Nicolás
de Piérola y su trayectoria política.
(Un siglo sin Piérola)
No muchos han recordado que
hace mas cien años dejó de existir uno
de los políticos peruanos más importantes y controvertidos de nuestra historia:
Nicolás de Piérola.
Por Víctor Liza
Las elecciones
presidenciales de 1990 fueron, sin duda, las más sorprendentes de nuestra
historia republicana, debido a la inesperada elección como primer mandatario
del desconocido (en política) Alberto Fujimori. Era el principio del fin de los
partidos “tradicionales”, y el comienzo de una de las épocas más oscuras de
nuestro pasado reciente.
En esos mismos comicios hubo
dos candidatos que, aunque lograron una minúscula votación, llamaron la
atención por la herencia política que llevaban detrás. Una de ellas fue Dora
Larrea del Castillo, quien además de destacarse por ser la primera mujer que
postuló a la presidencia del país en 170 años, encabezaba un partido que firmó
su acta de defunción en esa elección: la Unión Nacional Odriísta, fundada por el
exdictador Manuel Odría, años después del “ochenio”.
El otro candidato llamaba la
atención no solo por el nombre, sino por el apellido: Nicolás de Piérola Balta,
que era candidato por la Unión Democrática, y era nada menos que el sobrino
nieto del dos veces presidente del Perú, Nicolás de Piérola Villena, “el
Califa”, personaje que marcó la vida política del país durante más de cuatro
décadas, entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX.
Piérola Balta, que además
era bisnieto del extinto presidente José Balta (que curiosamente nombró
ministro de Hacienda al tío abuelo del candidato presidencial), apenas sacó
9,541 votos de entre casi ocho millones de votantes que participaron en
aquellas elecciones de 1990. Eso demuestra que el apellido no endosa ni hereda
el carisma político, el que Nicolás de Piérola Villena tuvo de sobra.
Los primeros pasos
José Nicolás Baltasar
Fernández de Piérola y Villena nació en Arequipa el 5 de enero de 1839. A los
14 años ingresó a estudiar al Seminario de Santo Toribio, en Lima, pero en 1860
abandonó sus estudios de Teología y Derecho, y se casó con su prima hermana,
Jesusa de Iturbide, hija del Príncipe Imperial de México Agustín Jerónimo. Sus
padres habían fallecido tres años antes, y se dedicó a los negocios y el periodismo,
colaborando en periódicos católicos.
Su aparición en la escena
política ocurre al día siguiente de su cumpleaños número 30, el 6 de enero de
1869, cuando el entonces presidente José Balta lo nombra ministro de Hacienda.
De inmediato pidió autorización al Congreso para negociar directamente la venta
del guano al exterior, que estaba en auge en aquel momento, y logró realizar un
contrato con la Casa francesa Dreyfus, firmado seis meses después, pese a las
protestas de los consignatarios.
Con los 73 millones de soles
que recaudó el Estado, producto de la venta de dos millones de toneladas de
guano a Dreyfus, el gobierno de Balta comenzó a emprender la realización de
obra pública. Luego de dejar el fajín ministerial en julio de 1871, Piérola
debió enfrentar una acusación del Congreso en 1872 por sus responsabilidades
como ministro, luego de considerar que el Contrato Dreyfus afectó los intereses
nacionales. El joven ex ministro salió bien librado.
Dos años después, y luego de
un periplo por Francia, Piérola encabezó una revolución denominada “la
Expedición del Talismán” contra el presidente Manuel Pardo, que había sucedido
a Balta, pero fracasó. Luego emprendió otros intentos de insurrección contra
Pardo en 1876 (Moquegua) y contra Mariano Ignacio Prado en 1877 (Callao), los
dos sin éxito.
Sin embargo, estas
incursiones le dieron popularidad.
La guerra del pacifico
En 1879 el Perú ya estaba
inmerso en el conflicto bélico con Chile. Piérola, de vuelta en el país,
ofreció sus servicios al régimen de Prado, pero fue rechazado. En un hecho
controversial hasta la fecha, este último viajó en noviembre a Europa con el
supuesto propósito de comprar armas, y dejó la presidencia en manos de Luis La
Puerta. Al mes siguiente, La Puerta debió enfrentar una nueva sublevación de
Piérola, que esta vez fue victoriosa.
Una vez en el poder, Piérola
declaró que Prado era un traidor a la patria por ausentarse del país en pleno
conflicto con Chile. Sin embargo, su actuación al mando del país durante la
guerra tampoco fue positiva para los intereses nacionales.
En su libro “La Campaña de
la Breña – Memorias”, el futuro mariscal Andrés Avelino Cáceres relató que
Piérola dejó abandonadas a su suerte a las fuerzas peruanas, que tenían que
combatir en condiciones lamentables. Nunca equipó adecuadamente y tampoco envió
refuerzos a los batallones comandados por Cáceres que, pese a su poca destreza
y falta de armamento, dieron recia pelea, haciendo que el enemigo se sintiera
desalentado por momentos pese a su superioridad numérica y técnica.
Además de esto, según
historiadores y testimonios de combatientes de la Guerra del Pacífico, Piérola
comenzó a nombrar en los batallones del Ejército a gente adicta a su entorno,
hecho que perjudicó el desempeño de los soldados en el conflicto; además de
tomar decisiones al mando de la guerra que perjudicaron a los luchadores. Y por
si fuera poco, las medidas económicas que tomó llevaron al país a la
bancarrota.
Piérola no pudo ver el final
de la guerra como jefe de Estado peruano. El 17 de enero de 1881 las tropas
chilenas ocuparon Lima y Piérola trasladó la sede de gobierno a Ayacucho, pero
diversos pronunciamientos en diversas partes del país lo llevaron a dimitir el
28 de diciembre de ese mismo año.
Reinvención y vuelta al poder
Tras su fracaso como
gobernante, Piérola fundó el Partido Demócrata en 1882, y poco después viajó
nuevamente a Europa. Al año siguiente retornó al país, y mantuvo neutralidad en
los regímenes de Miguel Iglesias (1883-1886); Cáceres, que sería su acérrimo
enemigo (1886-1890); y Remigio Morales Bermúdez (1890-1894); bajo el argumento
de que el país necesitaba tranquilidad, luego del desastre de la guerra.
Sin embargo, en 1890 fue
apresado y sometido a proceso por su actuación en aquel conflicto. Logró
escapar de la prisión en octubre de ese año, y embarcó del Callao rumbo a
Panamá, y luego a Europa al año siguiente. En 1893 estuvo en Chile.
Al año siguiente, el
presidente Morales Bermúdez falleció repentinamente, y su puesto quedó en manos
de Justiniano Borgoña. Leal a Cáceres, disolvió el Congreso y convocó a nuevas
elecciones, en las que naturalmente se impuso “el Brujo de los Andes”.
El Partido Civil, que había
gobernado durante Pardo, y el Demócrata de Piérola, se aliaron para oponerse a
Cáceres, formándose la Coalición Nacional. Inmediatamente surgieron grupos de
montoneros para derrocar al héroe de la Guerra del Pacífico.
Luego de esto, Piérola
volvió al país el 4 de noviembre, lanzando un “Manifiesto a la Nación”, con el
que se ponía al mando de los montoneros y daba inicio a una guerra civil. El 17
de marzo de 1895, Piérola ingresó a caballo junto a sus huestes en la Portada
de Cocharcas, hecho retratado en un óleo por el pintor Juan Lepiani. Las
fuerzas caceristas retrocedieron por dos días hasta Palacio de Gobierno. Aunque
no habían sido derrotados, entendieron que había un cierto fervor popular a
favor de Piérola.
Con la mediación del Cuerpo
Diplomático, los caceristas accedieron a entregar el poder al civilista Manuel
Candamo, quien convocó a elecciones en las que se presentó solamente Piérola.
Tras vencer sin contendor, asumió en setiembre de 1895.
Segundo gobierno y últimos años
El segundo gobierno de
Piérola logró completar los cuatro años de mandato que estipulaba la
Constitución de 1860. En esta ocasión consiguió la recuperación económica del
país, aunque inició la era denominada por los historiadores como “República
Aristocrática”. También realizó varias obras públicas, reforzó el ejército, y
modernizó la urbe.
Aunque no contó con
oposición del Partido Constitucional de Cáceres, y contó con el apoyo del
Partido Civil, Piérola afrontó duras críticas del destacado intelectual Manuel
González Prada, quien sería gran influencia en los futuros movimientos sociales
de los primeros treinta años del siglo XX, como fueron la alianza
obrero-estudiantil que forjaron Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos
Mariátegui.
González Prada reprochó a
Piérola, con su discurso anarquista, haber dejado de lado a los indígenas,
además de haber olvidado a los campesinos y los obreros. También denunció que
la corrupción campeaba en el régimen pierolista.
En 1899 Piérola dejó la
presidencia. Al año siguiente postuló a la alcaldía de Lima, pero fue derrotado
sorpresivamente por el independiente Federico Helguera. En 1904 anunció su
postulación a la primera magistratura de la Nación, pero luego declinó, hecho
que favoreció a José Pardo, hijo de su rival de antaño, Manuel Pardo.
En 1909 ocurrió un hecho
singular. Un grupo de simpatizantes pierolistas, sin la venia de su líder,
entraron sorpresivamente a Palacio de Gobierno, donde se encontraba el entonces
mandatario Augusto B. Leguía, a quien capturaron y pasearon por varias calles
del centro de Lima.
Los pierolistas pidieron la
renuncia al presidente, además de exigirle firmar un documento con el pedido,
ante lo que Le guía respondió, “¡no firmo!”. Esa respuesta
generó la intervención de la fuerza pública, que dispersó y capturó a los
opositores. Piérola, que ya tenía 70 años, tuvo que esconderse luego por la
persecución gubernamental.
Una de sus últimas
intervenciones fue la célebre frase que pronunció ante el entonces presidente
Guillermo Billinghurst, al que dijo en 1912: “¿Cómo pretende gobernar bien el
país si antes no gobierna bien sus nervios?”.
Piérola falleció el 23 de
junio de 1913, a los 74 años. Su funeral al grito de “¡Viva Piérola!” fue
multitudinario, según los historiadores y documentos de la época.
Fuente: Diario La Primera.
24 de julio del 2013.
Con afecto,
Ruben
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