Mateo Pumacahua
Mateo García Pumacahua Chihuantito, militar y revolucionario. Nació en 1748 en el pueblo de Chincheros, de Calca (Cuzco). Sus padres fueron don Francisco Pumacahua Inca, gobernador de Chincheros, y doña Agustina Chihuantito; ambos eran naturales del mismo pueblo y pertenecían al ayllu Pongo Ayamarca, de descendientes de los incas. Se presume que Mateo haya estudiado en el colegio de indios nobles de San Francisco de Borja. En 1770, muerto su padre, se hizo con el nombramiento hereditario de cacique y gobernador de Chincheros, bajo el encargo de velar por la fiel práctica de la religión, el mantenimiento del orden y las buenas costumbres, así como la recaudación de los tributos respectivos. Tres años después se le confirió el rango de capitán de indios nobles en la provincia de Urubamba. Alrededor de 1776 debió unirse en matrimonio con doña Juliana Carihuamán, natural del Cuzco, con la cual tuvo cinco hijos: Ignacia, Polonia, Francisco de Paula, Lorenzo y María Eusebia. Como fervoroso realista combatió con denuedo las insurrecciones de indígenas, entre ellas la gran rebelión de Túpac Amaru II de 1780. Le tocó a Pumacahua participar en las operaciones de la segunda columna, mandada por el teniente coronel don Juán Manuel Campero, llevando bajo sus órdenes dos mil indios de Chincheros, Maras y Guayabamba. Así pudo detener la ofensiva de Diego Cristóbal Tupac Amaru en el Valle Sagrado de los incas y contribuir después (enero de 1781) a la derrota del cacique José Condorcanqui en el sitio del Cuzco. Su actuación en el cometido de buscar al fugitivo Tupac Amaru II y su rol desempeñado en la victoria de Checacupe, que selló definitivamente el término de la rebelión, acrecentaron sus méritos. Por ello se le encomendó luego la pacificación de la zona altiplánica del Collao, con el rango de coronel (otorgado a su favor en 1780) y con 180 pesos de sueldo mensual. Mas no sólo recibió premios y títulos, sino también el reconocimiento público del visitador José Antonio de Areche y del virrey Agustín de Jáuregui.
Mateo Pumacahua
Finalizada la rebelión de Túpac
Amaru II, Pumacahua regresó a su hogar en el pueblo de Chincheros y tomó en
arriendo una hacienda en Guayabamba, provincia de Urubamba. Buscando obtener
mercedes, en 1782 dio poder al marqués de Salinas para que expusiera en la
corte todos los servicios que había prestado a Su Majestad. En 1783 Pumacahua
recibió el título de coronel de milicias y en 1794, el rango permanente de
coronel de infantería, con derecho a sueldo. Entre los indios nobles del Cuzco
sale elegido alférez de la ciudad imperial, y como tal presta su juramento el
28 de junio de 1802. En una relación de méritos de 1804 lo vemos solicitar el
grado de brigadier con el puesto de coronel del ejército en actividad, y ademas
la gracia de un hábito de la orden de Santiago y la reducción de de parte del
tributo de doce parientes suyos, a los cuales enumera en el memorial. En marzo
de 1809 contribuye ya económicamente a la causa realista con dos mil quinientos
pesos. Ese mismo año, bajo las órdenes de Goyeneche, participara en las acciones
militares de castigo a las expediciones argentinas al Alto Perú. Llevando el
comando de un ejército de 3 500 hombres marcho al Desaguadero con la finalidad
de restablecer las comunicaciones entre la capital y el ejército de Goyeneche.
El cacique acrecentó su fuerza con las auxiliares de Puno y Arequipa,
tranquilizó a los pueblos, ocupo Sica-Sica y ordenó todos los partidos de los
alrededores. En virtud de estos repetidos logros Pumacahua obtuvo el anhelado
ascenso a brigadier, junto con la presidencia de la real audiencia del Cuzco,
que asumió solemnemente el 24 de setiembre de 1812. Desde este alto sitial le
tocó juzgar a los responsables de la asonada que tuvo lugar en dicha capital en
1813, cuando el abogado Rafael Ramírez de Arellano y treinta personas mas
lanzaron una proclama, negándose a reconocer a las autoridades del municipio,
en virtud del tenor liberal de la Constitución
de Cádiz. A fin de evitar mayores incidentes, el presidente de
la audiencia hubo de intervenir de manera mesurada y prudente.
Lo cierto es que, como resultado de las experiencias vividas y del contacto con
hombres patriotas e ilustrados, Pumacahua experimentará un cambio radical en
sus sentimientos. En medio de atrevidas maledicencias de la gente criolla, que
odiaba su mando por su naturaleza indígena, el cacique abandona la real
audiencia y se retira a la hacienda llamada «Sala» que poseía en Uruquillas.
Aquí es donde lo sorprende la revolución que estalló el 3 de agosto de 1814.
Todo se inició con una riña entre un soldado y un estudiante del seminario de
San Antonio Abad, que generó el ataque del Ejército a esta institución. Bajo la
conducción de los hermanos
José y Vicente Angulo, una turba popular atacó el cuartel en
represalia. De aquí salieron emisarios para invitar a Pumacahua a participar en
la revuelta como presidente de una junta gubernativa, dispuesta a abrazar la
causa de la emancipación. El brigadier-presidente aceptó el cargo y, asesorado
por los Angulo, decidió mandar tres expediciones para abrir un segundo frente de
batalla al ejército realista
del Alto Perú. La primera marchó a Huamanga, al mando del cura
Béjar y Mariano Angulo, y fue derrotada en Huanta; la segunda, al mando del
capitán Manuel Pinedo y el cura Muñecas, marchó hacia el Alto Perú, siendo
derrotada en Chacaltaya. La tercera expedición iba bajo el liderazgo de Vicente
Angulo y el propio Pumacahua, quienes consiguieron ocupar la ciudad de
Arequipa, pero terminaron vencidos en la batalla
de Umachiri el 1 de marzo de 1815. Pumacahua fue tomado
prisionero, cuando intentaba dirigirse al Cuzco, por unos indios de Marangani
que lo condujeron a la presencia del general Juan Ramírez. Éste mandó abrir un
juicio sumario, en el que sin mayor dilación se condenó a muerte a Pumacahua,
lo que se hizo efectivo el 17 de marzo de 1815 en Sicuani. Para escarmiento de
los que se animaran a seguir la bandera de la emancipación, se ordenó enviar la
cabeza de Pumacahua al Cuzco, mientras uno de sus brazos quedó fijado en una
plaza pública de Sicuani. El gran militar y aristócrata nativo tendría entonces
unos 67 años de edad.
Cómo citarnos
López, Carlos y Aguilar, Julia (2016, 3 de junio). Mateo Pumacahua. Historia del Perú. https://historiaperuana.pe/biografia/mateo-pumacahua
Con afecto,
Ruben
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