Como
cada jueves
RICARDO BLUME
Artículos periodísticos
(Esta es la recopilación de algunos artículos
publicados en el diario El Comercio de
Lima Perú entre 1981 y 1988)
Las primeras decepciones que recuerdo de niño
son de muy diversa índole e importancia. Desde descubrir que no existía Santa
Claus hasta la espantosa revelación que las personas se mueren.
Uno de los mayores engaños que sufrí de adulto,
y del que todavía no me repongo a pesar de los años transcurridos, lo tuve
cuando un abogado amigo mío me dijo que no es lo mismo lo justo que lo legal.
No podía creerlo. Había yo entablado un juicio (primero
y último de mi vida; toco madera) y cuando él me informo que había un punto en
que yo tenía razón pero que no se podía defender, yo no atine sino a decir
!Pero eso no es justo!
Fue entonces cuando mi amigo, abogado brillante,
se tomo el trabajo de explicarme que una cosa era lo justo y la otra lo legal. Fue un
mazazo. La rotura de una ilusión.
Con el correr de los años y desengagaños he podido comprobar una y mil veces que mi
amigo dijo la verdad. Sin embargo, la herida que me produjo no ha cicatrizado y
se resiste a cicatrizar. Por estos días( al margen que se apruebe o no la
legalidad de una medida adoptada por el poder judicial (estamos asistiendo al
enfrentamiento clarísimo entre lo justo y lo legal). Lo justo es lo arreglado a
la justicia y razón. Lo legal es lo prescripto por la ley y conforme a ella. La
justicia es la virtud que se inclina a dar a cada uno lo que le pertenece. La equidad.
Lo que debe hacerse según el derecho y la razón. La justicia es algo que está por encima de nosotros. Es una aspiración a la que tendemos.
Las leyes, en cambio, las hacemos los hombres.
Tendiendo a lograr la justicia, naturalmente. Pero si lo justo es lo recto,, lo
legal (por la marañana de leyes creadas por los hombres) está lleno de atajos y
vericuetos donde se puede escurrir la
justicia.
Como todos pueden suponer, soy lego en lo que se
refiere a la legalidad. Para eso están los letrados, jurisconsultos, juristas,
legistas y hasta leguleyos y
picapleitos; todo esto es sinónimo de abogado. Como lego, pues, ( es decir
ignorante, iletrado, indocto e incompetetente ) me permito decir que si bien
comprendo que la legalidad debe ser el sustento y el camino hacia la justicia,
nunca debería sacrificarse lo justo por lo legal.
Creo en la probidad y rectitud de las personas
más que en el apego al legalismo y a la formalidad. Un juez honesto y justo es
para mi una institución más perfecta y eficiente que todo un l palacio de
justicia lleno de legajos, leguleyos y burócratas de de la justicia.
Escribo muchos días antes de que esta nota sea
publicada. No se en qye terminara o habrá terminado el asunto que motiva esta
reflexión.
Si habrá triunfado la justicia o la legalidad.
Pero esto es lo que me preocupa:
¿Es legal que un delincuente condenado a quince
años de prisión por un crimen de lesa humanidad, como el tráfico ilícito de
drogas, pueda quedar libre en tan poco tiempo?
Posiblemente. Pero no me parece justo. No es
justo en si. Ni es justo en relación con otros casos. La ley debe ser igual
para todos, blanquitos, cholitos, civiles y uniformados.
Aquí no se trata del delicado asunto que se
presume que alguien quien es culpable
pero que legalmente no se le puede probar. Se trata de un delito probado
y sentenciado.
Que los vericuetos legales permitan que esa
sentencia sea escamoteada es lo que preocupa. Y lo que comprobaría,
flagrantemente, que una cosa es lo justo y la otra lo legal. Pero que no debería
ser así. Jus quiere decir derecho. Y
derecho quiere decir recto. Algo que no admite zigzagueos, rodeos ni maromas.
Lo que va directo.
Cuando la legalidad se opone a la justicia, en
un caso clamoroso como este, se produce una injusticia dentro de la legalidad.
Creo que no hay nada que haga más daño la moral pública
que permitir un hecho de esta naturaleza. Comprendo que lograr que lo justo
coincida con lo legal no siempre es posible. Pero hacia eso debemos tender.
Que la divergencia sea la excepción no la regla.
Al menos, un ignorante, iletrado, indocto e incompetente
en cuestiones legales como yo, se resiste a aceptar que lo justo y lo legal
puedan llegar a ser cosas opuestas.
Así como me resisto s creer que una especie de
genocida de la juventud, como un narco traficante, pueda seguir perteneciendo impunemente
a una institución militar.
El Autor.
13 marzo 1986
Con afecto,
Rubén