lunes, 4 de enero de 2016

El Calendario



El Calendario

 
 
El Calendario es  una cuenta sistematizada del transcurso del tiempo, utilizado para la organización cronológica de actividades. Se trata de un conjunto de reglas o normas que tratan de hacer coincidir el año civil con el año trópico.
Antiguamente, muchos estaban basados en los ciclos lunares, perdurando su uso en el calendario musulmán, en la fecha de varias fiestas religiosas cristianas y en el uso de la semana (correspondiente a las cuatro fases lunares, aproximadamente).
En la actualidad, la mayor parte de los calendarios tienen por referencia el ciclo que describe la Tierra alrededor del Sol y se denominan calendarios solares.
El calendario sideral se fundamenta en el movimiento terrestre respecto de otros astros diferentes al Sol.

Historia

El calendario más antiguo fue encontrado en un monumento mesolítico de Aberdeenshire, Escocia por arqueólogos británicos. Se cree que data de alrededor del año ocho mil a.C., y mide el tiempo a partir de las fases del Sol y de la Luna.
El calendario egipcio surge a principios del tercer milenio antes de Cristo y es el primer calendario solar conocido de la Historia.
El primer año de la era romana, denominado el Año de Rómulo, consistía en diez o doce meses, según la bibliografía que se cite. Censorino, Plutarco y otros manifestaban que al principio el año tenía doce meses, pero debe darse más crédito a Gracano, Fulvio (Nobilior), Varro, Ovidio en varios pasajes de sus Fasti (i.27, 43, iii.99, 119, 151), Gelio (Noct. Att. iii.16), Macrobio (Saturn. i.12), Solino (Polyh. i), Servio (ad Georg. i.43), y otros, que mantenían que el primer año romano tenía solo diez meses.
El principio del año romano no era enero, como es en la actualidad; era en marzo, y llegaba hasta diciembre. Esto es confirmado por el hecho del encendido del fuego sagrado en el templo de Vesta, en el primer día del año, el primero de marzo. Los diez meses del calendario eran llamados Martius, Aprilis, Maius, Iunius, Quintilis, Sextilis, Septembris, Octobris, Novembris, Decembris. La duración de los meses era de treinta y un días para cuatro de ellos (Martius, Maius, Quinctilis y Octobris) y treinta días para los demás, de tal manera que la duración de los meses quedaba en orden sucesivo: 31, 30; 31, 30; 31, 30, 30; 31, 30, 30; con la duración total del año de 304 días.
Más tarde, se instauró el año de Numa, con doce meses y 355 días. Este año fue creado alrededor del 700 a. C. por el segundo rey de Roma, Numa Pompilio. Censorino (c20) cuenta que al año de Rómulo se le adhirieron cincuenta y un días: “se les quitó un día a cada uno de los meses huecos antes nombrados, que entonces sumados hacían 57 días, de los cuales se formaron dos meses, Ianuarius con 29, y Februarius con 28 días. Así todos los meses eran de este modo plenos, y contenían un número impar de días, salvo Februarius, que era el único hueco, y por eso considerado más desafortunado que el resto.", quedando el año de la siguiente manera: Martius, 31 días; Aprilis, 29 días; Maius, 31 días; Iunius, 29 días; Quinctilis, 31 días; Sextilis, 29 días; September, 29 días; October, 31 días; Nouember, 29 días; December, 29 días; Ianuarius, 29 días; y Februarius, 28 días.
Aún de esta manera el año quedaba corto once días respecto al año solar (estacionario), por lo que Numa Pompilio ordenó que se le añadiera un mes cada dos años de 22 días en el segundo y sexto años, y de 23 días en el cuatro y octavo, haciendo un ciclo de ocho años. El mes intercalar era llamado Mercedonius (Plutarco, Numa, 19; Caes. 59). El año romano estaba basado en los ciclos lunares y, según Livio, la relación con los años solares se daba cada 19 años. Este ciclo fue introducido en el 432 a. C. y, aunque este conocimiento carecía de uso popular, era utilizado por los pontífices para los cultos de los dioses.
En 45 a. C. Julio César encargó al astrónomo alejandrino Sosígenes la elaboración de su calendario. Este fijó la duración del año en 365 días y seis horas, cálculo asombrosamente exacto dados los rudimentarios instrumentos de la época, ya que su margen de error fue sólo de 11 minutos y 9 segundos al año, es decir, menos de un segundo por día, pero con el fin de evitar complicaciones, se tomó de 365 días de duración, añadiendo diez días al año de 355 días. Censorino escribió el siguiente texto al respecto: “La confusión fue al final llevada tan lejos que C. César, el Pontifex Maximus, en su tercer consulado, con Lépido como colega, insertó entre noviembre y diciembre dos meses intercalares de 67 días, habiendo ya recibido el mes de febrero una intercalación de 23 días, e hizo así que el año completo consistiera en 445 días. Al mismo tiempo proveyó contra una repetición de errores similares al renunciar al mes intercalar, y al adaptar el año al curso solar. Para ello, a los 355 días del año previamente existente, añadió diez días, que distribuyó entre los siete meses que tenían 29 días, de tal forma que Enero, Sextilis y Diciembre recibieron dos cada uno, y los otros sólo uno; y estos días adicionales los colocó al final de cada mes, sin duda con el deseo de no mover los diversos festivales de aquellas posiciones en cada uno de los meses que durante tanto tiempo habían ocupado. Así, en el presente calendario, aunque hay siete meses de 31 días, los cuatro meses que originalmente poseían ese número aún son distinguibles al tener sus nonas en el quinto día del mes. Por último, en consideración por el cuarto de día que él consideraba que completaba el año, estableció la regla de que, al final de cada cuatro años, un único día debía ser intercalado donde el mes había sido anteriormente insertado, esto es, inmediatamente después de los Terminalia; ese día es ahora llamado el Bisextum.". Bissextum viene de bis-sexto. El 24 de febrero era llamado por los romanos "ante diem sextum Kalendas Martias"; en los años bisiestos, el día 25 era llamado "ante diem bis sextum Kalendas Martias", a diferencia de los años normales, cuando se le nombraba "ante diem quintum Kalendas Martias", dando origen al término bisiesto ("bis sextum", dos veces sexto).
Julio César añadió un día a julio, mes de su nacimiento. Augusto hizo lo mismo con agosto. Ambos días fueron retirados de febrero, que pasó a tener 28. Ante la disminución de este mes con respecto a los otros, el día añadido de los años bisiestos se le concedió a él.
Julio César estableció que el año comenzara el 1 de enero, día en el que los funcionarios del emperador asumían su cargo.2
La imperfección del Calendario Juliano dio pie para que en el año 1582 el Papa Gregorio XIII encargara a Luis Lilio y al jesuita alemán Christopher Clavius la reforma por la cual se creó el Calendario Gregoriano.
Esta reforma tuvo dos aspectos principales. Por una parte, dado que el equinoccio de primavera se había adelantado 10 días, se suprimieron estos para ajustar el ciclo de las estaciones. Este ajuste se llevó a cabo el jueves 4 de octubre de 1582, por lo que el siguiente día se consideró viernes 15 de octubre. Además para conseguir que este resultado pudiera mantenerse en el futuro, se acordó que los años bisiestos cuyas dos últimas cifras fueran ceros no serían bisiestos, excepto si sus dos primeras son divisibles por cuatro. Así pues de los años 1600, 1700, 1800, 1900 y 2000, que en el calendario juliano son bisiestos, en el gregoriano lo son sólo el 1600 y el 2000, de modo que cada cuatro siglos quedan suprimidos tres días.
Este calendario fue gradualmente adoptado por varios países y es en la actualidad el calendario cívico más utilizado en el mundo.

¿Cuál es el origen del calendario actual?

Desde los primeros calendarios solares, se ha buscado solventar el desajuste temporal ocasionado por la duración de la traslación terrestre, de 365 días, 6 horas y 9 minutos.


En las antiguas civilizaciones se empleaba el calendario lunar para calcular el paso del tiempo. La transición entre un mes y otro la marcaba la órbita de la Luna: cuando esta retornaba a su fase inicial, se daba por concluido dicho periodo temporal. Transcurridos 12 meses lunares, se hablaba de un año completo. Tiempo después, surgió la necesidad de tomar en consideración el paso de las estaciones, y se crearon los calendarios lunisolares, que agrupaban los meses lunares en distintos periodos climáticos.

En el Antiguo Egipto, aparecieron los primeros calendarios solares, que medían el tiempo guiado por el movimiento aparente del Sol. Esta innovación permitía fechar el momento exacto de la crecida del río Nilo, fundamental para una sociedad que vivía de la agricultura.
Los astrónomos egipcios sabían que el año duraba 365 días, pero no consideraron esas pocas horas adicionales que no completan un día. El calendario egipcio cargaba por tanto con siglos de desfase, y la oposición religiosa frenaba cualquier atisbo de reforma.

En la época del Imperio romano, el calendario tenía 304 días dispuestos en 10 meses, de modo que los pontífices debían intercalar un undécimo mes cada pocos años para compensar el desajuste temporal. Este, sin embargo, llegó a incrementarse hasta el punto de que el invierno terminó siendo fechado en el otoño astronómico.
Julio César, en el año 46 AC, ordenó una reforma del calendario romano con el fin de ajustar de manera definitiva el año al curso del Sol. El calendario juliano, que retomaba los 365 días divididos en 12 meses del calendario egipcio, fechaba las estaciones y sus fiestas romanas correspondientes concordando con el momento astronómico en el que sucedían. Para contrarrestar el desfase, en lugar de intercalar un mes cada X tiempo, se optó por sumar un día cada cuatro años (incluyendo los seculares), lo que originó el concepto de año bisiesto. César tuvo que añadir dos meses ese año, sumando un total de 15, para iniciar su reforma sin retraso temporal ninguno. El emperador alteró también el orden de los meses, situando en primer lugar Enero en vez de Marzo y dando lugar así a la distribución del calendario actual.

No obstante, el calendario juliano no logró solventar el problema en cuestión. La regla por la que se regían los años bisiestos generó un retraso de 10 días en el calendario civil respecto al calendario astronómico.
El Papa Gregorio XIII dictó, el 24 de febrero de 1582, la bula “Inter Gravissimas”, por la que entró en vigor el calendario gregoriano. Esta establecía que el 4 de octubre de 1582 se daría un salto en el tiempo y se convertiría en el 15 de octubre de 1582. Además, se fijaba que habría un año bisiesto cuando el año en cuestión fuera múltiplo de 4, con excepción de los años múltiplos de 100 (exceptuando a su vez los múltiplos de 400, que sí que serían bisiestos). En total, el calendario gregoriano fijaba 97 años bisiestos cada 400 años, en lugar de los 100 que marcaba el calendario juliano. El calendario se adoptó inmediatamente en los países en los que la Iglesia Católica tenía influencia, mientras que los países protestantes, anglicanos y ortodoxos postergaron su implantación durante años o incluso siglos, e incluso algunos continúan llamándolo "calendario juliano" para no reconocer la autoridad de Roma.

El calendario gregoriano, considerado como oficial a nivel global, no logra tampoco una concordancia perfecta entre año civil y año astronómico, ya que la velocidad de rotación y de traslación de la Tierra se va ralentizando y obliga a revisar las fechas una vez cada 3.000 años.
Las aproximaciones del calendario gregoriano tienen un desfase de 1 día cada 3,300 años respecto al año tropical. Sin embargo, debido a la precesión de los equinoccios el error respecto al equinoccio de primavera es de 1 día cada 7,700 años.

La historia de nuestro calendario: Tipos de calendario


Nuestro actual calendario está basado en el calendario juliano impuesto por el emperador romano Julio César (Roma, 12/13 de julio del año 100 a. C. - Roma 15 de marzo del año 44 a. C.) que a su vez procede del que utilizaban los egipcios desde el 4236 a. C. que fueron los primeros en señalar al sol como punto de referencia estableciendo que la tierra tardaba un período de 365 días y, más o menos, un cuarto de día en girar alrededor de éste.

Este sistema de medida del tiempo y las estaciones dividido en días, meses y años se basa, además de en los movimientos de la tierra alrededor del sol, en las apariciones y desapariciones periódicas del astro rey y la luna. Así un día se denominaba al tiempo necesario para que la tierra rotase sobre su propio eje, un mes se calculaba como el período de tiempo que transcurría entre dos lunas llenas o el número de días que la luna tardaba en girar alrededor de la tierra (29.5 días) y un año era el tiempo que la tierra tardaba en girar alrededor del sol (365 días, 5 horas, 48 minutos y 45.5 segundos, o sea, 365 días y un cuarto de día) y se denomina año estacional, tropical o solar.

Cuando Julio César llegó a Egipto en el aproximadamente 49 a. C. y conoció el calendario que utilizaban allí encargó a Sosígenes de Alejandría que diseñase uno nuevo para el imperio.
Este calendario tenía una duración de 365 días y un día adicional añadido cada tres años para compensar el desfase natural por la rotación no sincrónica de la tierra en torno al sol.
 Fue posteriormente César Augusto (Roma, 23 de septiembre del año 63 a. C. del año 14 d. C.) el que realizó una mejora en el calendario romano corrigiendo los cálculos, sumando este día adicional cada cuatro años y añadiéndolo como año bisiesto.

Aunque el calendario juliano era bastante preciso cada 130 años se perdía un día por eso el 4 de octubre de 1582 el Papa Gregorio XIII llevó a cabo otra reforma dando lugar al calendario gregoriano. Este nuevo calendario solucionó el problema que planteaba el hecho de que el año juliano tuviera 11 minutos y 14 segundos más que el año solar. Gregorio XIII, asesorado por el astrónomo jesuita Christopher Clavius promulgó el 24 de febrero de 1582 la bula Inter Gravissimas en la que establecía que al jueves 4 de octubre de 1582 le seguiría el viernes 15 de octubre de 1582. Con la eliminación de estos diez días desaparecía el desfase con respecto al año solar y así se propuso que aquellos años bisiestos que son múltiplos de 100 sólo sumasen un día si también son múltiplos de 400 para evitar que
hubiese demasiados años bisiestos.
Esta reforma gregoriana no llegó a todas partes por igual ya que por aquel entonces la fe dividía Europa. Si bien los católicos implantaron el nuevo anuario en 1582, los protestantes continuaron con el calendario juliano hasta el siglo XVIII y los ortodoxos no aceptaron la nueva fórmula hasta el siglo XX.



El origen de los meses del año
El término mes proviene del latín mensis y es cada uno de los doce períodos de tiempo
(Entre 28 y 31 días) en los que se divide un año y  tiene relación con las doce constelaciones del zodíaco. En un principio en la Roma antigua el año constaba de 10 meses comenzando el año con el mes de marzo (cuando comenzaba la campaña militar) y así los últimos cuatro meses fueron denominados septiembre (séptimo mes), octubre (octavo mes), noviembre (noveno mes) y diciembre (décimo mes).

Enero. Proviene del latín Ianuarius y es el mes dedicado al dios Jano, el dios de los portales y del principio y el final, por esto su imagen se representa con dos caras como las dos caras de una puerta, una mirando al este y la otra al oeste, o sea, por donde sale y se pone el sol. Tiene 31 días.

Febrero. Era el mes dedicado al dios Februs, el dios de la purificación. El 15 de este mes se celebraba la Februalia (fiesta romana de la purificación) que consistía en que los sacerdotes golpeaban a la viandantes romanos con unas tiras de cuero de animales que sacrifican para ello llamadas februas para purificarlos de sus faltas. Tiene 28 ó 29 días (año bisiesto.


Marzo. Del latín martius estaba dedicado al dios Marte, el dios de la guerra.
En la Roma primitiva el año comenzaba precisamente este mes en el que se iniciaban las campañas bélicas. Este mes tiene 31 días.

Abril. Del latín aprilis, que a su vez proviene de “aprire" (abrir) cuando en Roma comienza la primavera y empiezan a abrirse las flores y a desarrollarse la vegetación. Está dedicado a Venus (Apru), la diosa de los jardines, la belleza y del amor. Este mes tiene 30 días.
Mayo. Unos atribuyen su nombre al latín maius en honor a la diosa romana Maya (el primer día de este mes se plantaba un árbol llamado "mayo", símbolo de la primavera) y otros que es un homenaje a los ancianos o protectores del pueblo ya que deriva de la palabra latina majorum que significa mayores. Este mes tiene 31 días.

Junio. Existen también dos versiones sobre el origen de su nombre: la primera dice que proviene de iunius, dedicado a Juno, la diosa protectora de la mujer, el matrimonio y los nacimientos, también diosa del hogar y la otra dice que proviene de juniors y se le dedicó a los jóvenes en oposición a mayo dedicado a los mayores. Este mes tiene 30 días.”.

Julio. Procede de iulius, en honor a Julio César ya que él nació en este mes. Antes de que éste modificara el calendario romano este mes se llamaba quintilis, por ser el quinto empezando desde marzo. Debido a que era la época en que se llevaba a cabo la recolección del trigo se representaba con un segador practicando esta faena agrícola.Tiene 31 días.
Agosto. Del latín augustus, rinde homenaje al emperador Augusto por haber restaurado la república y terminado con las guerras civiles. Consta de 31 días.

Septiembre. Procede del latín septem, es decir, siete porque era el séptimo mes cuando el año empezaba en marzo. Diferentes escenas de vendimia representan este mes dedicado al dios Vulcano.
Octubre. Proviene del vocablo octo que significa ocho ya que era el octavo mes cuando el año comenzaba con el mes de marzo en el antiguo calendario romano. Tanto la vendimia como la siembra, tareas de la época que marca, servían para simbolizarlo. Tiene 31 días.
Noviembre. Del latín novem, o sea nueve. Este mes es de 30 días.
Diciembre. Del latín decem, por ser el décimo mes del antiguo calendario romano en honor a la diosa Vesta, diosa del fuego del hogar. Se lo representaba con un esclavo que llevaba una antorcha encendida en alusión a las fiestas saturnales. Este mes tiene 31 días

Origen de los nombres de los días de la semana

Lunes. Del latín lunae dies, día de la luna. En nuestro calendario cristiano hay un tiempo litúrgico que se rige por el calendario lunar que es la Cuaresma, por este motivo la Semana Santa no se celebra siempre por las mismas fechas.

Martes. Del latín martis dies, día de Marte que era el dios de la guerra.

Miércoles. Del latín mercuri dies, día de Mercurio. Era el dios del comercio y el de los viajeros, por ese motivo sus templos se edificaban a la entrada de los pueblos.

Jueves. Proviene del latín ioviis dies, día de Júpiter, el dios del cielo, de la luz del día y del tiempo atmosférico.

Viernes. Del latín veneris dies, día de Venus, diosa romana del amor.

Sábado. Proviene del hebreo sabbath que significa descanso y para los judíos es el último día de la semana.

Domingo. Del latín dominicus dies, día del Señor. Para los cristianos es tradicionalmente el séptimo día de la semana, aunque en realidad es el primero porque se consagra a Jesucristo que resucitó después del sabbath.

Con afecto,

Rubén         Enero  2016

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario