martes, 4 de junio de 2019

Historia:Protestas de la plaza de Tiananmén de 1989




 

Relatos históricos
¿Qué es la historia? Una sencilla fábula que todos hemos aceptado. (Napoleón)
Protestas de la plaza de Tiananmén de 1989





La plaza de Tiananmén, centro de las protestas.
Las protestas de la plaza de Tiananmén de 1989, también conocidas como la masacre de Tiananmén, la revuelta de Tiananmén o el incidente del 4 de junio (en chino: 六四事件), consistieron en una serie de manifestaciones lideradas por estudiantes en la República Popular China, que ocurrieron entre el 15 de abril y el 4 de junio de 1989. La protesta recibe el nombre del lugar en que el Ejército Popular de Liberación suprimió la movilización: la plaza de Tiananmén, en Beijing. Los manifestantes provenían de diferentes grupos, desde intelectuales que creían que el gobierno del Partido Comunista era demasiado represivo y corrupto, a trabajadores de la ciudad que creían que las reformas económicas en China habían ido demasiado lejos y que la inflación y el desempleo estaban amenazando sus formas de vida. El acontecimiento que inició las protestas fue el fallecimiento de Hu Yaobang.
Tras las protestas y las llamadas del Gobierno pidiendo su disolución, se produjo en el seno del Partido Comunista una división de criterio acerca de cómo responder a los manifestantes. La decisión tomada fue suprimir las protestas por la fuerza, en lugar de acceder a sus reivindicaciones. El 20 de mayo, el Gobierno declaró la ley marcial y en la noche del 3 de junio, envió los tanques y la infantería del ejército a la plaza de Tiananmén para disolver la protesta. Las estimaciones de las muertes civiles varían: 400-800 (CIA), 2600 (según fuentes no identificadas de la Cruz Roja China). El número de heridos se estima entre 100 000 y 1 000 000. En 2017 el Gobierno británico desclasificó un telegrama del, por entonces, embajador británico Alan Donald, en el que asegura que el número de civiles muertos es de unos 100 000-1 000 000.12 Tras la violencia, el Gobierno emprendió un gran número de arrestos para suprimir a los instigadores del movimiento, expulsó a la prensa extranjera y controló estrictamente la cobertura de los acontecimientos en la prensa china. La cruel represión de la protesta de la plaza de Tiananmén causó la condena internacional de la actuación del Gobierno de la República Popular China.
En uno de los últimos días de estas protestas fue tomada la foto ganadora del World Press Photo de 1990, en la cual se muestra a un joven opositor enfrentándose a una columna de tanques, apodado el hombre del tanque.3

Trasfondo
Deng Xiaoping inició la reforma económica china en 1978 y ordenó la represión de las protestas estudiantiles en la plaza de Tiananmén de 1989.
Desde 1978, Deng Xiaoping había liderado una serie de reformas políticas y económicas que conllevaban el establecimiento gradual de una economía de mercado y cierta liberalización política que distendía el sistema establecido por Mao Zedong. A principios de 1989, estas reformas políticas y económicas habían llevado a dos grupos a una insatisfacción con el Gobierno.
El primer grupo incluía estudiantes e intelectuales, los cuales creían que las reformas no eran suficientes y que China necesitaba reformar su sistema político, dado que las reformas económicas solo afectaban a los granjeros y a los obreros de las fábricas. Además, los ingresos de los intelectuales quedaban muy rezagados respecto a los de los beneficiados por las reformas. Estaban descontentos con los controles políticos y sociales que ejercía el Partido Comunista de China. Por añadidura, este grupo conocía la liberalización política emprendida en la Unión Soviética con el nombre de glásnost por Mijaíl Gorbachov. El segundo grupo estaba constituido principalmente por obreros industriales de las ciudades, que creían que las reformas habían ido demasiado lejos. Las reformas económicas habían empezado a causar inflación y desempleo, lo que, juzgaban, amenazaba su forma de vida.
En 1989, el principal apoyo del Gobierno estaba constituido por los campesinos rurales, que habían visto cómo sus ingresos se incrementaban considerablemente durante la década de 1980 como resultado de las reformas del Partido. Sin embargo, este apoyo tenía una utilidad limitada porque los campesinos rurales estaban distribuidos a lo largo de país, y permanecieron desorganizados y con dificultades para movilizarse, en contraste con los grupos urbanos, que estaban organizados en escuelas y unidades de trabajo.
El acontecimiento que encendió la mecha de las protestas fue la muerte, por enfermedad, del ex secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China Hu Yaobang, que había sido expulsado del Gobierno por Deng Xiaoping en febrero de 1987. Hu era visto como un liberal, y su expulsión en respuesta a las protestas estudiantiles de 1987 fue vista como injusta en determinados círculos. Además, la muerte de Hu permitió a los ciudadanos de la República Popular China expresar su descontento con sus sucesores sin temor a la represión política, pues habría resultado extraño expulsar al pueblo del funeral de un ex secretario general del Partido.
Inicio de las protestas

Hu Yaobang (aquí en una foto de 1953), nombrado secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China por Deng Xiaoping en febrero de 1980, era un liberal dentro del partido. Fue relevado de su cargo por Deng en 1986 y su muerte en 1989 desencadenó las protestas de los estudiantes.
Las protestas empezaron como pequeños disturbios, en la forma de oraciones por Hu Yaobang y reivindicaciones para que el partido revisara la visión oficial de la figura de Hu. Las protestas crecieron tras las noticias de enfrentamientos con la policía; los estudiantes creyeron que los medios de comunicación chinos estaban distorsionando la naturaleza de sus actividades, lo que incrementó el apoyo a su protesta. En el funeral de Hu, un gran grupo de estudiantes se encontró en la plaza de Tiananmén y pidió reunirse con el primer ministro Li Peng, ampliamente reconocido como el rival político de Hu, petición que no fue atendida. En consecuencia, los estudiantes hicieron un llamado a la huelga en las universidades de Pekín. El 26 de abril de 1989, un editorial en el Diario del Pueblo, tras un discurso interno hecho por Deng Xiaoping, acusó a los estudiantes de crear tumultos. El discurso enfadó a los estudiantes, y el 29 de abril 50 000 estudiantes acudieron a una de las calles de Beijing, haciendo caso omiso de los avisos disuasorios realizados por las autoridades e insistieron en la retirada de lo dicho en el discurso.
En Beijing, la mayoría de los estudiantes de la ciudad participaron en las protestas con el apoyo de sus instructores y otros intelectuales. Los estudiantes rechazaron las asociaciones oficiales de estudiantes controladas por el Partido Comunista y establecieron sus propias asociaciones. Los estudiantes se veían a sí mismos como patriotas chinos, herederos del Movimiento del Cuatro de Mayo por la «ciencia y la democracia» de 1919. Las protestas evocaban también los recuerdos de las protestas de la plaza de Tiananmén de 1976 que llevaron a la expulsión de la Banda de los Cuatro. Desde sus orígenes en el funeral de Hu Yaobang, considerado por los estudiantes como un defensor de la democracia, la actividad estudiantil se desarrolló gradualmente durante el curso de sus protestas desde protestas contra la corrupción política hasta demandas de libertad de prensa o la reforma del control sobre el Estado por parte del Partido Comunista de China y de Deng Xiaoping, el líder chino de facto. También se realizaron algunos intentos parcialmente exitosos de entrar en contacto con estudiantes y obreros de otras ciudades.
Las protestas iniciales fueron realizadas por estudiantes e intelectuales que creían que las reformas de Deng Xiaoping solo contemplaban medidas económicas de liberalización del mercado y desregulación estatal, mientras que no eran acompañadas de una reforma política en la cual se instaurara la democracia. Pronto atrajeron el apoyo de los trabajadores urbanos, que creían por su parte que las reformas habían ido demasiado lejos. Esto ocurrió porque los líderes enfocaron sus protestas en la corrupción, protesta que ambos grupos ejercían en común, y porque los estudiantes fueron capaces de invocar arquetipos chinos en su beneficio.
En contraste con las protestas de 1987, que fueron realizadas principalmente por estudiantes e intelectuales, las protestas de 1989 consiguieron un amplio apoyo de los trabajadores urbanos, alarmados por la inflación creciente y la corrupción. En Beijing fueron apoyadas por una amplia fracción de la ciudadanía. En otras ciudades como Ürümqi, Shanghái y Chongqing se consiguieron porcentajes similares de apoyo, y más tarde en Hong Kong, Taiwán y las comunidades chinas de Norteamérica y Europa.
Las protestas se intensifican
El 4 de mayo, aproximadamente 100 000 estudiantes y obreros marcharon en Beijing pidiendo reformas para la libertad de expresión y un diálogo formal entre las autoridades y los representantes de los estudiantes. El gobierno rechazó la propuesta de diálogo tal como se les presentaba, mostrándose en cambio dispuesto a hablar con las organizaciones estudiantiles oficiales. El 13 de mayo grandes grupos de estudiantes ocuparon la plaza de Tiananmén y emprendieron una huelga de hambre, pidiendo al Gobierno la retirada de la acusación realizada en el editorial del Diario del Pueblo y que comenzaran las conversaciones con los representantes elegidos por los estudiantes. Cientos de estudiantes siguieron la huelga de hambre y recibieron el apoyo de otros miles de estudiantes y residentes de Beijing, que continuaron las protestas durante toda la semana.
Las protestas y las huelgas empezaron en muchas universidades de otras ciudades, desde donde viajaron muchos estudiantes a Beijing para unirse a las manifestaciones. Generalmente, las manifestaciones en la plaza de Tiananmén mantenían un cierto orden, con marchas diarias de estudiantes de varias universidades de Beijing mostrando su solidaridad con el boicot a las clases académicas y con el desarrollo de las protestas. Algunos estudiantes cantaron La Internacional en varias manifestaciones[cita requerida] y mostraron asimismo su apoyo al socialismo chino, ayudando a la policía a arrestar a tres hombres de la provincia de Hunan que habían lanzado tinta sobre un gran retrato de Mao que se encontraba al norte de la plaza de Tiananmén.4 Uno de estos hombres, Yu Dongyue, permaneció en prisión hasta el 22 de febrero de 2006.5
La estrategia principal de los manifestantes se basó en una huelga de hambre emprendida por un número estimado de entre varios cientos y más de mil estudiantes. Esta huelga alcanzó gran resonancia entre el pueblo chino. Aunque no se observaron huelguistas de aspecto demacrado, una leyenda urbana china, que persiste en la actualidad, dice que algunos de ellos murieron de hambre.6
Se hicieron algunos intentos parcialmente satisfactorios para los propósitos de los manifestantes con el objetivo de negociar con los gobernantes de la República Popular China, que estaban cerca, en los edificios centrales del Partido Comunista en Zhongnanhai. A causa de la visita de Mijaíl Gorbachov en mayo, muchos periodistas de medios de comunicación extranjeros se presentaron en China. La cobertura que realizaron de las protestas fue intensiva y generalmente favorable a los manifestantes, pero pesimista acerca de sus posibilidades de lograr sus objetivos. Hacia el final de las protestas, el 30 de mayo, se erigió una estatua a la diosa de la democracia en la plaza, esculpida por los estudiantes de Bellas Artes, que constituyó un símbolo visual de la protesta para los televidentes que seguían la cobertura de la prensa en todo el mundo.
El Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China, junto con los ancianos del partido (oficiales del Gobierno y del Partido ya retirados pero que aún ejercían influencia política), albergaban, en un principio, la esperanza de que las protestas tendrían una vida corta o que reformas de carácter cosmético satisfarían a los manifestantes. Deseaban evitar la violencia tanto como fuera posible, y confiaron en un principio en el aparato del partido para persuadir a los estudiantes de abandonar la protesta y volver a sus estudios. Una barrera a la acción efectiva fue que el propio líder del Gobierno, Zhao Ziyang, apoyaba muchas de las reivindicaciones de los estudiantes, especialmente las concernientes a la corrupción. Sin embargo, los manifestantes estaban compuestos de grupos diversos con reivindicaciones diversas, lo que dificultó estas primeras medidas. Incluso no estaba claro con quién debía negociar el Gobierno, y cuáles eran las peticiones de los diferentes grupos. La confusión y la indecisión entre los manifestantes se tradujeron así en confusión e indecisión del Gobierno. Los medios oficiales también mostraron esta indecisión en el Diario del Pueblo, alternando entre la simpatía con los manifestantes con su denuncia.
En las altas esferas del liderazgo del partido, el secretario general Zhao Ziyang estaba fuertemente a favor de una aproximación suave a los manifestantes, mientras que Li Peng se mostró partidario del acoso por la fuerza. En última instancia, la decisión de disolver las manifestaciones por la fuerza se tomó por un grupo de ancianos del Partido que veían la posibilidad de abandono del Estado unipartidista como una vuelta al caos de la Revolución Cultural. Aunque muchos no tenían cargo oficial, tenían la capacidad de controlar el ejército, pues Deng Xiaoping era el presidente de la Comisión Militar Central y tenía la capacidad de declarar la ley marcial. Los ancianos del partido creyeron que las protestas duraderas eran una amenaza a la estabilidad del país. Los manifestantes fueron considerados por el Gobierno como una herramienta de los partidarios del «liberalismo burgués», que estarían moviendo las cuerdas en la sombra, y como herramientas de miembros del Partido que buscaban satisfacer sus ambiciones personales.
La disolución

El primer ministro Li Peng declaró la ley marcial y respaldó la intervención del ejército.
Aunque el gobierno chino declaró la ley marcial el 20 de mayo, las manifestaciones continuaron. La huelga de hambre se aproximaba al fin de la tercera semana, y el Gobierno decidió acabar con el asunto antes de que se produjeran muertes. Tras una deliberación entre los líderes del Partido Comunista, se ordenó el uso de la fuerza militar para resolver la crisis, y Zhao Ziyang fue despojado del liderazgo político como resultado de su apoyo a los manifestantes. El Partido Comunista decidió detener la situación antes de que fuera más lejos.
Los soldados y tanques de las divisiones 27 y 28 del Ejército Popular de Liberación fueron enviados para tomar control de la ciudad. Aunque el Gobierno ordenó a todos los civiles de Beijing que permanecieran en sus casas mediante emisiones de televisión y megafonía, las advertencias no fueron tenidas en cuenta y muchos manifestantes pacíficos fueron atacados por los soldados; la violencia ejercida tuvo como resultado enormes bajas civiles y algunas muertes de soldados.78 El gobierno chino atestiguó la muerte de varios cientos de personas.[cita requerida]
La entrada de las tropas en la ciudad recibió la oposición activa de muchos ciudadanos de Beijing, cuya resistencia causó bajas entre los militares. Los ciudadanos construyeron grandes barricadas en las carreteras que ralentizaron el progreso de los tanques, pero la plaza quedó vacía en la noche del 4 de junio, por decisión de los manifestantes. El combate continuó en las calles que rodeaban la plaza, con los manifestantes avanzando repetidamente hacia las tropas armadas del Ejército Popular de Liberación, que respondió con fuego automático. Muchos ciudadanos heridos fueron puestos a salvo por conductores de rickshaws, que se aventuraron en tierra de nadie entre los soldados y la multitud y llevaron a los heridos a los hospitales.
La eliminación de la protesta se vio simbolizada en los medios de comunicación occidentales por la fotografía de un manifestante solitario, tomada el 5 de junio, de pie frente a una columna de tanques, deteniendo su avance. El hombre continuó de pie desafiante frente a los tanques durante media hora antes de ser expulsado del lugar. A pesar de los esfuerzos, hasta el día de hoy los medios de comunicación occidentales han sido incapaces de identificar a la figura solitaria. La revista Time le eligió como una de las cien personas más influyentes del sigo XX. Poco después del incidente, el diario británico Sunday Express le identificó como Wang Weilin, un estudiante de 19 años de edad; sin embargo, la veracidad de esta identificación es dudosa. Bruce Herschensohn, asistente especial del ex presidente de los Estados Unidos Richard Nixon y miembro del equipo de Ronald Reagan, aseguró que fue ejecutado catorce días después de la revuelta por un pelotón de fusilamiento. Jan Wong escribió que este hombre sigue con vida y se oculta en un área rural de China. William Bell, escritor canadiense, asegura en cambio que se llamaba Wang Aimin y fue ejecutado el 9 de junio.
En la propia plaza hubo un debate entre los que, como Han Dongfang, deseaban retirarse pacíficamente, y los que, como Chai Ling, deseaban permanecer en la plaza pese al riesgo de que hubiera un baño de sangre. Los partidarios de la retirada ganaron, y los manifestantes dejaron la plaza. El Gobierno de la República Popular China ha asegurado que no murió nadie en la plaza, un hecho que, de acuerdo con los testimonios de los que estuvieron en la plaza, parece ser técnicamente cierto, pero no habla de las bajas durante la aproximación a la plaza. El número de muertos y heridos sigue siendo un secreto de estado. Un funcionario no identificado de la Cruz Roja china aseguró que hubo 2600 muertos, 2000 ciudadanos heridos y que se perdió contacto con 400 soldados. De acuerdo con las universidades, murieron 23 estudiantes. El Comité Central de Asociaciones Autónomas de la Universidad de Tsinghua habló de 4000 muertos y 30 000 heridos. Chen Xitong, el alcalde de Beijing, informó 26 días tras los acontecimientos de que 36 estudiantes y decenas de soldados murieron, ascendiendo hasta un total de 200 muertos, y 3000 civiles y 6000 soldados heridos.9 Los reporteros extranjeros que estaban en Beijing afirmaron que habían muerto al menos 3000 personas. Se crearon algunas listas de bajas a partir de fuentes clandestinas que hablaban de 5000 muertos.10 Sin embargo, es interesante remarcar que los documentos de la NSA desclasificados en 1999 muestran que la inteligencia estadounidense estimó entre 180 y 500 la cantidad de muertos. De esta forma, las estimaciones del Gobierno chino concuerdan con la estimación oficial estadounidense. Por otra parte, antes de que el Gobierno de Beijing restableciera el control de las noticias en China por completo, una emisión en inglés desde Beijing afirmó que habían muerto al menos 3000 estudiantes. Al mismo tiempo, la Cruz Roja china informó de que su cuenta había alcanzado los 2600 muertos —y seguía incrementándose—. Dado que es imposible obtener acceso a información objetiva debido a la ley marcial, todavía no se han resuelto las discrepancias entre las diferentes fuentes.
Después de la disolución de las protestas de Beijing el 4 de junio, estas continuaron en gran parte de China durante unos días. El Gobierno de la República Popular China fue incapaz de finalizar estas protestas fuera de Beijing sin la pérdida de un número significativo de vidas.
Con afecto,
Ruben



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