martes, 4 de julio de 2023

Poemas de Magda Portal

 

 

Poemas de Magda Portal









Poesía de Perú



 

Magda Portal (Barranco, 27 de mayo de 1900 – 11 de julio de 1989), fue una poeta, narradora, activista social y miembro fundadora de la APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) al lado de Víctor Raúl Haya de la Torre quien más tarde fundaría un partido, el partido aprista peruano (PAP) en 1930. En este partido militó durante veinte años (1928-1948), pero renunció al no estar de acuerdo con su aparente cambio de orientación hacia posturas según ella más conservadoras. José Carlos Mariátegui elogió su obra poética, y la calificó como la «primera poetisa del Perú». Fue la primera poeta mujer de la corriente vanguardista, no solo del Perú sino de toda Latinoamérica. Destacó además por su activismo social, particularmente a favor de los derechos civiles de las mujeres. Fue la primera representante del feminismo militante en el Perú.

 

Liberación

Un día seré libre, aún más libre que el viento,

será claro mi canto de audaz liberación

y hasta me habré librado de este remordimiento

secreto que me hunde su astilla al corazón.

Un día seré libre con los brazos abiertos,

con los ojos abiertos y limpios frente al sol,

el Miedo y el Recuerdo no estarán encubiertos

y agazapados para desgarrarme mejor.

Un día seré libre… Seré libre presiento,

con una gran sonrisa a flor de corazón,

con una gran sonrisa como no tengo hoy.

Y ya no habrá la sombra de mi remordimiento,

el cobarde silencio que merma mi emoción.

Un día habré logrado la verdad de mi Yo!

 

César Vallejo

César Vallejo se nos fue muriendo

todos los días poco a poco

Se moría a pedazos

 

Primero se murió en Santiago

de Chuco luego en Trujillo

y después

se murió tras los barrotes

de una cárcel de aldea

 

La madre las hermanas

y aquella dulce Rita

de junco y capulí

y el padre hacedor de sus huesos

y nada más

todos fueron muriéndolo

y antes y siempre

la roja llaga del Perú

sangrándole

por todos los costados

 

No podía vivir así

Apurando sus hieles

se fue a París a España

Hambre de ser

de ver el Sol desde otros horizontes

los paisajes los hombres

sus ansias de vivir sus sueños

 

Hambre de pervivir

de vivir y sufrir

por quienes y por todos

Hambre de recrearse aupándose

sobre sí mismo

hambre de hombre integral

 

Nadie sabía mucho de Vallejo

apenas los amigos algunos

los poetas tal vez

que es otra forma de amistad

tal vez los enemigos

¿tenía acaso César enemigos?

pero él seguía con su muerte a pausas

a retazos

moría diariamente sin esperar el día

 

Cuando dejó el Perú

se fue tras de su muerte

 

Imprecación

Que traspasen los Andes sus murallas

viejas de tiempo y de tragedia

que crucen los caminos de los Incas

que recorrió Túpac Amaru

los ríos tumultuosos

los valles y las altas sierras

que hiendan los oídos de los pueblos

arrinconados en su inercia

y se estremezca la raíz profunda

a la sangre del Perú su raza

Hay que decir palabras como puños

en mitin de protesta

palabras como piedras

palabras como flechas

Alzadas a los cielos

semejarán banderas desplegadas

agitadas o tensas

y se oirán en el rugir del viento

por encima del mapa del Perú

y sobre el mar y más allá

señalando la ruta de los hombres

por los senderos nuevos

 

Ciega

Como un Lázaro

envuelta en vahos cálidos

rasgada su mortaja de silencio

 

Pero más tarde habrá perdido toda su sonoridad

—en el ruido de las grandes ciudades

en la angustia de los puertos atravesados de promesas

y en el afán multicolor de

los barcos dejados a prisa—

 

Mas su eco —hebra de seda suave—

atara el corazón al pensamiento

para establecer la corriente del

Recuerdo

 

Obsesión

Vacío que no acabas de llenarte jamás,

veo que me haces, sin querer, avanzar!

 

Pero llegaste

para quien mis brazos

se abrieron en cruz

y las arañas del sueño tejieron

la seda infinita de la amnesia

 

conquistador ilusionado

de mis tribus salvajes de tristeza

donde llevaste la religión de una

alegría nueva como los aeroplanos

sobre las selvas vírgenes

 

Hoy el traje de nuestras almas

es el arcoíris de la sonrisa

 

Arcos

hoy creo todo falso

en este amor de humo

desde los dos estanques

vidriados de tus ojos

donde se inmovilizan mis pupilas

hasta la realidad emocionada

de tus dos manos infinitas

 

solo es verdad la angustia de esta noche

palpable entre mis manos frías

y el llanto que me cae para adentro

y este deseo de pedir perdón

 

¡Ambiguas esmeraldas de mi risa!

Decoración fastuosa de mis cenefas de tristeza

como dos ojos verdes que han visto mucho el mar

y que sienten nostalgias de dormir en su seno

 

Bendita seas Hora

porque afirmas la angustia

de que este amor solo es un sueño.

 

Dudas

tengo una hermana así pequeña

es mi hermana menor

la póstuma de dichas

a veces le adivino los silencios que se extienden

las sonrisas a medias

el miedo que la inunda

¡cuando me ve ya muerta!

¡tantas veces he muerto! ya no recuerdo cuántas

trata de defenderme

y defenderse ella

con su débil afecto intransferible agobiada vencida íngrima

de esperanzas

de cansancios de sueños

los soñados despierta

llega a sentir el peso de la vida y el miedo de mi muerte

¡si pudiera quedarme aún un poco más!

morir y no morir

asida a la ternura a las horas que pasan

como el reloj de arena

solo que nadie invierte su caída y sigue deslizándose sin tregua

¿cómo será cuando no esté mi sombra

mi presencia

mi silencio mi nada

mi paso por la tierra?

ella lo intuye

y tiembla

y no poder decirle

voy a quedarme para siempre

y devolverle el aire

y el aliento

o tal vez no tal vez

lo que ella teme es eso

que no me vaya nunca con esta eternidad

de mis días sin días que pasan como río

profundo sin moverse

apenas

 

Neurosis

Mis nervios vibran, crujen,

mis nervios son cual cuerda

tesante y dolorida

de una caja de música ya vieja.

 

Mis nervios lloran, claman.

Mis nervios dicen: quieta!

a la mano que sigue en el manubrio

dando la vuelta.

 

Y un día, todos juntos,

reventarán con hondo son.

Y quedará vacía

la caja -vieja música bohemia-

del corazón.

 

Círculos violeta

Humareda de angustia hasta ahogar las lágrimas de las estrellas

Caminaba por el camino sin direcciones, estremecida por los fantasmas

de la neurastenia

Y es que en el fondo de las entrañas, con un chisporroteo tenue, sintió

el hervor de una vida que no era la suya

AMOR

Pero es que el Amor encierra la única razón del HIJO?

Ya debiera encenderse dos ojos profundos la ceguera criminal de la

Naturaleza

Para qué?

Todas las noches mirándose en el espejo de su carne —fatigada y enferma

por el proceso lento, se le apretaba el corazón —y hubiera querido, con el

espíritu de rodillas, amanecer como si fuera todo un sueño

¿PARA QUÉ?

Le quemaba el hierro de la pregunta

Sus pulmones mordidos por la tuberculosis, su soledad, su vida sin

objeto, vagabunda en la vastedad hostil de la tierra

Para qué pues el hijo? La prolongación de las lágrimas mudas, del

abandono, del extravío? La prolongación de las miserias del mudo!

Y la negación rotunda no le rasgaba las entrañas

Todos los días hervía un poco más aquel fermento del acaso

De sus ojos brillantes y lánguidos salía a bailarle en las orejas y en la cara

extenuada

Y en verdad sentía como si llevara en su vientre todo el dolor de la

humanidad

Los fantasmas de neurastenia le hundían sus dedos en las cedillas del

cerebro

En sus ojos empezaron a inmovilizarse los paisajes más rojos

 

 

Cuando llegó la hora, cayeron sobre sus pupilas los telones de la indiferencia

Le miró curiosamente —como una muñeca de biscuit

Tenía claridad de aurora en las pupilas, y las carnes suavemente rosadas

—Era una niña

Lloraba —estremeciendo la dulce masa de su carne

Le envolvió en unos trapos y se echó a andar por las calles —como siempre,

no llevaba dirección

Al fondo divisó en su mole blanca, el Hospicio de Huérfanos —Retrocedió

—Incubador de esclavos y asesinos

Caminó en sentido contrario —La masa negra del río, tan profunda y

tan negra, que parecía inmóvil, copiaba al panorama del cielo

Le miró largo rato recostada en un árbol

Después envolvió a la niña en su amplio abrigo, y sencillamente, la arrojó

El río se abrió en un punto para dejar pasar al huésped —y se volvió

a cerrar

Solo un instante se quebraron las estrellas en sus ondas revueltas

La MADRE tomó el regreso a su posada —bañada de indiferencia—

Se insinuaba la aurora —como en los ojos de la niña

Todos los pájaros lloraban


Con afecto,

Ruben

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