viernes, 23 de agosto de 2013

Salud: La nutrición y la salud 3:




La nutrición  y la salud 3: Dieta toxica

Continuando con esta serie de artículos relacionados con la buena nutrición y la preservación de una buena salud; y ahora, dentro de la llamada dieta toxica, se revisaran otros componentes  de las dietas que por su consumo en exceso entorpecen el balance funcional del organismo poniéndolo en riesgo de enfermarse severamente, ahora veremos  otros significantes excesos.
Todos sabemos que uno de los males de la vida moderna es la mala alimentación.
 Los hábitos alimenticios se han vuelto irregulares, con una mayor tendencia a comer mal, abusar de las comidas    al paso, rápidas llamadas chatarra en ciertos lugares,  y dejar de lado alimentos saludables como frutas y verduras, y todo ello acompañado de una  vida sedentaria. Por ello, debemos tener en cuenta cuáles son los riesgos de alimentarse mal.
Todos necesitamos consumir determinados tipos de alimentos y nutrientes que contribuyen a nuestra salud física y mental. El desbalance nutricional, por exceso o falta de nutrientes, afecta nuestro cuerpo de diferentes maneras generando, trastornos de salud que pueden llegar a ser graves. Entender esto es fundamental antes de sufrir los riesgos de una mala alimentación así como los efectos inmediatos en la salud que ello trae.

3. Excesos de grasas:
“Una comparación de  poblaciones indica que los promedios de de cáncer a las mamas,  colon  y próstata, son directamente proporcionados  al estimado  de un  consumo de  grasas”. Reporte de Nutrición y Salud (1988)
Generalidades:

Las grasas y los aceites o triglicéridos son un grupo de compuestos orgánicos (lípidos) de naturaleza aceitosa, untuosa o cerosa. Los animales las concentran en variadas partes del cuerpo, pero principalmente en los tejidos adiposos; en las plantas están contenidas generalmente en las semillas a modo de sustancias de reserva.
Las grasas, además de aportar la mayor cantidad de energía al organismo, son importantes para que se produzca la absorción de algunas vitaminas, como las liposolubles A, D, E y K.
Son también responsables en gran parte del sabor de los alimentos.

La mayoría de las grasas que consumimos se derivan de los aceites que se utilizan para cocinar y una forma muy habitual de cocinarlos es  mediante la fritura, considerada por muchos nutricionistas como una manera no muy adecuada  para nuestro organismo.

La consecuencia inmediata de freír cualquier alimento es que éste pierde parte de sus propiedades que van a pasar al aceite de la fritura, aparte de hacer que éste gane una cantidad de calorías extra y que la digestión sea más difícil  que la de cualquier otro tipo de cocinado.
 Si queremos tomar de vez en cuando alimentos fritos es importante que sigamos una serie de recomendaciones básicas para que éstos sean igual de saludables que los alimentos cocinados de cualquier otra forma. Como por ejemplo fritadas  breves a no mucha temperatura  con abundantes vegetales es una mejor opción.

Las características físicas de las sustancias grasas vienen determinadas por una serie de ácidos grasos puros, algunos de los cuales son la palmitina, la estearina y la oleína (esta última está contenida principalmente en los aceites vegetales), todos ellos se encuentran en las grasas y aceites naturales en distintas proporciones. Las grasas saturadas son sólidas a temperatura ambiente y proceden generalmente de organismos animales.
Grasas saturadas e insaturadas:
Según el número de átomos de hidrógeno que presentan los enlaces químicos de las grasas, éstas se dividen en saturadas, cuando contienen todos los átomos de hidrógeno posibles; e insaturadas, cuando han perdido dos o más átomos de hidrógeno (son las mono insaturadas y poli insaturadas respectivamente). Las grasas saturadas son sólidas a temperatura ambiente y proceden generalmente de los organismos animales.
Por su parte, las insaturadas son líquidas y proceden sobre todo de los aceites de semillas.
 Las dietas ricas en determinadas grasas se han demostrado como perjudiciales para el organismo, especialmente las saturadas.
 Efectos de las grasas en el organismo :
Además de a niveles altos de de colesterol, un consumo excesivo de grasas está asociado a la obesidad, enfermedades de la vesícula biliar y algunos tipos de cáncer.

El organismo recibe las grasas de la dieta y tras descomponerlas en ácidos grasos los pasa a la sangre, formando los llamados triglicéridos. Por los estudios realizados sobre determinadas enfermedades cardíacas y vasculares, se sabe que éstas pueden ser causadas por dietas ricas en grasas, especialmente si se trata de grasas saturadas, ya que elevan el nivel de colesterol en sangre.

El aceite de oliva es una grasa insaturada que se ha demostrado excelente para prevenir los accidentes vasculares por altos niveles de colesterol.
El colesterol es un lípido muy difundido en los tejidos animales, y de importancia para sintetizar variadas sustancias, tales como la vitamina D, la bilis, las hormonas sexuales, o las hormonas de la corteza suprarrenal (cortico esteroides.
Sin embargo, un alto nivel de colesterol en la sangre promueve la obstrucción de las arterias, al depositarse la grasa en sus paredes y sedimentarse con cierta dureza, produciendo rigidez y disminuyendo el volumen del riego sanguíneo. Cuando esto se produce en las arterias coronarias, que tienen la misión de regar las paredes externas del corazón, se puede interrumpir el suministro y conducir finalmente a un ataque al corazón (infarto cardíaco o de miocardio). Además de a niveles altos de colesterol, un consumo excesivo de grasas está asociado a la obesidad, enfermedades de la vesícula biliar y algunos tipos de cáncer.
En  las Dietas:
En una dieta sana deben limitarse al máximo las grasas saturadas, que aumentan el riesgo de sufrir accidentes vasculares por incremento del nivel de colesterol en sangre.
En una dieta sana deben limitarse al máximo las grasas saturadas (procedentes generalmente de organismos animales). Por el contrario, es aconsejable sustituirlas por grasas insaturadas (procedentes de organismos vegetales), sobre todo si son del tipo poli insaturadas, que tienden a reducir los niveles de colesterol. El aceite de oliva, por ejemplo, es una grasa no saturada que se ha demostrado excelente para prevenir los accidentes vasculares por la  acumulación de colesterol de baja intensidad en las arterias, gracias a su contenido en ácido oleico; es además un ingrediente de la tan afamada dieta mediterránea.
Algunos ácidos grasos poli insaturados que se encuentran generalmente en los aceites de pescado, también son beneficiosos para la circulación sanguínea, ya que reducen la coagulación y por tanto el riesgo de sufrir una trombosis
Energía de las grasas:
Aunque las grasas no son tan abundantes en la naturaleza como los hidratos de carbono, producen sin embargo más del doble de energía que éstos.

Las grasas no son tan abundantes en la naturaleza como los hidratos de carbono, pero sin embargo producen más del doble de energía que éstos. Son además muy fáciles de almacenar como reservas energéticas para cuando se produzca una reducción de los hidratos de carbono disponibles.

Las células procesan muy eficazmente la energía almacenada en forma de grasas.
Cuando el cuerpo "quema" (oxida) un gramo de grasa, se liberan unas 9 kcalorías (alrededor de 37.000 julios), mientras que la misma cantidad en hidratos de carbono o proteínas sólo liberan unas 4 kcalorías (alrededor de 16.000 julios).
Valor calórico por gramo:
  • Carbohidratos - 4 calorías
  • Proteína - 4 calorías
  • Alcohol - 7 calorías
  • Grasas/Aceites - 9 calorías


Los animales almacenan grasa preferentemente en los tejidos adiposos, para su posterior consumo durante los periodos de gran actividad física, estaciones frías o secas, o dificultad para obtener alimentos. Los humanos, sin embargo, somos  seres industrializados  con capacidad para modificar las condiciones de trabajo en beneficio del máximo rendimiento, lo que implica la utilización de máquinas para desarrollar labores con el mínimo esfuerzo físico y por tanto con escaso consumo de calorías, lo que da lugar a un almacenamiento excesivo de grasas en el organismo, por ingestión de alimentos energéticos en mayor cantidad que las energías requeridas , hecho especialmente evidente en los países desarrollados e industrializados, donde además los alimentos no escasean; en estos países más del 40% del consumo total de energía procede de las grasas.

Algunas grasas animales muy comunes, como las de la leche, apenas sufren alteraciones desde su obtención.

La acumulación desproporcionada de grasa en el cuerpo humano se ha  considerado un riesgo creciente para la salud, por ello las guías nutricionales de la Organización Mundial de la Salud aconsejan que, de toda la energía ingerida a través de los alimentos, la correspondiente a grasas no supere el 30%.

Grasas y aceites alimentarios:
Las grasas y aceites, aunque también tienen utilidades industriales, son generalmente destinadas a la alimentación humana. Algunas grasas animales muy comunes en la cesta de la compra apenas sufren alteraciones desde su obtención, tal es el caso de las mantecas de cerdo y las grasas de la leche; o las margarinas, que consisten simplemente en aceites hidrogenados (endurecidos). En los últimos tiempos la industria alimentaria ha conseguido desarrollar variados productos bajos en grasa, para sustituir en todo o en parte esos otros productos, alcanzándose reducciones superiores al 20% en la dieta.
Necesidades diarias de lípidos:
Se recomienda que las grasas de la dieta aporten entre un 20 y un 30 % de las necesidades energéticas diarias. Pero nuestro organismo no hace el mismo uso de los diferentes tipos de grasa, por lo que este 30 % deberá estar compuesto por un 10 % de grasas saturadas (grasa de origen animal), un 5 % de grasas insaturadas (aceite de oliva) y un 5 % de grasas poli insaturadas (aceites de semillas y frutos secos). Además, hay ciertos lípidos que se consideran esenciales para el organismo, como el ácido linoleico, que si no están presentes en la dieta en pequeñas cantidades se produce enfermedades y deficiencias hormonales.
Estos son los llamados ácidos grasos esenciales o vitamina F.
Si consumimos una cantidad de grasas mayor de la recomendada, el incremento de calorías en la dieta que esto supone nos impedirá tener un aporte adecuado del resto de nutrientes energéticos sin sobrepasar el límite de calorías aconsejable. En el caso de que este exceso de grasas esté formado mayoritariamente por ácidos grasos saturados (como suele ser el caso, si consumimos grandes cantidades de grasa de origen animal), aumentamos el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares como la arteriosclerosis, los infartos de miocardio o las embolias.
¿Que son Grasas Saturadas? Las grasas se clasifican en tres tipos:
Saturadas
Mono-Saturadas
Poli-Saturadas
De estos tres tipos resulta más peligroso el de las llamadas grasas saturadas. Podríamos definir, estas sencillamente por sus características externas más elementales: se mantiene dura aún cuando se encuentra a temperatura ambiente, como sucede con la manteca de cocina y la mantequilla; es decir, las grasas saturadas sólo se derriten cuando se eleva la temperatura.
Los alimentos de origen animal son ricos en grasas saturadas y por lo tanto en colesterol. Incluso, hay partes determinadas de la carne de la res que son particularmente peligrosas para el corazón. Los alimentos lácteos también están cargados de grasas saturadas: en la leche completa el 3.6 % está constituido por grasas; los quesos (sobretodo quesos duros) las poseen en grandes cantidades; y la mantequilla y la crema no son una excepción.
Aunque es cierto que los aceites vegetales resultan menos dañinos para la salud del ser humano, algunos de ellos pertenecen al grupo de las grasas saturadas, y por tanto, resultan nocivos.
Tal es el caso de los aceites  de coco y de palma, que se emplean en la elaboración de diferentes productos industriales, y cuyo consumo puede resultar perjudicial para las personas con índices elevados de colesterol. Este es el motivo por el que su consumo debe ser vigilado constantemente.
Otras grasas poseen niveles muy bajos de colesterol. Se caracterizan externamente porque se mantienen en estado líquido a la temperatura ambiente. Entre ellas se encuentran las semillas de algodón, maíz, girasol, semillas de sésamo, soya y otros. El uso de las grasas poli-saturadas ayuda a disminuir el nivel de colesterol en la sangre.
Las mono-saturadas se hallan en el maní, las aceitunas de oliva. Los aguacates también son ricos en este tipo de grasa mono-saturada.
En algunos países del mediterráneo se ha comprobado que consumen este tipo de grasa mono-saturadas logran prolongar el promedio de vida de su población, y presentan un porcentaje menor de fallecimientos por problemas cardiacos que otros pueblos.
Por otra parte los canceres a la vesícula, páncreas, próstata, útero y ovarios tienen una fuerte correlaciona fuertemente con  el consumo de la dieta alta en grasas.

¿Cómo es que las grasas causan cáncer?
Estudios muestran que la ingesta alta en grasas causa cáncer al menos en dos maneras:
Las grasas producen residuos tóxicos que hacen que el hígado produzca abundante bilis para ayudar a disolver o quebrarlos en los intestinos. Estos ácidos estimulan la acidez haciendo más  apta las condiciones para que se inicie un cáncer como resultado de los residuos tóxicos en el  intestino, así como  de otros residuos tóxicos de la alimentación.
La otra manera es que las grasas producen numerosa cantidades de estrógenos.
Las grasas en el intestino incentivan el crecimiento de bacterias anaeróbicas las cuales  en su momento se producen más estrógenos.
Un sobre-abundancia de estrógenos que están en una relación con la progesterona; la cual es la otra hormona femenina puede llevar al cuerpo a producir tumores. En el caso de la mujer en las zonas de los senos, y en los hombres el exceso de estrógenos, que también están en relación con la progesterona; tiene la capacidad potencial de producir cáncer a la próstata.
Muchos estudiosos en nutrición humana consideran que incuso la recomendación de ingerir el 30% de las calorías provenientes de las grasas es todavía muy elevada.
Por lo mismo se sugiere limitar a solo el 10% de las  calorías diarias queridas provenientes de las grasas. Esta recomendación es muy acertada para evitar poner al cuerpo en una situación que  lo debilite por la pérdida en el balance  de la producción de la bilis y los estrógenos.

Hasta ahora se ha venido repitiendo en numerosas ocasiones que un elevado consumo de grasas podría estar directamente relacionado con el riesgo de desarrollar cáncer de mama.
 Nuevas   investigaciones   publicadas no sólo confirma esta relación sino que asegura que el riesgo es independiente de otros factores como la obesidad.
Se podía pensar que la obesidad, entre otras causas, podría tener alguna influencia en la relación grasas/cáncer de mama; sin embargo, los últimos resultados al respecto indican que el riesgo aumenta proporcionalmente con el consumo de grasas saturadas o carne roja.
Se sugieren que el consumo de estas sustancias es capaz de incrementar el riesgo de tumores por sí solo, independientemente de otros elementos. "Estas conclusiones refuerzan la importancia de llevar una dieta equilibrada, rica en frutas y verduras", añaden.

Con afecto,
Rubén                Agosto   2013-08-23