Carlos Gardel
Carlos Gardel |
Fuente: Ruiza, M., Fernández, T. y Tamaro, E. (2004). Biografia de Carlos
Gardel. En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea.
Barcelona (España). Recuperado de https://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/gardel.htm
el 24 de junio de 2020.
(Charles Romuald Gardès; Toulouse, Francia, 1890 -
Medellín, Colombia, 1935) Cantante, compositor y actor argentino de origen
francés o tal vez uruguayo; según esta segunda hipótesis, habría nacido en 1887
en Tacuarembó. A finales de la década de 1920, la identificación de Gardel con
el tango era ya un fenómeno de ámbito universal. Desde entonces nunca ha dejado
de reconocerse su papel esencial en el desarrollo y difusión del tango y su
condición de mejor intérprete de la historia del género.
Carlos Gardel
Como suele suceder con las figuras de tan enorme
dimensión popular, la biografía del "zorzal criollo" está teñida de
leyendas, y su fama póstuma apenas ha menguado con el paso de las décadas.
Durante muchos años fue habitual ver cómo mucha gente peregrinaba hasta la
tumba de Carlos Gardel para pedirle salud y trabajo; en Argentina, la expresión
"es Gardel" equivale a "es incomparable".
Carlos Gardel tuvo esa infancia castigada por la
adversidad que parece caracterizar a todo héroe arrabalero y triunfador. Su
madre, Bèrthe Gardès, nunca llegó a saber con exactitud quién era el padre de
aquel hijo nacido el 11 de diciembre de 1890 en el hospital de La Grave
(Toulouse) y bautizado con el nombre de Charles Romualdo, si bien una parte
importante de los estudiosos sostiene que los datos anteriores son una
fabulación encaminada a ocultar su condición de hijo ilegítimo de Carlos
Escayola y María Lelia Oliva, y que en realidad nació el 11 de diciembre de
1887 en Tacuarembó (Uruguay).
Más tarde, en los suburbios de la ciudad de Buenos
Aires, adonde Bèrthe Gardès huyó en busca de unas migajas de fortuna cuando
Gardel aún no había cumplido los tres años, se resignó a ver cómo su vástago o
su hijo adoptivo correteaba entre las casuchas de Retiro, Montserrat o Los
Corrales, y se buscaba la vida pateando calles destartaladas y sucias,
creciendo con resentimiento, congoja e inseguridad.
Charles se convertirá pronto en Carlitos, un
muchacho despierto, simpaticón e irascible cuya única ansia consiste en
alcanzar el lujo de los ricos y ganar montañas de dinero. Con dieciocho años
desempeña toda clase de pequeños trabajos y ya deja oír su aterciopelada voz en
esquinas, reuniones familiares y garitos. Detesta el trabajo duro, rinde culto
al coraje, santifica la lealtad a los amigos y se esfuerza por imitar a los
adinerados acicalándose con un esmero narcisista y casi femenino.
Por aquel entonces, ese "pensamiento triste
que se baila" de incierto origen, llamado tango, comenzaba a hacer furor
en París. Sus intérpretes más destacados viajaban al continente y regresaban
con los bolsillos a rebosar. Carlos, a quien le gusta el canto casi tanto como
la "guita", cambia la s final de su apellido por una l y prueba
fortuna en algunos cafés de los barrios periféricos bonaerenses, en los que se
presenta con el sobrenombre de "El Morocho"; ante la sorpresa de
propios y extraños, manifiesta una aguda sensibilidad y un temperamento
artístico completamente original.
Su interés y sus aptitudes lo inclinan hacia el
tango canción o tango con letra, escasamente cultivado hasta ese momento. En
efecto, el tango estaba por entonces culminando su proceso evolutivo que lo
había llevado de ser una música alegre (en compás de dos por cuatro y de origen
posiblemente cubano) que se bailaba de forma un tanto procaz en las fiestas de
las clases populares de Buenos Aires, a convertirse en un lamento cantado, una
música nostálgica y desgarrada que los porteños acomodados habían aprendido a
admirar y a bailar y que Gardel estaba destinado a dar a conocer en todo el
mundo.
Idolo del tango argentino |
Cuando en 1915 forma pareja con José Razzano,
intérprete de tangos que ya goza de alguna fama, ninguno de los dos sospecha
que en pocos años van a convertirse en ídolos tanto de los entendidos como de
un amplio sector de público. Fue a raíz de una apoteósica actuación en el
teatro Esmeralda de Buenos Aires, en 1917, cuando el personal estilo de
interpretar el tango de Carlos Gardel caló hondo en el público porteño y dio al
dúo Gardel-Razzano una fulminante celebridad.
El tándem se mantendrá hasta 1925, año en que
Gardel debió partir solo hacia Europa. José Razzano, aquejado de una enfermedad
en la garganta, había decidido abandonar el canto. Esta desgracia de su
compañero significará, no obstante, la fama internacional para Gardel. Tres
años después de cruzar el Atlántico, escribe a Razzano: "La venta de mis
discos en París es fantástica; en tres meses se han vendido setenta mil". Bing Crosby, Charles Chaplin y Enrico Caruso se deleitan con canciones
como "Mi noche triste", "Volver" o "No habrá más penas
ni olvido".
Si grande había sido el éxito de Gardel en París,
no lo fue menos en España. Gardel debutó en solitario en 1925 en el teatro
Apolo de Madrid y en el teatro Goya de Barcelona el 5 de noviembre de ese mismo
año. Tal fue el recibimiento y cariño que el público le brindó en la capital
catalana al "zorzal criollo", como también se lo llamaba, que hizo de
ella su centro de operaciones para sus giras europeas, no obstante sus largas
estancias en París. En "Che, papusa, oí" canta Gardel: "Trajeada
de bacana, bailás con corte / y por raro esnobismo tomás prissé", acaso
evocando las fiestas al estilo parisino que ofrecía por esa época la
aristocracia barcelonesa, con esmoquin, champán francés y cocaína o plis o
plissé, como llamaban a esta droga.
La voz, la estampa y la simpatía de Gardel
arrollaban, especialmente entre las mujeres. Reveladora es la entrevista
"a la sombra de Gardel", que salió publicada en Tango Moda, en 1929.
La sombra era una bella francesa que seguía al ídolo por todas partes después
de haberlo visto actuar una vez en el cabaret de Florida de París. "Cuando
por la noche me retiro a mi cuarto del hotel, doy por muy bien pagados mis
esfuerzos si le he oído cantar tres o cuatro canciones", confesaba esta
admiradora incondicional. Sus películas, como Flor de durazno, rodada en
Argentina en 1917, Luces de Buenos Aires y Cuesta abajo, en
Francia en 1931 y 1934, y Tango Bar, en Estados Unidos en 1935, además
de Melodía de arrabal, El tango en Broadway, El día que me
quieras y Cazadores de estrellas, entre otras, contribuyeron a
incrementar su fama, gracias a su magnífica voz y a su fascinante personalidad.
Su forma de cantar los pequeños dramas
existenciales de sus tangos va a significar una revolución. Nadie es capaz de
imitar el fraseo de Gardel ni su habilidad para metamorfosearse en los
personajes de sus canciones. Además, su figura simpática, mezcla de pícaro y
castigador siempre bien vestido y repeinado, se convierte en un modelo para los
porteños. Ahora es un triunfador nato, modelo de "el que llegó", un
mito rioplatense admirado por los hombres y adorado por las mujeres.
A pesar de esta imagen, Gardel fue en la intimidad
un hombre tortuoso, retraído y contemplativo, atenazado por una oscura tristeza
y víctima fácil del abatimiento. En cuanto a su vida sentimental, confesaría
que nunca se había enamorado de mujer alguna, "porque todas valen la pena
de enamorarse y darle la exclusividad a una es hacerle una ofensa a las
otras".
En 1934, después de haberse paseado en olor de
multitud por escenarios de Europa y Estados Unidos, Carlos Gardel inició una
gira por toda Hispanoamérica provocando el delirio. Los teatros se llenaban de
un público rendido al cantante argentino, que lo aclamaba y lo continuaría
aclamando hasta después de su muerte.
El 24 de junio de 1935, cuando se encontraba en la
cúspide de su fama, el cantor murió en un accidente de aviación cuyas causas
nunca se han aclarado, al menos no para los millones de apasionados del tango
que en todo el mundo entonces lloraron la muerte de su ídolo y aún hoy hablan
de él en tiempo presente. Gardel viajaba de Bogotá a Cali en un F-31 de la
compañía Saco. Hecha escala en Medellín, el avión recorrió la pista para alzar
el vuelo, pero apenas había despegado se precipitó a tierra, chocando con otro
avión alemán que esperaba en la cabecera de la pista.
Un velo de misterio rodeó el suceso. Corrieron
rumores acerca de un tiroteo entre Gardel y uno de sus acompañantes, con el
piloto del aparato como víctima inocente e involuntario causante de la
tragedia. Sin embargo, y según el testimonio de los dos únicos pasajeros que
lograron salvarse de los veintiuno que viajaban en el vuelo, la verdadera causa
del accidente parece haber sido el fuerte viento reinante que hizo que el
piloto perdiera el control del trimotor en el momento del despegue.
A la confusión del accidente se sumaría después la
leyenda de un cantor encapuchado cuya voz sorprendía por su parecido con la de
Gardel; muchos afirmaron que el ídolo se había salvado y seguía cantando, pero
no deseaba mostrar su rostro totalmente desfigurado; a ser eso cierto, el
cuerpo velado por las multitudes en el estadio del Luna Park no habría sido el
suyo. Pero es su espíritu lo que cuenta: un mar de melancólicos lo lloró
entonces y siguió lamentando la pérdida de la voz más triste y cálida que el
tango ha dado nunca.
Con afecto,
Ruben
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