Mini cuentos
de Costas Axelos
Costas Axelos |
El ser
Un sabio
chino se pasea con su discípulo. Atraviesan un puente.
- ¿Cuál es el ser (o la esencia) del puente?
-pregunta el aprendiz de filósofo.
Su maestro lo mira sorprendido y de un empujón lo
precipita en el río.
La búsqueda
Un hombre erró por el mundo durante toda su vida a
la búsqueda de la piedra filosofal que convertiría en oro al metal más vulgar.
Erraba por montes y valles, vestido con un sayal atado a su cuerpo por medio de
un cinturón con una hebilla metálica. Cada vez que le parecía que una piedra
podía ser la piedra, la frotaba contra su hebilla y se veía obligado a tirarla.
Una tarde en que estaba muy fatigado, llegó a la
casucha de una anciana campesina y le pidió de comer y de beber. La vieja lo
interrogó, y después de haber escuchado en silencio, se fijó en su hebilla y
dijo:
—Pobre hombre, has tirado la piedra preciosa, ¿no
te has dado cuenta de que tu hebilla ya se ha convertido en oro?
La muerte
Una vez un mandarín chino propuso esta medida al
gobernador de una provincia, quien no tardó en adoptarla. En el momento en que
la víctima debía posar la cabeza sobre el taco para que el verdugo se la
pudiese cortar, un caballero engalanado llegaba al galope y exclamaba:
¡Deténganse! ¡El Sire ha concedido su gracia al condenado a muerte! En ese
instante de euforia suprema, el verdugo cortaba la cabeza del feliz mortal.
Las voces del silencio
Por fin la energía atómica se ha liberado y ha
destruido toda vida humana sobre el planeta. Solo se ha escapado un habitante
de un rascacielos de Chicago. Después de haber comido y bebido todo lo que
tenía en su heladera, leído, visto, mirado y escuchado su biblioteca ideal, su
museo imaginario y su discoteca real, desesperado al ver que no se moría,
decide suprimirse y se tira al vacío desde el piso cuarenta. Justo en el
momento en que pasa por el departamento del primer piso, oye sonar el teléfono.
Un padre y una madre centauros
observan a su hijo que retoza en una playa del Mediterráneo. El padre se vuelve
hacia la madre y le pregunta:- ¿Debemos decirle que no es más que un mito?
El amor
[
Un estudiante alemán va una noche a un baile. En él
descubre a una joven, muy bella, de cabellos muy oscuros, de tez muy pálida. En
torno a su largo cuello, una delgada cinta negra, con un nudito. El estudiante
baila toda la noche con ella. Al amanecer, la lleva a su buhardilla. Cuando
comienza a desnudarla, la joven le dice, implorándole, que no le quite la cinta
que lleva en torno al cuello. La tiene completamente desnuda en sus brazos con
su cintita puesta. Se aman; y después se duermen.
Cuando el estudiante se despierta, mira, colocado
sobre el almohadón blanco, el rostro dormido de la joven que sigue llevando su
cinta negra en torno al cuello. Con gesto preciso deshace el nudo. Y la cabeza
de la joven rueda por la tierra.
El lenguaje
Siete habitantes de la Atlántida salen a pasear: un
poeta, un pintor, un sacerdote, un bandido, un usurero, un enamorado y un
pensador. Llegan a una gruta. “¡Qué lugar más propicio para la inspiración!”,
exclama el poeta. “¡Qué espléndido tema para un cuadro!”, dice el pintor. “¡Qué
rincón favorable para rezar!”, salmodia el sacerdote. “¡Qué ubicación soñada
para un escondite” !, declara el bandido. “¡Es una soberbia caja fuerte!”,
murmura el usurero. “¡Qué refugio para mi amor!”, sueña en voz alta el
enamorado. “¡Es una gruta!”, agrega el pensador.
Con afecto,
Ruben
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