lunes, 30 de diciembre de 2019

El canal de Suez



Suez, Ismailía y Puerto Saíd: un recorrido por el Canal de Suez en su 150 aniversario

PuenteFernadan cerca Ismalia


Egipto siempre ha representado por su situación una encrucijada de culturas. Pero si existe un lugar en el país que simbolice esta aspiración, se trata del Canal de Suez: el punto de encuentro de África y Asia, y donde se funden las aguas del Mediterráneo y el Mar Rojo.
Aunque existieron precursores antiguos que conectaron sendos mares a través del Nilo, el sueño moderno del canal no surgió hasta la campaña militar de Napoleón Bonaparte en Egipto entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. En concreto, fue un grupo de entusiastas franceses, entre los que figuraba el diplomático Ferdinand de Lesseps –quien acabaría siendo su promotor– los que convencieron a las autoridades para asumir la gesta, que se completaría un lejano 17 de noviembre de 1869 tras enormes sacrificios egipcios.
Además de la concesión para el Canal, De Lesseps y su equipo recibieron permiso para levantar asentamientos que facilitaran e impulsaran el proyecto. Y así es como nacieron las ciudades de Puerto Saíd, Ismailía y Suez moderna, tres urbes que a menudo escapan del radar de quienes visitan Egipto a pesar de su histórica trascendencia para el país árabe.
Por desgracia, todas ellas se vieron particularmente afectadas por las guerras que libraron Egipto e Israel desde 1956, año en que el flamante régimen militar egipcio nacionalizó también el Canal. El mayor daño se produjo entre 1967 y 1973, período en el que las tres ciudades fueron a la par evacuadas. Pero a pesar de ello, las tres conservan aún reliquias que permiten adentrarse en una época tan gloriosa como dramática de la historia egipcia.
El hecho de que hasta hoy Egipto no haya desarrollado el Canal de Suez desde el punto de vista turístico dificulta un poco el recorrido, sobre todo si se incluye Suez. Así que para los que no dispongan del par de días que al menos se requerirían para hacerlo, una excursión de un día a Ismailía o, sobre todo, a Puerto Saíd, son una alternativa suficiente.

Barcos navegando el canal

Partiendo desde El Cairo, Suez es la ciudad que se encuentra más cerca, a unas dos horas de la capital. Esta es la única de las tres que ya estaba esperando cuando el Canal llegó, pero su evolución está íntimamente vinculada a él. Por desgracia, es también la que más sufrió las guerras con Israel, y hoy tiene poco que ofrecer a quienes se acercan a visitarla.
Si aun así se decide pasar por ella, la mejor opción es dirigirse directamente al barrio de Puerto Tawfik, que descansa justo en el extremo donde las aguas del Mar Rojo se adentran hacia el Canal.
Una buena forma de observarlo es desde alguno de los informales cafés que hacen de miradores involuntarios, y resulta aconsejable guardarse la estampa en la retina puesto que no existen muchas oportunidades de ver físicamente el Canal en los demás tramos, debido al eterno recelo con el que lo custodian las fuerzas de seguridad.
Además, Puerto Tawfik preserva algunas antiguas residencias de la época colonial británica que merece la pena contemplar antes de poner rumbo hacia la siguiente ciudad del Canal.
Ismailía es la primera parada que valdrá la pena para quienes no les importe perderse el simbolismo de contemplar la llegada del Canal a Puerto Tawfik. Fundada con este nombre en 1863 en honor al virrey egipcio de la época, Ismail Pasha, fue en esta urbe colonial a orillas del lago Timsah donde se establecerían De Lesseps y la administración del Canal.
El corazón de la ciudad, y sus lugares más señalados, se encuentran en el barrio histórico diseñado por los franceses frente al lago. Su plan urbanístico, trazado en base a cinco partes cuadriculadas iguales, aún puede apreciarse paseando por las calles aledañas a las arboladas plazas de la República y de Mustafá Kemal.
Además, es entre estas calles donde se encuentra el chalet que acogió a De Lesseps, que, aunque no se pueda visitar, merece la pena admirar desde la distancia, puesto que se trata de la única estructura de estas características que queda en la ciudad. Justo en la manzana siguiente debería abrir pronto sus puertas al público el Museo Internacional del Canal de Suez.
Enfrente del chalet de De Lesseps se abre paso un espléndido paseo enjardinado a lo largo de un pequeño canal de agua dulce que recorre el barrio histórico por debajo y conduce hacia el Museo de Ismailía, fundado en 1934 por ingenieros de la Autoridad del Canal de Suez para exhibir objetos antiguos que se encontraron durante su construcción.
Aunque el museo resulta prescindible para quienes estén saturados de la Edad Antigua, las serenas calles de su alrededor esconden elegantes villas de finales del siglo XIX que dibujan una imagen propia de la época colonial por la que merece la pena deambular.
Con el permiso de Ismailía, la tercera ciudad del Canal, Puerto Saíd, supone la guinda del pastel. Fundada en 1859 por el virrey Mohamad Said que le dio nombre, la cosmopolita Puerto Saíd se convirtió rápidamente en el segundo puerto más importante de Egipto.
Sin embargo, la ciudad nunca llegó a florecer como se había soñado inicialmente, y más que un crisol de culturas se convirtió en un gran centro de tránsito, como se desprende de las primeras ilustraciones de las aventuras de Tintín en el álbum de Los cigarros del faraón.
A pesar de ello, la ciudad tiene un marcado carácter propio en el que sumergirse. Como en Ismailía, la parte más ilustre de Puerto Saíd se encuentra en las calles de su casco antiguo, por el que resulta fácil perderse observando numerosos edificios de finales del siglo XIX y principios del XX. Algunos están bien renovados, como el magnífico Hotel de la Poste, pero la mayoría están visiblemente ajados por el paso de los años y la falta de cuidado.
Aquí destacan dos tipos de emblemáticas fachadas para admirar. Las primeras, de las que quedan pocos ejemplares, cuentan con verandas de madera de hasta tres y cuatro plantas consideradas únicas en el mundo. Las segundas, que proliferaron siguiendo la prohibición de las anteriores, cuentan con fachadas arcadas inspiradas en la parisina Rue de Rivoli.
Puerto Saíd cuenta también con un largo paseo frente al Canal que permite vagar con reposo mientras se contemplan las mejores vistas que uno puede esperar del anterior y numerosos edificios y monumentos históricos.
En un extremo del paseo se levanta una robusta base que soportó una estatua de De Lesseps hasta su derribe en 1956. Más adelante se erige el peculiar edificio de Simon Arzt, los primeros grandes almacenes de la ciudad, y en el otro extremo descansa el espectacular edificio administrativo de la Autoridad del Canal.
Desde allí, se puede además cruzar el Canal en un ferry gratuito hasta el suburbio de Puerto Fuad. El trayecto en barco, que simbólicamente conecta África y Asia, ofrece no solo una oportunidad única para contemplar el Canal desde dentro, sino a la vez una perspectiva privilegiada de la casa de la Autoridad del Canal y sus célebres cúpulas verdosas.
Las calles arboladas que se abren paso detrás de la mezquita que recibe a los pasajeros del ferry en Puerto Fuad, exhiben también líneas de villas de inspiración francesa que ofrecen una buena estampa de tiempos pasados con los que cerrar la ruta.

El puerto

Con afecto,
Ruben






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