lunes, 1 de septiembre de 2025

Benjamin Franklin

 

Benjamin Franklin



(Boston, 1706 - Filadelfia, 1790) Político, científico e inventor estadounidense. Estudioso de la electricidad y de cuanto atrajo su interés, inventor del pararrayos y de otros útiles artefactos, honesto y eficiente hombre público y destacado artífice de la independencia de los Estados Unidos, Benjamin Franklin fue acaso el personaje más querido de su tiempo en su país y el único americano de la época colonial británica que alcanzó fama y notoriedad en Europa.

 

 


 

Sólo desde la admiración es posible aproximarse a su figura, y al mismo tiempo es difícil pensar en Franklin sin experimentar una sensación de calor humano. Su apariencia era tan sencilla, su personalidad resultaba tan agradable y su sentido del humor brotaba tan espontáneamente que para la gente resultaba fácil quererlo y respetarlo. Unos grandes ojos grises y una boca propensa a la sonrisa adornaban el rostro de este dechado de virtudes, que fue capaz de sobresalir en cuantos campos se propuso.

 

"La voluntad, el talento, el genio y la gracia se reunían en él, como si la naturaleza al formarle se hubiese sentido derrochadora y feliz", afirmó uno de sus biógrafos. Más allá de esos dones, Franklin siempre creyó firmemente que era posible modificar los aspectos negativos del carácter mediante una disciplina a la vez suave y constante. En su juventud llevaba siempre consigo una lista de cualidades dignas de admiración, que más tarde se convirtió en un pequeño libro donde cada página estaba consagrada a una virtud. Franklin dedicaba una semana de atención a cada una de ellas, que releía en cuanto tenía ocasión, y volvía a empezar cuando llegaba al final.

 

Biografía

 

Decimoquinto hermano de un total de diecisiete, Benjamin Franklin cursó únicamente estudios elementales, que abandonó a la edad de diez años; la vasta erudición enciclopédica que exhibiría en su madurez fue el resultado de una curiosidad insaciable y de un esfuerzo autodidacta que compaginaría siempre con sus actividades profesionales. A los doce años comenzó a trabajar como impresor en una empresa propiedad de John Franklin, uno de sus hermanos.

 

En 1723, tras una disputa con su hermano, huyó a Filadelfia, donde, sin un céntimo en el bolsillo, halló trabajo en una tipografía. Tras haber desempeñado por espacio de dos años la misma actividad en Inglaterra, adonde había sido enviado con recomendaciones sin ningún valor, regresó a Filadelfia y trabajó por su cuenta como tipógrafo y editor. En 1727 fue responsable de la emisión de papel moneda en las colonias británicas de América. Más tarde fundó el periódico La Gaceta de Pensilvania, que publicó entre los años 1728 y 1748, y en 1732 emprendió la edición del Almanaque del pobre Richard (1732-1757).

 

 


Benjamin Franklin

 

Con la publicación del Almanaque, un tipo de anuario misceláneo frecuente en la época que incluía el santoral, horóscopos, consejos médicos y previsiones meteorológicas, se abrió en su vida un período de prosperidad. El propio Franklin ejercía como redactor, editor y director, aunque atribuía la autoría del mismo a un personaje ficticio que acabaría siendo famosísimo: el extravagante Richard Saunders, de donde procede el título de Almanaque del pobre Richard.

 

El tal Richard es un viejo "yanqui" provinciano de variable humor, un filósofo rústico con sus puntas y ribetes de misoginismo, que, con gran desesperación de su esposa Bridget, se pasa el tiempo entre polvorientos libros y cálculos astrológicos, en lugar de ganar dinero para sostener a su familia; decide editar el almanaque, precisamente, para poder conciliar sus aficiones con esa necesidad.

 

Junto a las secciones habituales, Franklin tuvo el acierto de incluir además toda clase de máximas, proverbios, sentencias y frases célebres, extraídas de fuentes variadas; en ocasiones, aplicando su genio y experiencia a la conducta humana, llegó a inventarlas él mismo, con tanta fortuna que acabaron pasando al acervo popular. Después de veinticinco años de publicación ininterrumpida, con tiradas que alcanzaron los diez mil ejemplares (una cifra impresionante para la época), Benjamin Franklin había conseguido un considerable patrimonio que le permitió abandonar la impresión.

 

El estadista

 

La época de más intensa actividad política de Benjamin Franklin se inició en 1757, una vez finalizada aquella larga etapa como impresor. Lo más importante de la misma fue su tarea como inspirador y activo factótum de la independencia. Puede atribuírsele la idea primigenia de unos Estados Unidos como nación única y no como un grupo de colonias separadas, ya que dos décadas antes de la guerra de independencia americana concibió un sistema de gobiernos estatales reunidos bajo una sola autoridad federal.

 

Previamente, convertido ya en uno de los más importantes personajes públicos de Filadelfia, había sido elegido miembro de la Asamblea legislativa; llevó a buen fin el tratado con los indios rebeldes, encontró un sistema racional para la limpieza de las calles y promovió numerosas iniciativas y mejoras. Su temperamento activo y polifacético lo impulsaría a participar en las cuestiones de ámbito local, por ejemplo, en la creación de instituciones como el cuerpo de bomberos de Filadelfia, la biblioteca pública y la Universidad de Pensilvania, así como la Sociedad Filosófica Americana. Como director general de Correos en Filadelfia, primero de importancia de los múltiples cargos públicos que desempeñaría con brillante eficiencia, Franklin alcanzó una serie de éxitos fulgurantes en la mejora del servicio, amplió considerablemente la frecuencia de los envíos y mejoró los caminos postales.

 

Cuando en 1757 fue enviado a Londres para defender los intereses de las colonias americanas ante la metrópoli, Benjamin Franklin inició una intensa labor política que acabaría dando los frutos apetecidos. En una famosa ocasión estuvo durante todo el día en la Cámara de los Comunes, contestando con gran habilidad las preguntas que le dirigían los miembros de tan honorable institución en torno a la resistencia de las colonias ante la muy odiada ley tributaria inglesa, que resultaba nefasta para los intereses de los colonos americanos. El resultado fue que el Parlamento revocó la ley (1766) y la guerra se retrasó diez años, dando a los independentistas tiempo suficiente para prepararse.

 

Ante las nuevas presiones fiscales y políticas ejercidas por la metrópoli, Benjamin Franklin dejó Londres; regresó a Filadelfia en 1775 y se adhirió decididamente al movimiento independentista. Ese mismo año fue nombrado diputado por Pensilvania ante el II Congreso Continental, en el que los representantes de las trece colonias norteamericanas decidieron formar un ejército para luchar contra Inglaterra. Al año siguiente redactó, conjuntamente con Thomas Jefferson y John Adams, la histórica Declaración de Independencia (1776).

 

Debido a su prestigio, se le escogió en diciembre de ese año para efectuar una gira por Europa (1776-1785) en busca de apoyo para la causa independentista. Era fundamental conseguir la ayuda de Francia, sin la cual la contienda podía prolongarse indefinidamente e incluso perderse. George Washington se había entregado a la organización de un ejército norteamericano, pero la metrópoli contaba con todo el poder, las armas e importantes aliados. Era preciso contrarrestar ese poderío consiguiendo el auxilio de Francia. Franklin no sólo convenció al reacio monarca francés, Luis XVI, de que enviara secretamente suministros al general Washington, sino que un año después (1778) logró que entrara abiertamente en la guerra como aliado después de firmar un tratado de amistad.

 

 


Benjamin Franklin (retrato de David Martin, 1767)

 

Finalizada la guerra y lograda la independencia efectiva, Benjamin Franklin fue partícipe en las conversaciones para concluir el tratado de paz que pondría fin al conflicto (1783). Tras su regreso a Filadelfia fue nombrado miembro de la convención encargada de la redacción de la Constitución estadounidense (1787). Franklin consiguió además resolver un problema que amenazaba con dificultar seriamente la formación del nuevo país: los pequeños Estados querían tener idéntica representación en el Congreso que los grandes y, a su vez, éstos pretendían que el número de delegados se eligiera según la población de cada Estado.

 

Franklin resolvió la dificultad aceptando la primera propuesta como base para el Senado y la segunda para la Cámara de Representantes; luego, cuando la Constitución estuvo lista, se encargó personalmente de que fuera ratificada por los distintos Estados, tarea para la que tuvo que poner en juego todas sus dotes de persuasión y sus capacidades de magistral razonador: ninguno de sus interlocutores se resistió a sus argumentos. Vuelto a Filadelfia, ya viejo y fatigado, y con la esperanza de un descanso bien merecido, se vio inmediatamente agobiado por nuevas responsabilidades públicas, llevando una vez más a cabo con su perfecto y admirable estilo las misiones confiadas.

 

El científico

 

El interés de Benjamin Franklin por los temas científicos comenzó a mediados del siglo y coincidió aproximadamente con aquella etapa de intensa actividad política. Durante una estancia en Francia, en 1752, llevó a cabo el famoso experimento de la cometa, que le permitió demostrar que las nubes están cargadas de electricidad y que, por lo tanto, los rayos son esencialmente descargas de tipo eléctrico.

 

Para la realización del experimento, no exento de riesgo, utilizó una cometa dotada de un alambre metálico unido a un hilo de seda que, de acuerdo con su suposición, debía cargarse con la electricidad captada por el alambre. Durante la tormenta acercó la mano a una llave que pendía del hilo de seda, y observó que, lo mismo que en los experimentos con botellas de Leyden que había realizado con anterioridad, saltaban chispas, lo cual demostraba la presencia de electricidad.

 


 

El experimento de la cometa (óleo de B. West)

 

Este descubrimiento le permitió inventar el pararrayos, cuya eficacia dio lugar a que ya en 1782, en la ciudad de Filadelfia, se hubiesen instalado 400 de estos ingenios. Sus trabajos acerca de la electricidad le llevaron a formular conceptos tales como el de la electricidad negativa y positiva (a partir de la observación del comportamiento de las varillas de ámbar) o el de conductor eléctrico, entre otros. Expuso además una teoría acerca de la electricidad en la que consideraba que ésta era un fluido sutil que podía presentar un exceso o un defecto, descubrió el poder de las puntas metálicas al observar que un cuerpo con carga eléctrica se descarga mucho más deprisa si termina en punta, y enunció el principio de conservación de la carga eléctrica.

 

Benjamin Franklin inventó también la llamada estufa Franklin (1742), una estufa de hierro de mayor eficiencia y menor consumo, y las lentes bifocales. La gran curiosidad que sentía por los fenómenos naturales le indujo a estudiar, entre otros, el curso de las tormentas que se forman en el continente americano, y fue el primero en analizar la corriente cálida que discurre por el Atlántico norte y que en la actualidad se conoce con el nombre de corriente del Golfo.

 

Músico e instrumentista experto, escribió también sobre los problemas de la composición musical, en particular sobre los referentes a la adaptación de la música a la letra para que esta última pudiera ser inteligible. Una relación detallada de sus hallazgos resultaría interminable y agotadora, pues su capacidad creadora y su sentido de anticipación fueron absolutamente extraordinarios.

 

Benjamin Franklin falleció en Filadelfia a los 84 años de edad. Había permanecido activo prácticamente toda su vida; sólo dos años antes había decidido retirarse de la vida pública y completar su Autobiografía (iniciada hacia 1771), que vería la luz póstumamente. Una de las razones que lo llevaron a la longevidad fue su profundo conocimiento de los temas relativos a la salud. Daba largas caminatas en cuanto tenía ocasión, era un ejemplo de moderación en la mesa y, en contra de muchos prejuicios acatados por sus contemporáneos, tenía hábitos que resultaban insólitos para el americano medio, como la costumbre, considerada extravagante y perniciosa, de dormir con las ventanas abiertas de par en par.

 

 

Cómo citar este artículo:

Tomás Fernández y Elena Tamaro. «Biografia de Benjamin Franklin» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/f/franklin.htm [página consultada el 1 de septiembre de 2025].

Con afecto,

Ruben

sábado, 30 de agosto de 2025

Frases célebres de José Saramago que te harán pensar

 

Frases célebres de José Saramago que te harán pensar



Fuente: Psicología › Frases › Frases autores, escritores y pensadores

José de Sousa Saramago (1922-2010) fue un afamado escritor, periodista y ensayista portugués. En 1998 recibió el Premio Nobel de Literatura. Hijo de una humilde familia portuguesa, su madre era analfabeta, sin embargo, no quiso la misma suerte para su hijo y le regaló su primer libro cuando era pequeño. Saramago comenzó a estudiar a los 12 años, pero por desgracia no logró completar su formación debido a problemas económicos, teniendo que ponerse a trabajar con quince años. La obra de José Saramago se caracterizó por interrogar la historia de su país y las motivaciones humanas, siempre a través de la ironía y al servicio de una aguda conciencia social.



 

Cada uno ve el mundo con los ojos que tiene, y los ojos ven lo que quieren, los ojos hacen la diversidad del mundo y fabrican maravillas, aunque sean de piedra, y las altas proas, aunque sean de ilusión.

Dos debilidades no hacen una debilidad mayor, hacen una nueva fuerza.

El sentir humano es una especie de caleidoscopio inestable.

Nos faltan todavía muchas palabras para que comencemos a intentar decir quiénes somos y no siempre daremos con las que mejor lo expliquen.

No es malo tener una ilusión, lo malo es ilusionarse.

Aquello que más le cuesta a un hombre es reconocer sus debilidades y confesarlas.

La hora de las verdades terminó. Vivimos en el momento de la mentira universal. Nunca se mintió tanto. Vivimos una mentira todos los días.

Al igual que el hábito no hace al monje, el cetro no hace al rey.

El triunfo nunca ha sido un objetivo para mí.

Se dice que el paisaje es un estado del alma, que el paisaje de fuera lo vemos con los ojos de dentro.

La muerte está presente cada día de nuestras vidas. No es que ello me produzca una fascinación morbosa, pero es una de las verdades de la vida.

El barro es como las personas, necesita que lo traten bien.

Básicamente, todo lo que necesitamos para decir lo que somos y lo que estamos haciendo y la necesidad de dejar que se haga algo, porque esta vida no es eterna y dejar que las cosas pueden ser una forma de eternidad.

La vida se ríe de las previsiones.

La vida, sin embargo, tiene muchas cartas en la baraja y no es infrecuente que las juegue cuando menos se espera.

Cuántas veces precisamos la vida entera para cambiar de vida.

Es con lo que es con lo que tenemos que vivir, no con lo que sería o podría haber sido.

En el paraíso no se requiere dinero, en el infierno tampoco, en el purgatorio es donde se pagan las deudas con oraciones.

No es que sea pesimista, es que el mundo es pésimo.

Más tarde o más pronto las consecuencias caerán sobre nuestras cabezas, De eso, amigos, nadie escapa en este mundo.

Los inocentes ya están acostumbrados a pagar por los pecadores.

No sabemos lo que es ser infinitamente bueno. Sabemos lo que es ser relativamente buena. Y sabemos que no podemos ser bueno toda la vida y en todas las circunstancias. Nos hemos perdido mucho. Y luego reconsiderado, lo cual no quiere decir que reconocemos públicamente.

El escritor es sólo un pobre diablo que trabaja.

Pienso que todos estamos ciegos; ciegos que pueden ver, pero no miran…

 

Un hombre camina leguas y leguas durante una vida y de ésas no aprovechó más que fatiga y heridas en los pies, cuando no en el alma, y viene un día en que da apenas seis pasos y encuentra lo que buscaba.

 

La calma de las aguas profundas, apariencia y nada mas.

 

El ser humano no recibió el don de la palabra para ocultar sus pensamientos.

 

Yo no escribo por amor, sino por desasosiego; escribo porque no me gusta el mundo donde estoy viviendo

 

La naturaleza humana está hecha de tan extraña manera, que hasta los más sinceros y espontáneos movimientos del corazón pueden ser inoportunos en ciertas circunstancias.

 

El destino nos espera siempre, por muy amargo que pueda llegar a ser, y eso siempre se sabe cuando es demasiado tarde para cambiar.

 

Si la literatura pudiera cambiar el mundo, ya lo habría hecho

 

El trabajo que se hace soñando no deja obra hecha. Exactamente como en la vida despierta, trabajas, trabajas y trabajas, y un día despiertas de ese sueño o de esa pesadilla y te dicen que lo que has hecho no sirve para nada.

 

Cualquiera ve la diferencia entre un adiós y un hasta luego, y lo que yo vi fue un adiós…

 

El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir

 

Dicen que el tiempo cura las heridas, pero nadie ha vivido lo suficiente para probar dicha teoría.

 

Conocí gente del pueblo engañada por una Iglesia tan cómplice como beneficiaria del poder del Estado y de los terratenientes latifundistas, gente permanentemente vigilada por la policía, gente que durante innumerables veces fue víctima inocente de las arbitrariedades de una justicia falsa.

 

También el frío cuando nace es para todos, pero no todos reciben en la espalda la misma porción.

 

Si uno, para que otro le guste, tuviera que esperar a conocerlo, no le bastaría la vida entera.

 

Qué difícil es separarse de aquello que hemos hecho, sea cosa o sueño, incluso cuando lo hemos destruido con nuestras propias manos.

 

El peor dolor no es el que se siente en el momento, sino el que se siente más tarde cuando no hay nada que se pueda hacer.

 

Sin embargo, el silencio tiene, si le damos tiempo, una virtud que aparentemente lo niega, la de obligar a hablar.

 

¿Qué clase de mundo es este que puede mandar máquinas a Marte, pero queda impasible ante la masacre de seres humanos?

 

Disentir es uno de los derechos que le faltan a la Declaración de los Derechos Humanos.

 

Cada uno es para lo que nació. Así como el colibrí no puede soñar con el potente batir de las alas del albatros contra la violencia del viento ni con el majestuoso aletear del águila real sobre los valles.

 

…Simplemente se le acabó la vida por haber esperado demasiado.

 

Estamos destruyendo el planeta y el egoísmo de cada generación no se molesta en preguntar cómo va a vivir los que vienen después. Lo único que importa es el triunfo de hoy. Esto es lo que llamo la razón de la ceguera.

 

Hasta una simple palabra sobra si es la vida la que está cambiando.

 

Hay cosas que conviene no decir delante de un viejo si no queremos que él se nos ría en la cara.

 

La edad nos trae una buena cosa que es una cosa mala, nos calma, y las tentaciones, incluso las imperiosas, nos resultan menos urgentes.

 

El caos no es más que el orden esperando ser descifrado.

 

La democracia se ha convertido en un instrumento de dominio del poder económico y no tiene ninguna capacidad de controlar los abusos de este poder.

 

Señales y avisos son fáciles de interpretar si estamos con los ojos abiertos.

Las conciencias permanecen en silencio más de lo que deberían.

En nuestro interior hay algo que no tiene nombre, pero eso es lo que somos.

 

La muerte es un proceso natural, casi inconsciente. Entraré en la nada y me disolveré en ella

 

Ahora me gustaría que la vida me diese lo que nunca recuerdo haber tenido, el sabor que realmente tiene.

 

Es el poder económico el que determina el poder político, por lo que los gobiernos se convierten en títeres políticos del poder económico.

 

Nuestra única defensa contra la muerte es el amor.

 

Mientras los pobres esperando el cielo están en la tierra y en ella sufre, los ricos ya viven en el cielo estando en la tierra.

 

El principio. Puro engaño de inocentes y desprevenidos, el principio nunca ha sido la punta nítida y precisa de un hilo, el principio es un proceso lentísimo, demorado, que exige tiempo y paciencia para percibir en qué dirección quiere ir, que tantea el camino como un ciego, el principio es sólo el principio, lo hecho vale tanto como nada.

 

No utilicemos términos que muy probablemente sólo nos perjudicarán en las alegaciones del juicio final.

 

Bien cierto es lo que dice el sabio, mientras no llega tu última hora, todo puede ocurrir, no desesperes.

 

Espero morir como he vivido, respetándome a mí mismo como condición para respetar a los demás y sin perder la idea de que el mundo debe ser otro y no esta cosa infame

 

Las cosas funcional mal si les falta la caricia de la piel humana.

 

Me parece absurdo, Es absurdo, pero ya es hora de hacer algo absurdo en la vida.

 

Nunca se puede tener demasiado cuidado con las palabras, ya que cambian de opinión igual de rápido que las personas.

 

El menor de los males de nuestra civilización es la indiferencia y el mayor la violencia y ahora nos movemos inevitablemente entre ambos polos negativos.

 

El dinero no siempre tiene el mismo valor, al contrario de los hombres que siempre valen lo mismo, todo o nada.

 

Cada segundo que pasa es una puerta hacia el futuro. Pero quizás sea más acertado decir que el futuro es inmenso vacío del cual se nutre el eterno presente.

 

Sólo los pájaros vuelan, y los ángeles, y los hombres cuando sueñan, pero en los sueños no hay firmeza.

 

Hasta que un día el futuro entendió que ya era hora de manifestarse.

Con afecto,

Ruben

 

 

 

 

viernes, 29 de agosto de 2025

Frases sobre la Esperanza

 

Frases sobre la Esperanza







Fuente: Proberbia

Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes.

 

Khalil Gibran (1883-1931) Ensayista, novelista y poeta libanés.

Esperanza

Es necesario esperar, aunque la esperanza haya de verse siempre frustrada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción.

 

Samuel Johnson (1709-1784) Escritor inglés.

Esperanza

En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente.

 

Khalil Gibran (1883-1931) Ensayista, novelista y poeta libanés.

Esperanza

Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol.

 

Martin Luther King (1929-1968) Religioso estadounidense.

Esperanza

Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano.

 

Martin Luther King (1929-1968) Cristiano estadounidense.

Esperanza

La esperanza es el sueño del hombre despierto.

 

Aristóteles (384 AC-322 AC) Filósofo griego.

Esperanza

La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre.

 

Friedrich Nietzsche (1844-1900) Filósofo alemán.

Esperanza

La desesperanza está fundada en lo que sabemos, que es nada, y la esperanza sobre lo que ignoramos, que es todo.

 

Maurice Maeterlinck (1862-1949) Escritor belga.

Esperanza

Es mejor viajar lleno de esperanza que llegar.

 

Proverbio japonés

Esperanza

La esperanza y el temor son inseparables y no hay temor sin esperanza, ni esperanza sin temor.

 

François de La Rochefoucauld (1613-1680) Escritor francés.

Esperanza

Al deseo, acompañado de la idea de satisfacerse, se le denomina esperanza; despojado de tal idea, desesperación.

 

Thomas Hobbes (1588-1679) Filósofo y tratadista político inglés.

Esperanza Deseo 

La esperanza hace que agite el naufrago sus brazos en medio de las aguas, aún cuando no vea tierra por ningún lado.

 

Ovidio (43 AC-17) Poeta latino.

Esperanza

La esperanza, no obstante sus engaños, nos sirve al menos para llevarnos al fin de la existencia por un camino agradable.

 

François de La Rochefoucauld (1613-1680) Escritor francés.

Esperanza 

Salen errados nuestros cálculos siempre que entran en ellos el temor o la esperanza.

 

Molière (1622-1673) Comediógrafo francés.

Esperanza

Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza.

 

Alfred Tennyson (1809-1892) Poeta inglés.

Esperanza

En cada amanecer hay un vivo poema de esperanza, y, al acostarnos, pensemos que amanecerá.

 

Noel Clarasó (1899-1985) Escritor español.

Esperanza

Cada criatura, al nacer, nos trae el mensaje de que Dios todavía no pierde la esperanza en los hombres.

 

Rabindranath Tagore (1861-1941) Filósofo y escritor indio.

Esperanza

Mientras hay vida hay esperanza.

 

Refrán

Esperanza

Un barco no debería navegar con una sola ancla, ni la vida con una sola esperanza.

 

Epicteto de Frigia (55-135) Filósofo grecolatino.

Esperanza

Donde una puerta se cierra, otra se abre.

 

Miguel de Cervantes (1547-1616) Escritor español.

Esperanza 

La esperanza es un árbol en flor que se balancea dulcemente al soplo de las ilusiones.

 

Severo Catalina (1832-1871) Periodista y escritor español.

Esperanza

El sol no se ha puesto aún por última vez.

 

Tito Livio (59 AC-64 AC) Historiador romano.

Esperanza

La misma esperanza deja de ser felicidad cuando va acompañada de la impaciencia.

 

John Ruskin (1819-1900) Crítico y escritor británico.

Esperanza

La esperanza es una virtud cristiana que consiste en despreciar todas las miserables cosas de este mundo en espera de disfrutar, en un país desconocido, deleites ignorados que los curas nos prometen a cambio de nuestro dinero.

 

Voltaire (1694-1778) Filósofo y escritor francés.

Con afecto,

Ruben

 

viernes, 22 de agosto de 2025

Jacob Epstein

 

Jacob Epstein



Joven Epstein


Esculturaautoretrato Jacobo Epstein


J Epstein


(Nueva York, 1880 - Londres, 1959) Escultor inglés, pionero de la escultura moderna. En 1902 viaja a París, donde estudia en la Academia de Bellas Artes y en la academia Julian hasta 1904. Las visitas al Louvre despiertan su interés por la escultura primitiva y antigua. Tras viajar por el continente y visitar Florencia, se traslada a Londres en 1905, y dos años después obtiene la nacionalidad británica.

 

 


 

En 1907 recibe su primer encargo: la talla de dieciocho figuras para la sede de la Asociación Médica Británica en Strand. El énfasis en el desnudo y el tema de la procreación ofenden al público y producen escándalo (las figuras fueron mutiladas en 1935).

 

En 1910 realizó la tumba de Oscar Wilde para el cementerio Père-Lachaise de París. En ella muestra al poeta como un ángel-demonio alado, pero las autoridades se ofenden otra vez por la desnudez de la figura y la cubren de alquitrán. La idea está inspirada en los grandes toros alados asirios del Museo Británico y en el simbolismo exótico del propio Oscar Wilde. Gracias a esta estancia en París, conoce en 1912 a Constantin Brancusi, Pablo Picasso y Amedeo Modigliani.

 

Al año siguiente se establece en Pett Level, Sussex, y durante un periodo de intensa actividad reliza The Rock Drill, una figura mecanicista de escayola de un hombre montado sobre una taladradora. Es una de las obras capitales de la primera escultura moderna. Sus orígenes están en el cubismo y el futurismo, y tiene afinidades con obras de Umberto Boccioni y con los ready-mades de Marcel Duchamp, que aparecieron en el mismo año.

Hay en esta pieza un grado de inspiración e invención que no aparecerá más en la obra de Epstein. El propio Epstein acabaría rechazando esa parte de su imaginación y los motivos que le llevaron a hacer esta escultura unos años más tarde, describiéndola como "una siniestra figura armada de hoy y de mañana... sin humanidad, sólo el terrible monstruo Frankenstein en el que nos hemos convertido".

 

En 1913 se asocia brevemente con el Vorticismo y expone con el grupo de Londres en 1915 la versión original de The Rock Drill; colabora con dos dibujos en el primer número de la revista vorticista Blast. Al año siguiente expone una versión truncada, sin la taladradora neumática, renunciando con ello a una actitud vanguardista. Sus principales encargos durante los años veinte son Rima (1925) para el W. H. Hudson Memorial, en Hyde Park, y las figuras Noche y Día de 1929 para St. James Park, tras lo cual no recibió ningún otro encargo público en veintidós años.

 

A partir de entonces realizaría infinidad de retratos en bronce, de los cuales el más conocido es el de Albert Einstein (1933), retratos en los que continua la tradición romántica del naturalismo expresivo en la línea de Auguste Rodin. Entre sus grandes grupos en bronce están Madonna and Child (1951), para el Convent of the Holy Child, y Saint Michael and the Devil (1957) en la Coventry Cathedral.




Taladro  de Roca


 

Taladro  Roca 

 


Imagen femenina






Berard Shaw bronce   por Jacob Epstein, National PortrBust Gallery, London 



Un niño


Eufemia Lamb


Busto de bronce artista Mac Evoy


Imagen figura arena  Museo Albert Londres 


Escultura Museo Nacional de Walles Inglaterra


Coleccion  arte Ryan  Walsssal



Busto en bronce de una fotografia entrada galeria auto retratos Londres


Busto en bronce retrato esposa de Epstein



Angel Gabriel contra Lucifer




Estudio gatos


La visitacion 1929 Epstein




Cómo citar este artículo:

Tomás Fernández y Elena Tamaro. «Biografia de Jacob Epstein» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/e/epstein.htm [página consultada el 22 de agosto de 2025].

Con afecto,

Ruben