Erwin Rommel
El zorro del desierto
FUENTE: HISTORIA
NATIONAL GEOGRAFIC
Nacido el 15 de noviembre de 1891, Erwin Rommel fue un
héroe para los alemanes y el oficial más respetado y temido por ejército
británico, que llegó a apodarlo "el zorro del desierto". Pero al
final Adolf Hitler le obligó a suicidarse acusado de participar en un golpe de
Estado.
Biografías
Segunda Guerra Mundial
Nazismo.
J. M. Sadurní
Especialista en actualidad histórica
Actualizado a 29 de abril de 2020
erwin Rommel, el Zorro del Desierto, a diferencia de
los más altos barones del nazismo nació en el seno de una familia burguesa de
clase media el 15 de noviembre de 1891. El más famoso mariscal de campo del
ejército alemán se convertiría en un admirador incondicional de Adolf Hitler,
aunque comprendió demasiado tarde que su ídolo era un criminal sin escrúpulos.
LÍDER, AUSTERO Y ASTUTO ESTRATEGA
Atraído por la emergente industria de la aviación y
por los avances tecnológicos, el joven Erwin pensó estudiar ingeniería, pero
ante la oposición de su padre se alistó en el ejército, una opción muy
atractiva para un joven ambicioso en aquella época. Enrolado en una unidad local,
Rommel pronto destacó por su liderazgo y en poco tiempo pasó de cabo a ser
ascendido a sargento. Rommel ingresó en la Escuela Militar de Danzig, donde
destacó más en las pruebas físicas que en las teóricas.
Durante su estancia en la academia conoció a la que
sería su única esposa, Lucie Maria Mollin. La vida de Rommel en esa época era
prácticamente de vida austero,parco y solitario: no fumaba, no bebía y nunca estuvo: no fumaba,
no bebía y nunca estuvo inmerso en la vida nocturna de la que tanto disfrutaban
los demás oficiales. Era un joven de carácter serio y, al parecer, más dado a
escuchar que a discutir.
La vida de Rommel no encajaba con la del resto de los
oficiales. No disfrutaba de la vida nocturna, ni fumaba ni bebía.
Al estallar la Primera Guerra Mundial, Rommel fue
enviado con su regimiento a la zona del Argonne, una región que se extiende
entre el Marne, las Ardenas y el Mosa. Rápidamente destacó por su valor y fue
ascendido a teniente, ganándose el respeto de sus hombres por estar siempre en
la primera linea de combate. En 1915, Rommel fue condecorado con la Cruz de
Hierro de primera clase y posteriormente fue enviado al frente rumano. Más
tarde recibió la más alta distinción, sólo reservada a los generales, por su
astucia en el campo de batalla: Pour le Mérite.
Foto: CordonPress
PRIMER ENCONTRONAZO CON EL FÜHRER
Rommel encajó muy mal el resultado de la rendición
alemana que culminó con el Tratado de Versalles. A partir de entonces, y con
una Alemania en plena efervescencia revolucionaria, su vida se transformó: pasó
de la agitación en el campo de batalla a la tranquilidad y el sosiego de la
vida doméstica junto a su esposa Lucie, con la que tuvo su único hijo, Manfred.
En 1932, siendo instructor en la Academia Militar de Dresde, Rommel fue
ascendido a Comandante. Poco después, el nazismo llegaba al poder en Alemania.
La primera vez que Rommel y Hitler coincidieron fue
durante el desfile de Pascua de 1935, y no fue precisamente un encuentro
cordial. Rommel se enteró que por seguridad un pelotón de las SS formaría entre
el Führer y su batallón. Esta decisión molestó mucho al comandante que se negó
a desfilar. Rommel afirmó: "Esto es un insulto. Si el Jefe del Estado no
se siente seguro frente a sus propios soldados, no los haré formar". Su
temeraria decisión hubiera podido acabar en un duro castigo si Heinrich Himmler
y Joseph Goebbels no hubieran intercedido. Finalmente, las SS no formaron, y Hitler
acabó felicitando a Rommel y su batallón por su actitud.
Foto: CordonPress
SU LECTOR MÁS DEVOTO: ADOLF HITLER
SU LECTOR MÁS DEVOTO: ADOLF HITLER
Rommel era un maniático del adiestramiento. Obligaba a
su batallón a subir y bajar un monte hasta cuatro veces argumentando que
"sudar ahorra sangre". Tras su ascenso a teniente coronel, Rommel
tuvo un encontronazo con Baldur Von Shirach, líder de las Juventudes
Hitlerianas, quien lo había llamado para la formación de este grupo de jóvenes.
Pero muy pronto Rommel chocó con él y sus colaboradores a causa de los métodos
dictatoriales que empleaban las SA. Según Rommel, parecían más "pequeños
napoleones" que soldados. Su experiencia en combate le valió para publicar
un libro en 1937 que sigue siendo de obligada lectura y estudio en infinitas
academias militares de todo el mundo.
La obra sorprendió gratamente a Hitler, que se
convirtió en su lector más devoto. De esta manera, Rommel fue nombrado
comandante en jefe de su batallón de escolta durante sus visitas a Austria, a
los Sudetes, Praga y Polonia. El resultado fue que Rommel pasó a tratar
diariamente con Hitler, y la influencia que éste ejercía sobre el comandante
era hipnótica, tanto que llegó a "enamorarse" de las virtudes del
Führer tras la invasión de Polonia. Eran tiempos de gloria. Aún faltaba mucho
para que Rommel se diera cuenta de la obstinación irracional de Hitler, de lo
caprichoso de su carácter, de sus ataques de histeria y del desprecio que
sentía hacia sus propios soldados, a los que enviaba a misiones suicidas, pero,
por encima de todo, lo que menos llegaría a soportar en el futuro sería
"su infinita imbecilidad".
Tras la publicación de su libro, Rommel fue nombrado
comandante en jefe del batallón de escolta del Führer. En esa época, el
comandante aún no era consciente del carácter histérico e irracional de Hitler.
LA LEYENDA DE ROMMEL Y LA LOCURA DE
HITLER
Durante la época en la que todo marchaba bien entre
ambos hombres, Rommel accedió a dirigir la séptima división Panzer (conocida
como la Deutsches Afrikakorps) que sería conocida como la "división
fantasma" por la sorpresa, velocidad y capacidad de destrucción con que
doblegaba a sus enemigos.
Las victorias en el campo de batalla se iban
sucediendo una tras otra y la leyenda de Rommel se iba engrandeciendo,
alcanzando incluso a las líneas británicas que lo bautizaron como el Zorro del
Desierto. Sus éxitos le depararon la más alta condecoración del ejército
alemán: la Cruz de con hojas de roble, espadas y diamantes tras la toma de
Bengasi, y su ascenso a mariscal de campo, el más joven de la historia de
Alemania. Pero un error en la estrategia por parte del Führer acabó provocando
la debacle alemana en la batalla de El Alamein. Si Rommel lograba controlar el
canal de Suez, las comunicaciones de Londres con sus colonias en Oriente Medio
se verían interrumpidas y eso lo aprovecharían las fuerzas del Eje para
apropiarse de las riquezas petrolíferas de la región. Pero el avance alemán
tuvo que frenarse en seco debido a un fallo inconcebible en la logística: el
carburante para los tanques se había terminado. Previendo el desastre que se
avecinaba, Rommel ordenó la retirada de sus hombres ante una inminente masacre.
Al conocer la noticia, Hitler enloqueció y lanzó su eterna y delirante orden:
"¡Nada de retiradas!".
Un fallo en la estrategia militar de
Hitler provocó que la división Panzer se quedara sin combustible
Esa orden significó el principio del fin para el Reich
de los Mil Años. El 6 de junio de 1944, los errores estratégicos de Hitler
quedaron de manifiesto en el fatídico Día D, el día en que los Aliados
desembarcaron en las playas de Normandía. Nada pudieron hacer ni Rommel ni sus
blindados ante esta catástrofe; el sueño de ganar la guerra se había convertido
en una pesadilla en la que sólo había muerte y destrucción.
OPERACIÓN FALLIDA
Llegado a ese punto, Rommel ya estaba harto de Hitler.
Consideraba que era un inútil y un loco que había desatado "una guerra
estúpida y brutal". Además, en ese momento llegó a su conocimiento la
existencia de los campos de concentración y sus monstruosos métodos. Rommel no
había cometido nunca un crimen de guerra, ni siquiera contra los partisanos,
nombre genérico de los movimientos de resistencia contra el nazismo. El
mariscal de campo no se negó a ser el hombre que provocara la caída de Hitler,
pero su integridad le impidió aceptar que lo mataran. Quería que fuera
encarcelado y juzgado.
El 17 de julio, mientras viajaba solo hacia su cuartel
general de la localidad gala de Roche-Guyon, su vehículo fue ametrallado por
dos cazas Spitfire británicos. El Zorro del Desierto salió despedido del coche.
La caída lo dejó inconsciente y gravemente herido: sufrió una fractura
cuádruple en el cráneo, heridas en la cara y un golpe en el ojo izquierdo que
le provocó una severa hinchazón.
Foto: CordonPress
El 20 de julio, la conocida como "operación
Valkiria", uno de los intentos para acabar con la vida de Hitler, había
fracasado. De inmediato, la represión del régimen llevó a los supuestos
instigadores ante el pelotón de fusilamiento.
Para sorpresa de muchos, y a pesar de sus gravedad,
Rommel empezó a mejorar levemente. Según palabras del doctor Esch, uno de los
médicos más populares del régimen nazi, que trabajó sin descanso para
mantenerlo al mariscal con vida dijo: "Rommel superó las operaciones con
el ojo izquierdo totalmente cerrado, completamente sordo del oído izquierdo y con
terribles jaquecas transitorias. Era la sexta herida que recibía en acto de
servicio".
Rommel, harto de Hitler, fue conocedor del horror de
los campos de concentración y decidió implicarse en la caída del Führer
TRAICIÓN, SUICIDIO Y ENTIERRO DE UNA
LEYENDA
Para entonces, Rommel ya había perdido el favor del
Führer después de que durante los interrogatorios posteriores al atentado uno
de los implicados hubiera mencionado varias veces su nombre y Hans Speidel,
también colaborador activo en el complot, declarara en su contra.
A pesar de que Rommel negó categóricamente su
implicación, el 14 de octubre de 1944 los generales Meisel y Burgdorf se
presentaron en su casa con una oferta: o se suicidaba, y era enterrado con
todos los honores de un heroico mariscal de campo, o sería detenido, juzgado y
condenado a muerte, su familia deshonrada y sus bienes confiscados. Tras una
hora de entrevista, los dos oficiales se dirigieron al coche que los estaba
esperando y Rommel le dijo a su mujer: "Vengo a decirte adiós. Dentro de
un cuarto de hora estaré muerto. Sospechan que tomé parte en el complot para
asesinar a Hitler. Al parecer, mi nombre estaba en una lista hecha por
Goerdeler en la que me consideraban futuro presidente del Reich. […]. Ellos
dicen que Von Stülpnagel, Speidel y Von Hofacker me han denunciado. Es el
método que emplean siempre. Les he contestado que no creía lo que decían, que
tenía que ser mentira. El Führer me da a elegir entre el veneno o ser juzgado
por un tribunal popular".
Rommel fue obligado a escoger entre suicidarse o ver
como su honor y su familia se veían deshonrados. Eligió el suicidio.
Rommel salió de su casa y se subió al coche donde le
esperaban Meisel y Burgdorf. A doscientos metros de la vivienda de Rommel, el
general Burgdorf ordenó que el coche se detuviera y que sus ocupantes salieran
del vehículo menos él y el mariscal de campo. Minutos después, el oficial bajó
del automovil y llamó a sus colegas que, al acercarse, vieron a Rommel
encorvado y tendido en el asiento trasero, con la gorra y el bastón de mariscal
en el suelo del vehículo, en los últimos momentos de agonía tras haber ingerido
una pastilla de cianuro.
De cara a la opinión pública, se dijo que Rommel había
muerto de un derrame cerebral. Durante su funeral, el Führer, Adolf Hitler, fue
incapaz de mirar a la viuda y al hijo de uno de los militares más admirados de
Alemania.
Con afecto,
Ruben
No hay comentarios:
Publicar un comentario