miércoles, 22 de octubre de 2025

Ciclista Lima y su increíble gira de 1931

 

Ciclista Lima y su increíble gira de 1931



Fuente: Diario La Crónica Viva Lima Perú

El Ciclista Lima realizó alguna vez el tour más insólito del fútbol. Descalificados en altamar, terminaron jugando en canchas inclinadas, hipotecando sus anillos y siendo rescatados por un dictador venezolano. Esta es la crónica de su épica y olvidada travesía de 1931.

 

La gira de la aventura no fue solo un viaje sino una expedición de 365 días, la más larga e increíble que cualquier club haya hecho jamás. Un periplo que empezó con champán y terminó en un milagro financiero.

 

El vuelo roto

 

El 21 de abril de 1931, el equipo subió al barco «Santa Inés» rumbo al Norte con permiso oficial de la Federación Peruana, listos para conquistar Ecuador, Colombia y Venezuela. El ambiente era de optimismo puro. Hacían ejercicios en cubierta mientras soñaban con goleadas y taquillas. Lo que no sabían es que el destino, y los burócratas, les tendrían una trampa.

 

Apenas tocaron puerto en Guayaquil, la bienvenida se convirtió en pesadilla. La Federación Peruana había cambiado de directiva durante su travesía y, de la noche a la mañana, desconocieron el permiso otorgado. Un cable urgente viajó por el continente prohibiendo la actuación del equipo. Los jugadores estaban, literalmente, descalificados antes de patear un solo balón.

 

Deudores

 

Así comenzó el calvario, una odisea que los consumió lentamente. Sin poder jugar partidos oficiales (los dirigentes locales temían a la FIFA), seguían alojados y comiendo en un hotel. El dinero se esfumó en días. Tuvieron que gestionar adelantos urgentes desde Colombia solo para pagar la cuenta, mientras veían cómo las oportunidades de jugar se caían una tras otra por miedo a represalias.

 

En Colombia, la situación se puso peor. Lograron pactar encuentros bajo la condición de llevarse el 60% de la taquilla bruta, pero una maldición climática los persiguió. Después de semanas de sol, horas antes del pitazo inicial, una lluvia torrencial caía sin piedad, destrozando la recaudación. Estaban al borde de la bancarrota total.

 

La subsistencia

 

Ante la miseria, tomaron una decisión heroica: la Gira de Circo Pobre. Abandonaron las grandes ciudades y se lanzaron a los pueblos más recónditos de la región. Su fútbol elegante, de alta jerarquía, se presentó en plazas improvisadas donde la novedad era simple: había que pagar para ver. El equipo cercaba las canchas con costales vacíos y palos para poder cobrar la entrada.

 

La peor cancha de la gira fue en Perlera. Era una loma inclinada donde los arcos estaban en las faldas opuestas. Los defensas no podían ver a sus delanteros. ¿La solución? Los mediocampistas se paraban en la cima (el centro del campo) y gritaban los avisos a los backs cuando el ataque rival se acercaba. Fútbol de supervivencia, literalmente cuesta arriba.

 

La situación económica alcanzó su punto crítico en Barranquilla, donde debían $400 USD a la dueña de la pensión. Para poder salir y viajar a Santa Marta, tuvieron que dejar en prenda todos sus objetos de valor: relojes, anillos y mancuernillas. El Ciclista Lima se había convertido en un equipo de «caballeros pobres».

 


Juan Honores: la leyenda de un arquero peruano

 

 

Rescate inesperado

 

En Santa Marta, les propusieron arreglar un empate contra los campeones locales para asegurar una segunda taquilla millonaria. A pesar de haber hipotecado sus joyas, los peruanos se negaron rotundamente: caballeros, ante todo. Ganaron el partido y lograron recuperar sus prendas al final de la jornada. Su integridad valía más que el dinero.

 

La luz al final del túnel llegó en Venezuela. En Maracaibo, el equipo tuvo que desfilar por la ciudad, vestidos de corto y precedidos por una banda, solo para hacer publicidad. La jugada maestra fue invitar al entonces presidente, el general Juan Vicente Gómez, a ver un partido. El militar, impresionado por el nivel de juego y conmovido por sus penurias, cubrió todos sus gastos en el país y les regaló 30.000 bolívares.

 

La vuelta del héroe castigado

 

Con el dinero fresco, la aventura siguió por el Caribe: Curazao, Trinidad. En Trinidad, un empleado del estadio les preguntó qué bandera era la peruana, un insulto a su orgullo que respondieron con un demoledor 7-0. Después de 63 partidos (55 ganados), decidieron volver. Estaban lesionados y el viaje en un buque inestable por el Caribe casi les cuesta la vida.

 


El eterno Carlos «Chueco» Tovar

 

 

Llegaron al Callao en la cubierta de un petrolero, casi un año después de partir. A pesar de haber traído honores a Perú, la Federación mantuvo el castigo. Fue solo durante un clásico Alianza vs. Chalaco que el público, al ver aparecer a los jugadores del Ciclista en la cancha de ceniza, les tributó una ovación tan grandiosa que la Federación no tuvo más opción que reconocer su gesta y levantar la sanción.

 

Esta gira de 1931 no solo forjó leyendas; definió el espíritu de garra peruana. En la era del fútbol multimillonario de 2025, el relato de Ciclista Lima es un potente recordatorio de cuando el deporte se hacía por la camiseta, la dignidad y la necesidad, demostrando que el talento y la integridad pueden superar cualquier traición burocrática o adversidad climática.

Con afecto,

Ruben

 

 

domingo, 12 de octubre de 2025

Andrew Wyeth: Obras 2

 

Andrew Wyeth: Obras 2

El mejor realismo norteamericano del siglo 2o



Wiki Art

Enciclopedia de Artes Visuales

Artículo de Wikipedia

Referencias

Andrew Newell Wyeth (12 de julio de 1917 – 16 de enero de 2009) fue un pintor realista y regionalista estadounidense. Es uno de los más conocidos del siglo XX, comúnmente se le llama el "Pintor del Pueblo" debido a su popularidad entre el público estadounidense. Fue hijo del ilustrador y artista N. C. Wyeth, hermano del inventor Nathaniel Wyeth y de la artista Henriette Wyeth, y padre del artista Jamie Wyeth y Nicholas Wyeth.

 

El tema principal de sus obras es la tierra y habitantes de su ciudad natal Chadds Ford, en Pensilvania, y de su casa de verano en Cushing, Maine. Una de las imágenes más famosas del arte estadounidense del siglo XX es su obra Christina's Worlds, que actualmente se encuentra en la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York.

 

https://es.wikipedia.org/wiki/Andrew_Wyeth


















































Con afecto,

Ruben





 

viernes, 3 de octubre de 2025

Eduardo Chillida



Eduardo Chillida



(Eduardo Chillida Juantegui; San Sebastián, 1924 - 2002) Escultor español, considerado uno de los más importantes del siglo XX. Nacido en el seno de una familia tradicional y de fuertes convicciones católicas, fue el tercer hijo de Pedro Chillida, militar que alcanzaría el grado de teniente coronel, y Carmen Juantegui, un ama de casa aficionada al canto que compatibilizaba sus tareas domésticas con la práctica de conciertos corales en el seno del Orfeón Donostiarra.

 

 

Eduardo Chillida

 

Eduardo Chillida realizó los estudios de primaria y secundaria en el Colegio de los Maristas de su ciudad natal y en 1943 se trasladó a Madrid para comenzar la carrera de arquitectura. Aunque nunca acabaría dichos estudios (en 1947 abandonó la facultad para dedicarse exclusivamente al dibujo y la escultura), algunos de los preceptos ahí aprendidos, tales como la relación entre volúmenes y espacio, tendrían, a la postre, una importancia decisiva en la ideación conceptual de sus posteriores trabajos escultóricos. Asimismo, en esos años, Chillida adquirió una buena reputación como portero de fútbol, llegando incluso a ser titular de la Real Sociedad.

 

Primeras exploraciones creativas

 

En 1948, buscando un ambiente creativo más propicio al que se vivía en la España franquista, se trasladó a París. Allí entabló amistad con el pintor Pablo Palazuelo y, además de conocer de primera mano la obra de artistas como Picasso, Julio González o Constantin Brancusi, sintió una especial fascinación por la escultura arcaica griega del Louvre. En esa primera y efímera etapa realizó en yeso y terracota una serie de esculturas aún influidas por la tradición figurativa. Con todo, aquellos sondeos artísticos no satisficieron a Chillida.

 

Agotado y frustrado, decidió abandonar la capital francesa para volver a su tierra natal. Tiempo después, rememorando aquellos años, diría: «Me di cuenta de que París, así como mis frecuentes visitas al Louvre, me llevaban hacia la blanca luz de Grecia, del Mediterráneo. Comprendí que aquél no era mi lugar y le dije a Pili: “Volvamos a casa, estoy acabado”. Al llegar comprendí por qué me sentía acabado: mi país tiene una luz negra, el Atlántico es oscuro».

 

En 1951 se instaló en el País Vasco con su esposa, Pilar Belzunce, con la que había contraído matrimonio un año antes. En la localidad guipuzcoana de Hernani comenzó a trabajar en la fragua de Manuel Illarramendi, quien le enseñó los seculares secretos del arte de la forja.

 

Aquel mismo año, Chillida alumbró su primera escultura abstracta, Ilarik: una austera y «primitiva» estela en la que el hierro y la madera (materiales con fuertes connotaciones míticas dentro de la tradición y la cultura vascas) se integraban desmintiendo la vieja jerarquía entre «estatua» y «peana». Esta obra supuso un antes y un después en su trayectoria artística, no sólo por la elección de los materiales mencionados, sino, sobre todo, porque en ella se asentaban, aunque de modo todavía incipiente, conceptos constitutivos de su obra posterior como el espacio, la materia, el vacío o la escala.


 


 

Yunque de sueño X (1962)

 

Las exploraciones creativas iniciadas con Ilarik se irían redefiniendo y concretando en los años siguientes con piezas como Elogio del aire, Música callada, Rumor de límites o El peine del viento. Esta última obra (una de las más conocidas del artista) la estuvo trabajando, en sus distintas versiones, durante más de quince años y no la culminó hasta 1977, cuando las tres piezas de acero de la instalación fueron definitivamente engarzadas frente a aquel mar, atávico y oscuro, que lo había visto nacer.

 

El reconocimiento internacional le vino también en los años cincuenta al exponer en galerías y museos de ciudades como París, Londres, Milán, Madrid, Nueva York o Chicago, entre otras, y participar en certámenes tan importantes como la Bienal de Venecia de 1958, en la que ganó el Gran Premio Internacional de Escultura, o la Documenta de Kassel de 1959.

 

Materiales y soportes nuevos

 

A fines de la década empezó a experimentar con nuevos materiales y soportes. En 1959 realizó Abesti Gogora, su primera escultura en madera. Ese mismo año, ejecutó también su primera obra en acero, Rumor de límites IV, y sus primeros aguafuertes. En 1963, junto con el historiador y crítico de arte Jacques Dupin, viajó a Grecia. Nuevamente entraba en contacto con el mundo y la cultura egea, pero en esta ocasión (sin la mediación, quizá, de las ampulosas salas del Louvre) la luz cegadora y, para él, distante del Mediterráneo, se le reveló con nuevos esplendores.



 

 

Los peines del viento

 

De aquel periplo por tierra griegas nacerían, dos años después, sus primeros alabastros, como los de la serie Elogio de la luz. Utilizando la técnica del vaciado, la misma que ya emplearon los grandes escultores de la Grecia clásica y el Renacimiento, Chillida horadó y modeló el bloque para que el espacio y la luz entraran en sus pétreas entrañas. Esta concepción prometeica del hecho escultórico, llevada, eso sí, a una escala titánica, sería la que iluminaría su inconcluso proyecto para la montaña de Tindaya, en Fuerteventura.

 

En 1971 realizó su primer trabajo en hormigón. En los años subsiguientes, coincidiendo con los grandes encargos de escultura pública, este material sería empleado en un gran número de obras, como Lugar de encuentros III (Madrid, 1971), La casa de Goethe (Frankfurt, 1986), Elogio del agua (Barcelona, 1987), Elogio del horizonte (Gijón, 1990) o Monumento a la tolerancia (Sevilla, 1992).




 

Buscando la luz 


Monumento a la tolerancia


Abre


De musica


Guruz


Gure aitaren etexa



Monumento

Asimismo, también utilizó el acero (uno de los materiales en los que trabajaba más a gusto) en la concreción de muchas de sus esculturas de los años ochenta y noventa, como el Monumento a los Fueros (Vitoria, 1980), Homenaje a Jorge Guillén (Valladolid, 1982), Helsinki (Helsinki, 1991), Homenaje a Rodríguez Sahagún (Madrid, 1993), Jaula de la libertad (Trier, 1997), Diálogo-Tolerancia (Münster, 1997) o Berlín (con esta obra, situada frente a la nueva Cancillería de la capital alemana e inaugurada póstumamente en 2002, Chillida quiso simbolizar el espíritu conciliador de la nueva Alemania unificada).

 

En el año 1999, el Museo Guggenheim Bilbao -ampliando la muestra que un año antes había ofrecido el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS)- celebró el 75º aniversario del escultor con una interesante retrospectiva en la que se presentaron más de doscientas obras. Esta exposición ha sido, hasta el momento, la más importante que se le haya dedicado al artista.

 

En septiembre de 2000, Chillida vio realizado uno de sus grandes sueños. Aquel día, en Hernani, abrió sus puertas el centro que él mismo había bautizado como Chillida-Leku (Casa de Chillida). Este proyecto empezó a gestarse en 1984, cuando él y su esposa adquirieron un viejo caserío del siglo XVI, rodeado de prados y bosques, con la idea de crear un espacio que contribuyese a la divulgación de su obra y albergase de forma permanente una muestra representativa de la misma. El Museo Chillida-Leku no sólo fue el último legado de este artista universal que sin olvidar sus raíces supo reinventar la escultura para llenarla de nuevos significados, sino que en poco tiempo se ha convertido en uno de los nuevos referentes culturales del País Vasco.

 

Un legado esencial

 

Desde que se diera a conocer en la escena internacional allá por los años cincuenta, la obra de Chillida ha quedado representada en los principales museos y colecciones de arte de Europa y Estados Unidos. Asimismo, sus trabajos han sido comentados y analizados tanto por parte de los historiadores y críticos de arte como por poetas de la talla de Octavio Paz, Gabriel Celaya y José Ángel Valente, entre otros, y filósofos tan importantes como Martin Heidegger o Gaston Bachelard. Galardonada en innumerables ocasiones y expuesta en numerosos museos y retrospectivas, su obra constituye un legado de referencia ineludible en el panorama artístico contemporáneo. Para muchos fue el mejor escultor español de la segunda mitad del siglo XX.

 

A lo largo de sus más de cincuenta años de trayectoria creativa, Chillida exploró conceptos (opuestos para algunos, complementarios para él) como los de vacío y volumen, luz y sombra, límite e infinitud. El material del que estaban hechos sus trabajos (aun indagando en componentes tan diversos como el hierro, la piedra, el alabastro, el acero o el hormigón) no fue para él un fin en sí mismo, como tampoco lo fueron esas formas austeras y arcanas tan definitorias de su trabajo. Más allá de la materia y la forma, lo que quiso expresar Chillida a través de sus obras fue una concepción ética, mística y trascendental de la existencia.


 

Cómo citar este artículo:

Tomás Fernández y Elena Tamaro. «Biografia de Eduardo Chillida» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/chillida.htm [página consultada el 3 de octubre de 2025].

Con afecto,

Ruben