quejas.

"¡Vaya diablo! Exclamo al fin la fortuna: me ocupa más ese jumento que cien monarcas. ¿Presume ser el único descontento con su suerte? ¿No tengo que atender más que a él?"

¡Cuánta razón tenía la fortuna! Todos somos así: nadie está conforme con su condición y estado: nuestra suerte actual parécenos siempre la peor. Fatigamos al cielo con nuestras demandas, y si Dios nos concede a cada cual lo que le hemos pedido, aún le armamos nuevo caramillo.

 

Lección / Moraleja:

*     Nadie está conforme con su condición y estado:
nuestra suerte actual parécenos siempre la peor.

 

EL CHISTOSO Y LOS PESCADOS

Muchos buscan a los chistosos; yo huyo de ellos. El chiste es un arte que requiere, más que de otro alguno, mérito superior: a los dicharacheros los hizo Dios para divertir a los tontos. Introduciré uno de ellos en esta fábula: veremos si logro mi objetivo.

Un chistoso sentábase a la mesa de un rico banquero; y no tenía a su alcance más que menudos pescadillos; los grandes estaban algo lejos. Tomó, pues de los pequeños, e hizo como que les  hablaba al oído y atendía a su respuesta. Chocó aquella pantomima a los comensales, y el chistoso con gran prosopopeya, dijo que estaba con cuidado por un amigo suyo que había partido para las Indias hacía ya un año, y temía que hubiese naufragado. Eso era lo que preguntaba a aquellos pececillos; y decíanle todos que no tenían bastante edad para darle razón; los peces viejos estarían más enterados. ¿Me permitiréis que interrogue a uno de ellos?
- Yo no sé si cayó en gracia su ocurrencia; lo que sé es que se hizo servir un monstruo marino, capaz de darle cuenta de todos los náufragos del océano de cien años a esta parte.

 

EL CIERVO EN LA FUENTE

Mirándose un ciervo en el cristal de una fuente, complacíase de su gallarda cornamenta, y veía a la vez disgustadísimo la delgadez de sus piernas, que iban a perderse dentro del agua.
"¡Cuan desproporcionadas son mi cabeza y mis pies! Decía, contemplando dolorido su propia imagen. Supera mi cerviz a los más altos matorrales; pero las piernas no me honran. "

En esto pensaba, cuando un perro le hace correr en busca de refugio, dirigiéndose a la selva: sus cuernos, incómodo ornato, le detienen a cada paso y embarazan los buenos servicios de sus ágiles piernas, a las que fía su salvación. Desdícese entonces, y reniega del obsequio anual con que le favorece el cielo.

Anteponemos lo bello a lo útil; y lo bello nos daña muchas veces. Aquel ciervo fatuo criticaba sus piernas, que tan provechosas le eran, para encomiar los cuernos, que le servían de estorbo.

 

Lección / Moraleja:

http://refranesyfrases.com/images/open_quote.gifAnteponemos lo bello a lo útil;
y lo bello nos daña muchas veces.

 

EL CIRIO

Las abejas provienen de la mansión de los Dioses. Las primeras se instalaron según cuentan, en el monte Himeto, y se saciaron allí de los dulcísimos tesoros que engendra el soplo de los céfiros.
Cuando les robaron, la ambrosía que guardaban esas hijas del cielo en las celdas de su palacio, o para hablar claro, cuando a los panales, desprovistos de miel, sólo les quedo la cera, comenzó la fabricación de los cirios. Uno de estos, viendo que la tierra, convertida en ladrillo por la acción del fuego, resistía las injurias del tiempo, quiso lograr aquel privilegio, y como nuevo Empedocles (1 condenado al fuego por su insensatez, lanzase al horno.

Mala idea tuvo: aquel Cirio no entendía pizca de filosofía.
Todo es distinto en el mundo: sácate de la cabeza, amigo lector, que los demás seres sean de la misma pasta que tú: el Empedocles de cera se fundió en las brasas; tan loco fue como el otro.

(1)Empedocles, no pudiendo comprender las maravillas del Etna, se echó dentro del volcán, y para que la posteridad no ignorase aquel arrojo, dejó las sandalias al pie de la montaña.

Con afecto,

Ruben

 

 

 

 

 

 

 

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