Ernesto Sábato
Ernesto Sabato |
Fuente: (Rojas, Argentina, 1911 - Santos Lugares,
2011)
biografiasyvidas.com
Escritor argentino. Sólo tres novelas, espaciadas
en el tiempo, componen su producción estrictamente literaria: El túnel
(1948), Sobre héroes y tumbas (1961) y Abaddón el exterminador
(1974); a pesar de ello, Ernesto Sábato figura entre los más destacados autores
del Boom de la literatura hispanoamericana de los años 60. Con ellos
compartió un afán renovador manifiesto en las técnicas narrativas (la
superposición de tramas y la fusión de novela y ensayo fueron patentes desde su
segunda novela), mientras que en lo temático se orientó hacia una indagación de
signo existencialista sobre los abismos de la naturaleza humana y la
pervivencia de la barbarie en la civilización moderna.
Ernesto Sábato
Ernesto Sábato se doctoró en física en la
Universidad de la Plata (1938) e inició una prometedora carrera como
investigador científico en París, donde había ido becado para trabajar en el
laboratorio que fundara la célebre Marie Curie. Allí trabó amistad con los
escritores y pintores del movimiento surrealista, en especial con André Breton, quien alentó la vocación
literaria de Sábato y despertó su fascinación por los arcanos del inconsciente,
motivo que sería recurrente en su obra. En París comenzó a escribir su primera
novela, La fuente muda, de la que sólo publicaría un fragmento en la
revista Sur.
En 1940, de regreso en Argentina, comenzó a dictar
clases en la Universidad Nacional de La Plata, pero se vio obligado a abandonar
la enseñanza tras perder su cátedra a causa de unos artículos que escribió
contra Juan Domingo Perón. Aquel mismo año
publicó su ensayo Uno y el Universo (1945), en el que criticaba el
reduccionismo en el que desemboca el enfoque científico y la deshumanización de
la ciencia; tales ideas y una honda crisis vocacional y existencial padecida
dos años antes lo orientaron definitivamente a la literatura. La obra
prefiguraba buena parte de los rasgos fundamentales de su producción literaria
y ensayística: brillantez expositiva, introspección, psicologismo y cierta grandilocuencia
retórica.
Su carrera literaria estuvo influida desde el
principio por el experimentalismo y por el alto contenido intelectual de sus
obras, marcadas por una problemática de raíz existencialista. Así, El túnel
(1948) ahonda en las contradicciones e imposibilidades del amor, mientras que Sobre
héroes y tumbas (1961) presenta una estructura más compleja; los diversos
niveles de la narración enlazan vivencias personales del autor y episodios de
la historia argentina en una reflexión caracterizada por un creciente
pesimismo. Ambas novelas tuvieron gran repercusión y otorgaron a Sábato un
puesto prominente entre los grandes autores argentinos y latinoamericanos del
siglo.
Extraordinaria muestra de sus aptitudes para el
relato de corte psicológico, El
túnel (1948) fue rápidamente traducida a diversos idiomas y
llevada al cine. La narración tiene indudable originalidad y valores
psicológicos relevantes: la confesión de Castel, que ha cometido un crimen
pasional, enfrenta al hombre de hoy con una sociedad desquiciada y resalta los
contrastes con pincel agudo y lleno de color. El estilo está en consonancia con
el tema, dentro de un desequilibrado equilibrio.
La pintura fue otra de las pasiones de Sábato
Sobre héroes y tumbas (aunque publicada en 1961, la edición definitiva es de 1966) es su obra
más ambiciosa. La compleja construcción de esta novela y los diversos registros
del habla rioplatense que el autor plasma en ella se alejan tanto del
tecnicismo formal como de la dispersión. La pericia narrativa de Sábato
consiste, justamente, en hacer pasar desapercibidas para el lector las
evidentes dificultades compositivas que supone la historia de la joven
Alejandra y, a través de ella, la del país.
La novela es contada a través de tramas paralelas y
circulares; se presenta por un lado a los últimos miembros de una declinante
familia de la oligarquía bonaerense; por otro, el funesto desenlace de la
trayectoria vital del general Juan Lavalle: tras caer en combate durante una
sublevación contra Juan Manuel de Rosas (1841), sus
seguidores llevaron su cadáver al exilio. Pero la línea central de la obra es
la atormentada pasión entre dos jóvenes contrapuestos, Martín y Alejandra.
Sobre el padre de Alejandra, Fernando Vidal, pende la culpa de un incesto, y su
familia está genéticamente predispuesta a la locura: el abismo personal e
histórico comulgan en un mismo plano.
Fernando reconoce que su largo aprendizaje en la
perversidad no tenía otro fin que situarle en posición de dar cumplimiento a
esa necesaria búsqueda de lo subterráneo que cristaliza en su alucinante
"Informe sobre ciegos", texto que constituye la tercera parte de la
novela y que puede ser leído, como de hecho lo fue, con entera autonomía. Una
vez adquirido este terrible saber vuelve a la vida para ser asesinado por su
hija y amante, la cual, a su vez, busca su propia catarsis en el fuego,
abrasándose entre los familiares recuerdos de la historia de su patria, en la
casa natal.
Además de obtener un éxito de público
impresionante, Sobre héroes y tumbas situó a Ernesto Sábato en la
primera línea del llamado Boom de la literatura hispanoamericana,
fenómeno editorial que, en la década de 1960, supuso el descubrimiento
internacional de los narradores del continente: sus compatriotas Jorge Luis Borges y Julio Cortázar, los mexicanos Juan Rulfo y Carlos Fuentes, el colombiano Gabriel García Márquez y el peruano Mario Vargas Llosa son algunos de los
grandes autores que, junto a Ernesto Sábato, arrancaron de la superación del
realismo que había caracterizado la novela europea y norteamericana de
entreguerras para construir, por diversos caminos, una narrativa de altísimo
nivel, unánimemente aplaudida por los lectores y la crítica.
Su tercera novela, Abaddón el exterminador
(1974), se centra en torno a consideraciones sobre la sociedad contemporánea y
sobre el pueblo argentino, su condición «babilónica» y su presente, que
adquieren en la novela una dimensión surreal, en que se funden realidad y
ficción en una visión apocalíptica. La novela comienza con la breve reseña de
"algunos acontecimientos producidos en la ciudad de Buenos Aires en los
comienzos del año 1973", acontecimientos que, en buena medida, tienen que
ver con la instauración de la dictadura militar que sumió en el terror a
Argentina a lo largo de una década; uno de los referidos sucesos no es otro que
la muerte de un estudiante, en el sótano de una comisaría, a manos de sus
torturadores.
El resto de la narración pretende ayudar a
comprender estos acontecimientos, si bien el método utilizado por Sábato dista
de basarse en el científico; los argumentos utilizados por el novelista son
"confesiones, diálogos y algunos sueños". Además, y ésta es una nueva
singularidad de la novela, el propio autor es uno de los personajes, que vive y
habla con sus criaturas, procedentes algunas de ellas de Sobre héroes y
tumbas. El camino seguido para explicar la barbarie no pasa, al menos de forma
preferente, por la sociología o la historia; es más bien un viaje al fondo de
la propia noche, una búsqueda de la barbarie inconsciente, que no siempre
presenta, cuando se manifiesta, un rostro sanguinario, sino también la mueca
jocosa de lo grotesco o de lo insustancial.
Sábato entrega a Alfonsín el informe de la CONADEP (1984)
El reconocimiento internacional acabó por convertir
a Ernesto Sábato en una autoridad dentro de la sociedad argentina, una suerte
de formador de opinión que, por paradójico que parezca, al asumir ese papel se
fue alejando progresivamente de la actividad literaria. Desde mediados de la
década de 1970, más que un escritor consagrado, Sábato representó una
conciencia moral que actuaba como un llamado de alerta frente a una época que
él no dudó en calificar de "sombría".
Esa identificación entre Sábato y la autoridad
ética quedó muy reforzada por su labor como presidente de la Comisión Nacional
sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), para la que fue designado en 1983
por el entonces presidente de la República, Raúl Alfonsín. Los meses que dedicó a
investigar la represión durante el anterior gobierno militar de Jorge Videla no le dejaron aliento ni
espacio para la literatura; finalizados los trabajos de la comisión, resumió
aquella dura experiencia con las siguientes palabras: "He estado en el
infierno". La conclusiones de la comisión quedaron recogidas en las
cincuenta mil páginas del llamado Informe Sábato. En 1984 fue
galardonado con el Premio Cervantes.
La obra de Sábato, que ha sido prestigiada con
numerosos premios internacionales y difundida en múltiples traducciones,
incluye además multitud de ensayos, como Hombres y engranajes (1951), El
escritor y sus fantasmas (1963), El otro rostro del peronismo
(1956), Tango: discusión y clave (1963), La cultura en la encrucijada
nacional (1973), Tres aproximaciones a la literatura de nuestro tiempo
(1974), Apologías y rechazos (1979), Antes del fin (1998), La
resistencia (2000) y España en los diarios de mi vejez (2004). El
narrador y ensayista argentino se dedicó además a la pintura, otra de sus
pasiones; en sus últimos años se vio aquejado de un grave problema de visión.
Con afecto,
Ruben
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