El
arte como acompañante de nuestra historia
“el
arte es uno de los medios de comunicación entre los hombres” León Tolstoi
Mito del Guerrero Rojo: Tilsa Tsuchiya
(Piero
Alexander Zela Marcos Sep. 13, 2018)
Fue una pintora y grabadora peruana considerada
como una de las mayores exponentes de la Pintura en el Perú.
El 24 de setiembre de 1928 nace en el puerto de
Supe Tilsa Tsuchiya, destacada pintora peruana. De padre japonés, inició sus
estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes en 1947. Tuvo como maestros a
Carlos Quíspez Asin y Ricardo Grau. Egresó de la escuela con honores con la
Gran Medalla de la Promoción 1959, que estaba integrada por Gearado Chávez,
Alberto Quintanilla, Oswaldo Sagástegui y Enrique Galdos Rivas, Alfredo
González Basurco y Milner Cajahuaringa.
A comienzos de los años 60 se trasladó a París, a
fin de estudiar arte en La Sorbona y grabado en la Escuela de bellas Artes. En
ese lapso realizó su primera exposición individual en el extranjero. “Su
entrada a la vida artística la hace en las mejores condiciones que el joven
artista puede soñar, con magnífico oficio, una innegable personalidad creativa,
además de una voluntad férrea de trabajo”, refirió Ricardo Grau en el texto de
presentación.
En 1966 regresó al Perú y en 1970 se le concedió el
premio Teknoquímica. En 1976 presentó una serie de ocho pinturas llamada Mitos
en la galería Enrique Camino Brent. “Con su regreso a Lima, Tilsa inicia una
segunda etapa, caracterizada por la búsqueda de personajes y símbolos de su
cosecha, que tienen, quizás, su lejano origen en el mundo precolombino”, señala
el crítico de arte Alfonso Castrillón Vizcarra.
En 1978 le detectaron cáncer al útero. Al año
siguiente representó al Perú en la XV Bienal de Sao Paulo. Debido a su estado
de salud, no pudo asistir a la primera retrospectiva de su obra artística en la
Sala de Arte de Petroperú. Falleció el 23 de setiembre de 1984.
Obras principales:
Paraiso |
Mito del guerrero rojo (1976)
Temática de sus obras:
Inicialmente “costumbrista”, su temática se refería
a la reinterpretación de elementos cotidianos, siempre vistos y percibidos
desde la realidad; es así que encontramos en sus primeros años bodegones con
elementos que recuerdan a la calle Billinghurst, o los músicos andinos y
comensales. Durante los años de su experiencia parisina 1960- 1966 recibe la
influencia de la lectura de René Guénon, que marcarían su vida y pintura. En el
tiempo pasa a personajes marinos que acompañan su obra, elementos subacuáticos,
destacan “en este repertorio la forma curva como estructura básica, presente
tanto en montañas como peces, ramas, falos y lenguas; el modo en que muchos
personajes yacen unos sobre otros y cómo se apoyan, espalda con espalda; unos
en otros; la presencia de los peces como soporte y como montura de otros
personajes, el modo en que algunos personajes, montañas y formas se asemejan a
cactáceas están formados por otros seres, como si estuvieran habitados por
dentro, y de similar manera, el hecho de que muchas veces los miembros (brazos,
piernas, penes, cordones umbilicales, lenguas) son a su vez otras criaturas,
peces en la mayoría de ocasiones. Algunos críticos han encontrado en su pintura
similitudes con los fardos funerarios de la cultura Chancay, este dato podría
ser posible considerando su cercanía a Reinaldo Luza (uno de los primeros
coleccionistas que reconocieron el estatuto artístico de las telas pintadas y
la cerámica Chancay) Es desde su establecimiento en Lima a partir del 71, que
sus personajes comienzan a tomar volumen y con ello también protagonismo; es
así que se inicia la época de los mitos. Según Wuffarden, hay un sentido
trascendente a la idea de viaje (cambio, investigación, adquisición de
experiencia vital) sus seres míticos son presentados como viajeros; creando
símbolos que revelan realidades, según las palabras de Tilsa que las acercan o
las orientan. Comienza a pintar anhelos de realidades. Como diría Watanabe:
“había una antigua nostalgia del futuro” Tilsa hace explícita su intención de crear
una cosmogonía, una visión del orden del universo.
Opinión:
La obra más impactante es el “Mito del Guerrero Rojo”. A la vista del
espectador lo que más resalta es el ente o ser de un color rojo intenso que
está situado en medio de un escenario de tono lúgubre; además ese ser no posee
brazos y la cabeza se asemeja a la forma del sol lo cual concuerda con el color
del cuerpo. También este ser quiere relucirse llamando la atención como diciendo:
“Mírenme estoy aquí” por eso está situado encima de una piedra. Al tener ese
color resalta su importancia en esa zona, como si él fuera que le da vida y
tinte a su alrededor, es como si la zona fuera el cuerpo y él la sangre.
Si notamos la cara de ese ser mítico podría decirse
que está molesto por algo; así mismo, los ojos están mirando hacia atrás lo cual
hace apreciar que no le gusta la oscuridad porque él es un ser de luz. Y quizás
no tenga brazos por el simple hecho de hacer reflejar las piernas con las
cuáles las personas dan pasos en sus vidas siempre en un camino que apunta
hacia adelante.
Con afecto,
Ruben
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