Archivo Histórico El Comercio)
El 24 de mayo próximo se recordara del
fallecimiento de uno de los pioneros más importantes de la televisión peruana
del siglo XX. Su nombre era Pablo de Madalengoitia Aubry, o simplemente Pablo,
ese hombre ya centenario que nació en la avenida La Colmena, en el Centro de
Lima, en la Clínica Febres para ser más exactos, el 11 de mayo de 1919.
Pablo caminaba a ritmo de paseo para llegar a su centro de estudios, el Colegio
de la Inmaculada, en el imponente local donde funcionó de 1902 a 1967, pues a
partir de ese último año lo ocupó la Universidad Nacional Federico Villarreal.
Es probable que muchos jóvenes de hoy no lo recuerden como un señor
presentador, un gran animador y un meticuloso conductor de la televisión
nacional; de esa televisión de los pioneros, de fines de los años 50. En ese
ámbito destacó notoriamente y así lo haría durante tres décadas más, hasta los
años 90 del siglo XX.
Los comienzos de una vida productiva y creativa
Se casó a los 32 años, el 9 de diciembre de 1951, con Carmen Ferreyros Pérez de
Velasco, en la Iglesia de Santa María Magdalena, en Pueblo Libre. Pero antes,
Pablo había estudiado dos años en la Facultad de Derecho de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos. Sus sueños, sin embargo, fueron más ambiciosos
que pasarse la vida en tribunales y juzgados. Como el inconformista que era se
montó un día en un avión y se fue a la Argentina, muy joven, apenas había
salido del colegio, para ser un actor. En Buenos Aires, en medio de penurias
económicas, llegó a estudiar en el Conservatorio de Arte Dramático e incluso
actuó en ese país, pero volvió al suyo para seguir haciéndose camino en las
tablas.
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El talentoso animador de televisión en un lugar especial de su casa. (Foto: Archivo Histórico El Comercio)
Ya en Lima, fundó la Compañía Nacional de Comedias
y tuvo como compañeros a Elvira Travesí, Luis Álvarez y Enrique Victoria.
Entonces, el periodismo cultural empezó a seducirlo. En esos tiempos, el
veinteañero hizo crónicas y crítica de arte en el diario “La Crónica”; editó
revistas y luego destacaría por sus notas de cine en el diario “El Comercio”.
Fue editor-jefe de la revista “Fanal”, de la International Petroleum Company
(IPC).
La radio fue otro medio que lo acogió. A mitad de los años 50, hizo el programa
“Helene Curtis pregunta por 64 mil soles”, que luego tendría su versión
televisiva a inicios de los años 60. Otro programa radial fue “Pablo y sus
amigos”, que también llegaría a la televisión a inicios de la década de 1960,
en horario nocturno por el Canal 13 (hoy Canal 5).
Pablo era una persona alegre, pero lo suficientemente meticulosa como para
permitirse un error. Era sumamente cuidadoso en su expresión y gestos, por eso
aún es recordado como uno de los más destacados profesionales que han pasado por
la televisión nacional. A fines de los años 50, el imán del nuevo medio
televisivo lo capturó; y para la nueva década, la de 1960, el curioso alumno de
la Inmaculada ya era un conductor de lujo de la TV.
(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
Estrella de la televisión peruana
Era un animador nato, es decir, alguien que daba vida y forma a las cosas, a
los instantes, y era, además, enemigo del silencio en el set. Así, Pablo de
Madalengoitia, un comunicador visto por todo el Perú en blanco y negro, condujo
los programas clásicos de ese decenio (especialmente en el Canal 13 de
entonces), los cuales lo consagraron como el mejor animador de nuestra pantalla
chica.
Inolvidables serían los programas que condujo como “Scala Regala” (1960-1961), “Esta
es su vida” (1961), donde se recibía la visita de un personaje artístico,
deportivo o científico; así como “Cancionísima” (1962-1968), junto con Norma
Belgrano; y los programas “Reina por un día” (1962) y “Olympia pregunta por 100
mil soles” (1964), ambos con la coanimación de la ex Miss Universo Gladys
Zender; “Este es su día” (1966-1967), “El clan del 4” (1968) y “La pregunta de
los 500 mil reales” (1968-1970), entre algunos otros.
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Pablo de Madalengoitia en el programa "Scala Regala" de 1961, al lado de Chabuca Granda. (Foto: Archivo Histórico El Comercio)
Pablo se internacionalizó en esa década del 60 cuando viajó en 1965 a la Argentina e hizo allí su famoso programa “Cancionísima”, al lado de Norma Belgrano. En el escenario de ese programa, que duró varios años, pasaron Nelson Pinedo, Celia Cruz, Mario Moreno 'Cantinflas', Raphael, Rocío Durcal, Daniel Santos, entre otros artistas y cantantes. En 1963, contestó a una pregunta de “El Comercio”: “¿Qué te hubiera gustado ser, si no fueras animador?”. El cronista anotó: “Nos mira sorprendido, como si estuviéramos en falta… Luego se ríe con franca carcajada a la vez que responde: ‘Me gustaría ser ‘aspirante’ a animador de TV.’”.
(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
Fue, sin lugar a dudas, una gran figura de la
televisión peruana en un momento en que destacaban otros artistas y
comunicadores como Kiko Ledgard, Humberto Martínez Morosini, el ‘Tío Johnny’ y
el joven Tulio Loza. En su mejor momento, cuando muchos peruanos estaban acostumbrados
a ver su correcto comportamiento en la naciente televisión, Pablo de
Madalengoitia debió alejarse de los medios peruanos desde 1970 hasta 1977,
justamente en tiempos de la dictadura militar del general Juan Velasco Alvarado
y en parte del general Francisco Morales Bermúdez. Se dedicó en el extranjero a
la música y al cine, sus otras dos pasiones. Pero extrañaba terriblemente la
televisión.
Su regreso entusiasta al Perú
En 1977, cuando el gobierno militar convocó a las elecciones generales para
establecer la Asamblea Constituyente en el Perú, el maestro recibió una oferta
de Telecentro, donde laboró como jefe de Relaciones Públicas, y también volvió
a ser el maestro de ceremonias que todos recordábamos. De 1977 a 1979 condujo
en América Televisión, en horario estelar, el programa de concursos de
preguntas “Lo que vale el saber”. Había regresado por la puerta grande.
(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
Durante esos años, Radio América contó con su voz
para un programa de música moderna. Empezó a la vez a encarnar a personajes de
radionovelas en Radio Central, una tradición que desaparecería en nuestro medio
durante los años 90. Pablo era una persona de gran curiosidad, sabía expresarse
en varios idiomas, gustaba de la gastronomía peruana y tuvo una pequeña
librería, donde exhibía antigüedades. Pero su pasión era la comunicación.
Por ello, en los años 80 volvió a la televisión, en una relación con el medio
masivo casi hipnótica, pues su talento y carisma atrapaban la atención de los
televidentes. En 1981, hizo “Magazine” en Canal 5, junto con Silvia Macera; y
luego “La pregunta de los 10 millones”, entre 1982 y 1983. Al año siguiente, en
1984, “La pregunta de los 25 millones” nuevamente por América Televisión. Pablo
de Madalengoitia era un personaje que arrasaba con el rating.
(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
El final de una admirable carrera
Era un hombre que inspiraba respeto y admiración por su amplia cultura, por eso
aún lo recuerdan muchas generaciones de peruanos. Condujo un programa más en
los años 80 que fue “Agenda personal”, entre 1988 y 1989, donde entrevistaba y
proporcionaba información cultural y artística. Todas sus fuerzas siempre se
concentraban en hacer el mejor programa televisivo. Siempre lo hizo así. Pero a
sus 70 años, sintió que su salud se resentía. Solo volvería a la pantalla chica
los primeros años de la década de 1990, con unos programas especiales
transmitidos por Panamericana Televisión.
La televisión perdía su interés para un Pablo de Madalengoitia más reposado,
que buscaba una vida profesional más tranquila. Así volvió a la radio, como
había vuelto años antes a la prensa escrita en “El Comercio”. Fue en CPN Radio
en 1997 donde, los domingos por la tarde, escuchábamos “Conversando con Pablo”.
(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
Un año después, en noviembre de 1998, el gran
animador de los medios audiovisuales peruanos sintió nuevamente su salud en
trance. El reposo, luego de un infarto, se imponía. De esta manera, los
periodistas jóvenes lo buscaban para conversar y obtener una frase, una idea
que les iluminara el camino en la tarea de trabajar en medios de comunicación que
ya empezaban a ser estructurados y concebidos digitalmente.
El maestro les dejó a esos jóvenes periodistas muchas frases memorables, pero
ninguna tan exacta como esta, que repetía desde los años 60: “La televisión
debe entretener educando y educar entreteniendo”. Así de claras tenía las cosas
Pablo de Madalengoitia, hasta que falleció, mientras dormía, el 24 de mayo de
1999.
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Con afecto,
Ruben
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