martes, 30 de junio de 2020

Historia:Motín acorazado ruso Potemkin


Relatos históricos 


“La historia debe ser sobretodo la pintura de un tiempo, el retrato de una época.
 Cuando esta se limita a ser el retrato de una persona o la pintura de una época, de una vida, solo a medias es historia”. Joseph Joubert.


El motín del acorazado ruso Potemkin
El 27 de junio de 1905, el Potemkin, uno de los mejores acorazados de la flota rusa del mar Negro, se amotinó a causa de las penosas condiciones de vida a que se veían sometidos los miembros de la tripulación
Josep Gavaldà


Cartel original de 'El acorazado Potemkin

Estrenada en 1925, El acorazado Potemkin relata los hechos ocurridos en 1905 en el buque Potemkin, cuando los marinos se amotinaron y se enfrentaron a los oficiales zaristas. Está considerada como una de las mejores películas de la historia del cine, obra del cineasta soviético Sergei Eisenstein. 

El motín del Potemkin
Sergei Eisenstein recibió el encargo de realizar esta película que serviría para mitificar el motín del Potemkin, un acorazado de la flota rusa destinado al Mar Negro cuyas condiciones de trabajo eran lamentables. Este levantamiento se extendió hasta el puerto de Odesa, adonde se dirigió el Potemkin extendiendo la revuelta. 


Un final sin épica
La ciudad de Odesa había declarado una huelga general y la llegada de los amotinados fue bien recibida por los ciudadanos, que se unieron a la rebelión.
Sin embargo, el gobierno zarista consiguió detener al pueblo con violencia y los amotinados iniciaron entonces un periplo en busca de apoyo Finalmente, tras deponer las armas, los hombres del Potemkin hundieron el barco antes de abandonarlo. 

El 27 de junio de 1905, la tripulación del acorazado Potemkin se amotinó.
 El comunismo posteriormente se apropiaría de estos sucesos para mitificarlos y convertirlos en un éxito de su propaganda, aunque la realidad fue que el amotinamiento de los marinos del acorazado ruso se debió a la insalubridad del rancho que recibían.
La vida de los hombres en la flota del mar Negro estaba llena de penurias: horas de trabajo extenuante, una enorme opresión difícil de soportar y a una existencia injusta y desesperante, como la de la mayoría de los trabajadores de la Rusia zarista. Durante la guerra ruso-japonesa de 1904, los oficiales y marinos más experimentados fueron destinados al Pacífico para cubrir las crecientes bajas provocadas por el conflicto, por lo que la flota del mar Negro quedó al mando de oficiales con menos experiencia y marinos recién alistados. A pesar de que la flota no entrara en combate, las malas noticias que llegaban del Pacífico aumentaron el creciente malestar entre la tripulación, y a ello se añadió el descontento provocado por las crecientes diferencias entre clases sociales.
La vida de los marinos en la flota del mar Negro estaba llena de horas de trabajo extenuante y se hallaban sometidos a una situación de opresión absoluta
Preparando el motín
Maytushenco de blanco centro izquierda foto

Aprovechando la situación, el Comité Central de la Organización Socialdemócrata de la Flota del Mar Negro, el Tsentralka, había comenzado los preparativos para un motín simultáneo en todos los buques de la flota. Dos marinos miembros del Movimiento Revolucionario Clandestino, Grigori Vakulinchuck y Afanasi Matiushenko, mostraron a sus compañeros del Potemkin las condiciones en las que se encontraba la carne del rancho: el estado de podredumbre era tal que ya estaba infestada de gusanos. En vista de esta situación, los hombres decidieron amotinarse.
El oficial encargado de sofocar el alzamiento fue el comandante Yevgueni Golikov, que inmediatamente ordenó que los rebeldes fueran fusilados en cubierta.
 El segundo de a bordo, Ippolit Guiliarovsky, ordenó a los infantes de marina que extendiesen una lona impermeable en cubierta, frente al alcázar. Los marinos, al ver que iban a ser fusilados, se abalanzaron contra los infantes.
 Tras la reyerta, Vakulinchuck fue herido mortalmente, y Gólikov y otros seis oficiales fueron asesinados.
Los marinos Vakulinchuck y Matiushenslo mostraron a sus compañeros del Potemkin las condiciones de podredumbre de la carne del rancho y éstos decidieron amotinarse
Con Matiushenko al mando, el Potemkin puso rumbo hacia a Odesa donde se había declarado una huelga general y a que ya se estaban empezando a producir algunos disturbios. En ese ambiente de revuelta, la tripulación fue bien recibida por la población, que enseguida simpatizó con los amotinados.
 El funeral de Vakulinchuk se convirtió en una manifestación que el ejército enviado por el zar trató de reprimir a sangre y fuego. En la refriega, decenas de civiles indefensos fueron asesinados y como represalia el acorazado disparó dos proyectiles contra un teatro en el que se iba a celebrar una reunión de militares zaristas de alto nivel, pero ninguno dio en el objetivo.
Una huida frenética
El gobierno ruso ordenó entonces el envío de dos escuadrones navales a Odesa para forzar la rendición de los rebeldes o, en su caso, hundir la nave.
 A pesar de las órdenes del vicealmirante Aleksandr Krieger, los marinos de los acorazados del escuadrón gubernamental no abrieron fuego contra sus camaradas del Potemkin. De hecho, uno de ellos, el Gueorgui Pobedonosets, se amotinó y se unió al Potemkin. Otro acorazado, el Dvenádtsat Apóstolov, quiso embestir al buque rebelde y luego hacer estallar la santabárbara (donde se almacenaba la pólvora), pero parte de la tripulación se lo impidió.
Los barcos de los escuadrones navales enviados por el gobierno ruso para forzar la rendición del Potemkin se negaron a abrir fuego contra sus camaradas
A la mañana siguiente, los marinos del acorazado Gueorgui Pobedonosets leales al gobierno zarista tomaron el control del barco. La tripulación del Potemkin decidió entonces dirigirse al puerto de Constanza (Rumanía) para aprovisionarse, pero el gobierno se negó a facilitarles los suministros. Ante la negativa, el acorazado se dirigió al pequeño y poco defendido puerto de Feodosia, en Crimea, donde esperaban conseguir lo que necesitaban, pero el gobernador de la urbe tan sólo aceptó darles comida.
A la mañana siguiente, los amotinados continuaron su periplo trantando de robar varias barcazas de carbón, pero fueron emboscados por la guarnición del puerto, que mató o capturó a veintidós de los treinta marinos. El Potemkin decidió entonces regresar a Constanza, donde el gobierno rumano aceptó al final dar asilo a los que quedaban si deponían las armas y rendían el acorazado. Los hombres aceptaron, pero antes de desembarcar, Matushenko, uno de los supervivientes, ordenó abrir las válvulas Kingston –un dispositivo de ventilación instalado en barcos y submarinos, normalmente a nivel de la quilla, que se utiliza para rellenar o purgar lastre, combustible o tanques de agua– del Potemkin para hundirlo en el puerto. Aunque éste no sería el final del famoso acorazado, pero esa ya es otra historia...


Con afecto,
Ruben


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