jueves, 6 de octubre de 2022

Federico Barreto : Poemas

 

Federico Barreto




Fuente:  Datos biográficos por Carlos Alfonso Rodríguez Vilca
Universidad San Martín de Porres
 

El 8 de febrero de 1862 nace en Tacna el poeta y periodista Federico Barreto, uno de los brillantes autores románticos que tiene el país. Solo tenía 17 años cuando Chile arremetió contra el Perú, por lo cual, sus cantos y poemas se insuflaron de un hondo patriotismo. Federico Barreto, fue miembro fundador del semanario El Progresista (1886) y del Círculo Vigil (1888), con su hermano José María Barreto, con quien integró el grupo denominado "La Bohemia Tacneña", en cuya revista literaria denominada Letras colaboraron: Rubén Darío, Clemente Palma, José Enrique Rodó, José Santos Chocano, entre otros autores.



Los hermanos Barreto, también dirigieron el periódico La Voz del Sur, una publicación que incomodó a los invasores chilenos porque sembró conciencia regional a través de sus escritos. Durante largos años los Barreto se mantuvieron firmes e indeclinables en la defensa de la soberanía nacional a través de las páginas de su periódico. La poesía y el periodismo fueron sus más profundas pasiones y las herramientas con las cuales defendieron sus ideas.

 

Poemas de Federico Barreto



 

 

POEMA EL BESO

Federico Barreto

Con candoroso embeleso
y rebozando alegría,
me pides morena mía
que te diga... ¿Qué es un beso?

Un beso es el eco suave de un canto,
que más que canto es un himno sacrosanto
que imitar no puede el ave.

Un beso es el dulce idioma
con que hablan dos corazones,
que mezclan sus impresiones
como las flores su aroma.

Un beso es...no seas loca...
¿Por qué me preguntas eso?
¡Junta tu boca a mi boca
y sabrás lo que es un beso!

POEMA EL NIDO VACIO

Federico Barreto

En un tiempo mejor, aquí vivía
el ángel tutelar de mis amores.
A la oración, en estos corredores,
ella, mis versos, repetir solía.

Este era su jardín. Aquí venía,
al despuntar el alba, a coger flores.
¡Bajo este limonero, hoy sin verdores,
nos despedimos para siempre, un día!

Han pasado los años. A su huerto,
ya nadie viene al despuntar la aurora...
¡Desde que ella se fue quedó desierto!;

Un cementerio es su jardín ahora,
y aquí, en las sombras, cuando el día ha muerto,
el alma mía por su ausencia llora...

POEMA ENIGMA

Federico Barreto

Eres un enigma que no tiene clave
te distingues de todas las mujeres,
nadie puede saber si odias o quieres,
sobre tu pecho hay que escribir: ¡Quién sabe!

Tienes algo de fiera y algo de ave,
un día besas y otro día hieres
¿Qué ambicionas? ¿Qué esperas? ¿Qué prefieres?

¡Tanto misterio en la razón no cabe!
Yo quisiera olvidarte y no te olvido;
desearía con ansia aborrecerte,
y nunca a nadie como a ti he querido.

Gozo al mirarte y no quisiera verte
¡Eres mujer mi fruto prohibido!
¡Me das la vida y a la vez la muerte!

POEMA ULTIMO RUEGO

Federico Barreto

Ódiame por piedad, yo te lo pido...
¡Ódiame sin medida ni clemencia!
Más vale el odio que la indiferencia.
El rencor hiere menos que el olvido.

Yo quedaré, si me odias, convencido,
de que otra vez fue mía tu existencia.
Más vale el odio a la indiferencia.
¡Nadie aborrece sin haber querido!

POEMA IDILIO ROTO

Federico Barreto

Hace días, muchos días
que te busco y no te encuentro, que te llamo y no respondes,
que te invoco y no apareces, que te ocultas, que te escondes.
Que se han ido, que se han muerto mis mejores alegrías.

Por no verme ya no quieres asomarte a la ventana,
donde siempre por las noches como un astro aparecías;
donde ayer hablando a solas del presente y del mañana.
¡Seré tuya! ---Me decías.
¡Seré tuya! ---Me jurabas con tus manos en las mías.

¿De qué viene tu desvío? ¿Qué motiva tus enojos?
¿Te ofendí sin yo quererlo? ¿Te agravié sin yo pensarlo?
Si tal hice, por mi daño, tu deber es declararlo,
¡mi deber, caer de hinojos!

Nuestra historia, es una historia de infinitas desventuras;
hay en ella, amada mía
por cada hora de alegría
muchos años de tristeza, muchos siglos de amargura.

Nuestra historia, es una historia
que deleita y martiriza mi memoria. . .
Iba un día caminando, por el mundo, a la ventura,
caminando, caminando como réprobo errabundo. . .
Iba absorto como el Dante al cruzar la selva oscura.

Sobre mi llevaba el peso de un dolor grande y profundo
¡me arrastraba. . .! No podía con mi propia pesadumbre!
De repente, una mañana, te cruzaste en mi camino
y yo al verte me detuve con la faz descolorida. . .
¡Cuán hermosa! Creí que eras un arcángel peregrino
que venía a conducirme a la Tierra Prometida
y a tus pies caí de hinojos con el alma conmovida
y a tus pies caí de hinojos y bendije mi destino.

Muchas horas, muchos días, muchos años, muchos años
paladeando sinsabores,
soportando desengaños,
te seguí por todas partes mendigando tus amores.
En aquellos largos días
de esperanzas y agonías
lloré tanto. . . lloré tanto
que están secos desde entonces, los raudales de mi llanto.

Mi constancia venció al cabo, pudo más que tu desvío,
una noche me escuchaste, te conté toda mi historia
y al decirte que era tuyo, sólo tuyo mi albedrío
que tu amor era mi vida, que tu amor era mi gloria,
que por ti capaz sería
de los hechos más grandiosos, de las cosas más extrañas
advertí con alegría
que una lágrima lucía
como gota de rocío en la flor de tus pestañas. . .

Luego hablaste y me dijiste muchas cosas, muchas cosas,
delicadas, fugitivas, cadenciosas,
y tus frases revolaban vaporosas
de tu boca que semeja el clavel recién nacido
hasta mi alma que es tu nido,
cual bandadas de invisibles, de impalpables mariposas.
De improviso, en el silencio de la noche soberana
resonó cual grito avieso,
el clamor de una campana. . .
¡La hora triste! –murmuraste-- ¡La hora triste! Hasta mañana
Se juntaron enseguida nuestras almas en un beso,
te escapaste de mis brazos y cerraste la ventana. . .

No te he visto desde entonces…! Se diría que te has muerto;
tu postigo está cerrado, tu balcón está desierto. . .
¿En qué celda misteriosa, para mi desconocida,
sin saber por qué has querido
sepultarte en plena vida?
Se diría que te has muerto, que te has ido, que te has ido
a vivir en las tinieblas insondables del olvido. . .

Yo te llamo noche y día
yo te llamo y yo quería
verte al lado mío, como ayer solía verte;
estrecharte entre mis brazos y exclamar con alegría
¡Mía! ¡Mía! ¡Solo Mía!
Mía ahora, mía siempre, hasta el fin, hasta la muerte.
Pero no! Todo deleite llega al fin a ser hastío;
toda dicha degenera en cansancio y sinsabores
y yo ansío;
por tu bien y por el mío,
que no tengan en el mundo este fin nuestros amores!

En tu duelo que es mi duelo,
para ti tengo un consuelo,
yo conozco la manera
de lograr que este cariño, sea eterno, nunca muera. . .
Un enorme sacrificio por desgracia es necesario.
¡No te aflijas! ¡No desmayes! No te muestres abatida.
¿No lo sabes? En la vida
todos sufren, todos lloran, todos tienen su calvario.

Es forzoso separarnos. . . ¿Palideces!
Calma niña tu congoja.
El licor de la ventura
pierde toda su dulzura
si se bebe hasta las heces!
¡Es forzoso separarnos. . . ¡ ¿Has pensado tú lo mismo?
¿Es por eso que te ocultas? ¿Es por eso qué te escondes?
¿Es por eso qué a mis gritos de dolor ya no respondes?
Si así piensas, te perdono mi dolor y tu egoísmo. . .
¡Qué tristeza amada mía!
Nuestra dicha fue en el mundo, fuego fatuo, sombra vana;
cual la rosa del poeta, ni siquiera vivió un día,
duró apenas, lo que dura el fulgor de una mañana.

¡Adiós! Vamos por el mundo, firme el pie, la frente seguida
cada cual por su camino,
cada cual a su destino,
sin la idea de encontrarnos otra vez en esta vida.
¿En qué brazos ángel mío, te echará por fin la suerte?
¿El amor hará que un día, sientas nuevos embelesos?
¿Te querrá alguien en el mundo como yo llegué a quererte?
¿Para quién serán tus labios? ¿Para quién serán tus besos?
¡Adiós! Nada en recompensa de mi enorme amor te pido
solo quiero que estés cierta,
de que nunca! ¿lo oyes? ¡Nunca! Estés viva o estés muerta
te echaré de mi memoria el sepulcro del olvido. . .

No te culpo de mis penas.
No eres tú quien ha tronchado mi ventura. ¡Fue la suerte!...
Fue la suerte que me asedia,
que me tiene declarado duelo a muerte.
Oye amada. . . ¡más que encono por su insólito abandono;
por tu ausencia repentina, por tu hermética clausura,
en mi espíritu despiertas sentimientos de ternura. . .
Y es que sé, y es que comprendo,
que lo mismo que yo sufro;
tú en la ausencia estás sufriendo. . .
Y es que sé, que en el silencio de tu ignota celda oscura
tu suplicio es:¡más enorme! tu dolor es: ¡más horrendo!

Hasta el modo delicado
de apartarse de mi lado
me demuestra tu cariño fervoroso y abnegado.
No quisiste que sufriera
las angustias dolorosas de una eterna despedida
y una noche, por las sombras misteriosas protegida,
te marchaste para siempre sin decirme ¡adiós! –siquiera.
Con los ojos muy cerrados para no verme a la salida
como madre cariñosa que a la luz de la alborada
sale andando de puntillas, sin hacer el menor ruido
de la alcoba inmaculada
donde su ángel blanco y rubio en su cuna está dormido. . .
Tú!. . . esa noche tenebrosa
preparaste silenciosa tu partida;
y mordiendo tu pañuelo para no exhalar un grito,
te marchaste despacito, despacito, despacito. . .
¡Ya sé que no he de verte nunca más en esta vida!

POEMA ANTES QUE TU

Federico Barreto

Sonríes, al pasar, con ironía
Porque me juzgas un rival vencido…
¡Imbécil! la mujer que has elegido,
antes que fuera tuya, ha sido mía.

En sus labios de rosa bebí un día
La esencia del licor apetecido
¿Y tú de qué te ríes? ¿qué has bebido?
¡Las sombras de la copa de ambrosía!

Ella probó en mis brazos la ventura.
Para mí fue flor de su hermosura.
Yo fui sábelo bien su primer hombre.

¿Hoy la posees? No me causas enojos
cuando la besas tú, cierra los ojos
y, bajando la voz dice mi nombre…

POEMA SIN CORAZON

Federico Barreto

Loco de rabia y despecho,
resolví en cierta ocasión,
abrir a mi amada el pecho
y arrancarle el corazón.

Así sabré dije fiero,
si el corazón de la ingrata
que sin piedad me maltrata,
es de piedra o de acero.

La aceche, luego sin calma
y con un largo puñal
rasgue el seno virginal
de aquella mujer sin alma.

Y cuando a mis pies la ví,
un grito horrible lance
¡ y mis manos sepulte,
en la herida que le abrí !

Busque, luego, temerario
dentro de su pecho impío
y su pecho estaba frio,
como el fondo de un osario.

Busque…, busque con tesón
y no halle lo que buscaba;
¡ la mujer que tanto amaba,
no tenía corazón !

 

POEMA AL PERU –

Federico Barreto

¡Patria del corazón! La suerte un día,
te hundió en el pecho con furor la espada,
y hoy, abatida pero no humillada,
pareces un león en la agonía.

Antes, cuando dichosa te veía,
fuiste por mí con entusiasmo amada;
pero hoy, que veo que eres desgraciada
no te amo ya… ¡te tengo idolatría!

¡Oh! ¡Quien pudiera, Patria, quien pudiera
disipar las tinieblas de tu cielo
y sucumbir envuelto en tu bandera!

Yo, tal fortuna es todo lo que anhelo,
¡y que me echen de cara cuando muera,
para besar el polvo de tu suelo!

Con afecto,

Ruben

 

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