Relatos históricos
“La historia debe ser sobretodo la pintura de un
tiempo, el retrato de una época.
Cuando esta
se limita a ser el retrato de una persona o la pintura de una época, de una
vida, solo a medias es historia”. Joseph Joubert.
El motín del acorazado ruso Potemkin
El 27 de junio de 1905, el Potemkin, uno de
los mejores acorazados de la flota rusa del mar Negro, se amotinó a causa de
las penosas condiciones de vida a que se veían sometidos los miembros de la
tripulación
Josep Gavaldà
Cartel original
de 'El acorazado Potemkin
Estrenada en 1925, El acorazado Potemkin
relata los hechos ocurridos en 1905 en el buque Potemkin, cuando los marinos se
amotinaron y se enfrentaron a los oficiales zaristas. Está considerada como una
de las mejores películas de la historia del cine, obra del cineasta soviético
Sergei Eisenstein.
El motín del
Potemkin
Sergei Eisenstein recibió el encargo de
realizar esta película que serviría para mitificar el motín del
Potemkin, un acorazado de la flota rusa destinado al Mar Negro cuyas
condiciones de trabajo eran lamentables. Este levantamiento se extendió hasta
el puerto de Odesa, adonde se dirigió el Potemkin extendiendo la
revuelta.
Un final sin
épica
La ciudad de
Odesa había declarado una huelga general y la llegada de los amotinados fue
bien recibida por los ciudadanos, que se unieron a la rebelión.
Sin embargo, el gobierno zarista consiguió detener
al pueblo con violencia y los amotinados iniciaron entonces un periplo en
busca de apoyo Finalmente, tras deponer las armas, los hombres del Potemkin
hundieron el barco antes de abandonarlo.
El 27 de junio de 1905,
la tripulación del acorazado Potemkin se amotinó.
El comunismo
posteriormente se apropiaría de estos sucesos para mitificarlos y convertirlos
en un éxito de su propaganda, aunque la
realidad fue que el amotinamiento de los marinos del acorazado ruso se debió a
la insalubridad del rancho que recibían.
La vida de los hombres en
la flota del mar Negro estaba llena de penurias: horas de trabajo extenuante,
una enorme opresión difícil de soportar y a una
existencia injusta y desesperante, como la de la mayoría de los trabajadores de
la Rusia zarista. Durante la guerra
ruso-japonesa de 1904, los oficiales y marinos más experimentados fueron
destinados al Pacífico para cubrir las crecientes bajas provocadas por el
conflicto, por lo que la flota del mar Negro quedó al mando de
oficiales con menos experiencia y marinos recién alistados. A pesar de que la
flota no entrara en combate, las malas noticias que llegaban del Pacífico
aumentaron el creciente malestar entre la tripulación, y a ello se añadió el
descontento provocado por las crecientes diferencias entre clases sociales.
La vida de los marinos en la flota del mar Negro estaba
llena de horas de trabajo extenuante y se hallaban sometidos a una situación de
opresión absoluta
Preparando
el motín
Maytushenco de blanco centro izquierda foto |
Aprovechando la situación, el Comité Central de la
Organización Socialdemócrata de la Flota del Mar Negro, el Tsentralka,
había comenzado los preparativos para un motín simultáneo en todos los buques
de la flota. Dos marinos miembros del Movimiento Revolucionario
Clandestino, Grigori Vakulinchuck y Afanasi Matiushenko, mostraron a sus
compañeros del Potemkin las condiciones en las que se encontraba la carne del rancho: el estado de podredumbre
era tal que ya estaba infestada de gusanos. En vista de esta situación,
los hombres decidieron amotinarse.
El oficial encargado de sofocar el alzamiento fue el comandante Yevgueni Golikov, que
inmediatamente ordenó que los rebeldes fueran fusilados en cubierta.
El segundo
de a bordo, Ippolit Guiliarovsky, ordenó a los infantes de marina que
extendiesen una lona impermeable en cubierta, frente al alcázar. Los marinos, al ver que iban a ser fusilados, se abalanzaron contra los
infantes.
Tras la
reyerta, Vakulinchuck fue herido mortalmente, y Gólikov y otros seis oficiales
fueron asesinados.
Los marinos Vakulinchuck y Matiushenslo mostraron a
sus compañeros del Potemkin las condiciones de podredumbre de la carne del
rancho y éstos decidieron amotinarse
Con Matiushenko al mando,
el Potemkin puso rumbo hacia a Odesa donde se
había declarado una huelga general y a que ya se estaban empezando a producir
algunos disturbios. En ese ambiente de revuelta, la tripulación fue bien recibida por la población, que enseguida
simpatizó con los amotinados.
El funeral
de Vakulinchuk se convirtió en una manifestación que el ejército enviado por el
zar trató de reprimir a sangre y fuego. En la refriega, decenas de civiles indefensos fueron asesinados y como represalia
el acorazado disparó dos proyectiles contra un teatro en el que se iba a
celebrar una reunión de militares zaristas de alto nivel, pero
ninguno dio en el objetivo.
Una huida frenética
El gobierno ruso ordenó
entonces el envío de dos escuadrones navales a Odesa para forzar la rendición
de los rebeldes o, en su caso, hundir la nave.
A pesar de
las órdenes del vicealmirante Aleksandr Krieger, los marinos de los acorazados del escuadrón gubernamental no abrieron
fuego contra sus camaradas del Potemkin. De hecho, uno de ellos, el Gueorgui Pobedonosets,
se amotinó y se unió al Potemkin. Otro acorazado,
el Dvenádtsat Apóstolov, quiso embestir al buque rebelde y luego hacer
estallar la santabárbara (donde se almacenaba la pólvora), pero parte de la
tripulación se lo impidió.
Los barcos de los escuadrones navales enviados por
el gobierno ruso para forzar la rendición del Potemkin se negaron a abrir fuego
contra sus camaradas
A la mañana siguiente, los marinos del acorazado Gueorgui
Pobedonosets leales al gobierno zarista tomaron el control del barco. La tripulación del Potemkin decidió entonces dirigirse al puerto
de Constanza (Rumanía) para aprovisionarse, pero el gobierno se negó a
facilitarles los suministros. Ante la negativa, el acorazado se
dirigió al pequeño y poco defendido puerto
de Feodosia, en Crimea, donde esperaban
conseguir lo que necesitaban, pero el gobernador de la urbe tan sólo aceptó
darles comida.
A la mañana siguiente, los amotinados continuaron su periplo trantando de robar varias barcazas
de carbón, pero fueron emboscados por la guarnición del puerto, que mató o
capturó a veintidós de los treinta marinos. El Potemkin
decidió entonces regresar a Constanza,
donde el gobierno rumano aceptó al final dar asilo a los que quedaban si
deponían las armas y rendían el acorazado. Los hombres aceptaron, pero
antes de desembarcar, Matushenko, uno de los supervivientes, ordenó abrir
las válvulas Kingston –un dispositivo de ventilación instalado en barcos y
submarinos, normalmente a nivel de la quilla, que se utiliza para rellenar o
purgar lastre, combustible o tanques de agua– del Potemkin para
hundirlo en el puerto. Aunque éste no sería el final del famoso acorazado,
pero esa ya es otra historia...
Con afecto,
Ruben
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