lunes, 28 de diciembre de 2020

Túpac Amaru Cacique peruano

 

Túpac Amaru Cacique peruano


 


·        Líder de la mayor rebelión anticolonial que Hispanoamérica en el siglo XVIII.

·        Padres: Miguel Condorcanqui del Camino y Rosa Noguera Valenzuela

·        Cónyuge: Micaela Bastidas (m. 1760-1781)

·        Hijos: Hipólito, Fernando, Mariano

·        Nombre: José Gabriel Condorcanqui Noguera

"Volveré y seré millones"

Túpac Amaru

Túpac Amaru nació el 19 de marzo de 1738 en aldea de Santa Bárbara Surimana, provincia de Tinta, obispado de Cuzco.

Familia

Su padre fue el cacique quechua Miguel Condorcanqui del Camino y su madre la mestiza Rosa Noguera Valenzuela.

Estudios

Estudió en el colegio de San Francisco de Borja, en Cuzco.

Micaela Bastidas

En 1760 se casó con la india Micaela Bastidas, con quien tuvo tres hijos, Hipólito, Fernando y Mariano.

Fue dueño de centenares de llamas y mulas dedicadas al transporte.

Sublevación

Túpac Amaru (serpiente resplandeciente en quechua), se rebeló coincidiendo con la aplicación de las conocidas como reformas Borbónicas que alteraron el orden tradicional del sur andino; se aplicaron nuevas tasas en impuestos, como la alcabala; se pretendió ampliar el tributo indígena a los mestizos; y, entre otras medidas, se establecieron aduanas internas.

Protestaba contra las injusticias de los corregidores y reclamaba para sí el título de Inca heredado de una hija de Felipe Túpac Amaru. Contó con un buen número de seguidores en su levantamiento.

Rebelión

La rebelión comenzó en noviembre de 1780, apresaron al corregidor Antonio Arriaga y lo ejecutaron. La sublevación se extendió por el sur andino y el Alto Perú.

En Cuzco las fuerzas del rey fueron derrotadas en la batalla de Sangarará (18 de noviembre de 1780), aunque la superioridad de las armas realistas acabó desmoronando las huestes indígenas en la batalla de Checacupe (6 de abril de 1781).

Muerte

Túpac Amaru fue capturado y conducido a Cuzco, donde el 18 de mayo de 1781 resultó ejecutado junto a su mujer y dos de sus hijos.

Sabías que...

El cuerpo del cacique

Tras la ejecución de Tupac Amaru, el Virrey ordenó desmembrar y enviar cada parte de su cuerpo a un pueblo de la zona rebelde para dar a la ejecución un valor ejemplificador y sofocar la rebelión.

 

Atahualpa Yupanqui

El Sacrificio de Tupac Amaru

Eran las primeras claridades pintando fantasmas
en las roquedades cerca de Cuzco.
Huyendo de los vientos fríos se diluía la madrugada,
era la hora en que los cantos del gallo
cava la mina del alba.
Sombra de soldados ascendían hacia la meseta,
Ilevando a José Gabriel Condorcanqui,
al jefe de los comuneros de Tinta
el Túpac Amaru
el cacique la de la comunidad quechua,
corpulento, de honda voz vigorosa,
el hombre tierra que decidía por muchos el anhelo de todos:
LIBERTAD.
Entre las peñas,
ponchos escondidos espiaban los movimientos del opresor.
José Gabriel Condorcanqui fue sentado sobre una piedra grande
junto a un poste donde sería ajusticiado
con el procedimiento del vil garrote.
Una cuerda sujetaría su cuello
y el torniquete darfa vueltas y vueltas manejado por el verdugo.
Comenzó la ejecución pero la cuerda se trizó,
quizás gastada.
Muchos años después el poeta Abreu Gómez
transcribiría el comentario de Túpac Amaru:
"hará falta mucha cuerda
para ahorcar a todo un pueblo".
Fue entonces -y ya el sol reinaba sobre las cumbres-
cuando José Gabriel fue sujeto con lazos por sus extremidades
a cuatro caballos cuyos jinetes, a una orden
tirarían hacia los cuatro puntos cardinales.
La honda voz del cacique no pidió ni clemencia ni favores.
Sólo crines al viento del Ande
y un sonido de espuelas prontas a hendir ijares
para cumplir una barbarie, para despedazar un corazón estaqueado.
Un gran testigo, un eterno testigo,
el sol.
Y detrás de las peñas
un puñado de ojos gastados,
desesperadamente fijos en el hombre querido,
en el amado tatai (padre) de los indios comuneros.
De pronto, la orden.
Sin voz que temblara, sin Dios que la enmudeciera,
sin un soplo de alma buena capaz de detenerla.
Y la voz estaIIó como una campana de muerte,
enemiga del sol y de la piedra,
enemiga del verdor y del maíz que se mecía
en las laderas allí abajo.
Ni un cóndor en el aire.
Ni un rastro de vicuña.
Só1o el viento en el Ande.
Concluído el suplicio, recogidos los lazos,
ellos fueron descendiendo la meseta momentos después,
desaparecían entre los pajonales como pumas hartos.
José Gabriel Condocanqui quedó ahí,
como un cántaro roto entre las piedras.
Pero el viento aprendió a decir su nombre y lo repitió por todas las quebradas por todo el Tawantisuyu
-los cuatro rumbos de la América india-
repitió su nombre el viento:
Túpac Amaru
Túpac Amaru
Túpac Amaru.

Con afecto,

Ruben

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