domingo, 4 de diciembre de 2011

Cuento: Mi Abuelo y yo :Las Montañas azules

Cuento: Mi Abuelo y yo :Las Montañas azules
Las montañas azzules de Sidney

 
Por Rubén Vernal




Solo recuerdo que estaba un poco cansado cuando regrese de mi colegio, y Mauri no estaba en la casa.
 Y  me dirigí como siempre a la cocina a buscar mis galletas, y al abrir el cajón felizmente que encontré el último paquete, la verdad que pensé en mi hermano para compartirlo, pero tenía mucho hambre, y además no sabía a qué hora llegaría el  del colegio, porque seguro que se habría quedado después de la salida para practicar el  béisbol con sus amigos; así que decidí comerme las galletas y dejarle a él mi yogurt.

Luego me fui a la sala para sentarme un rato en el sillón grande, y moví la mesita de vidrio  para hacer más espacio, pero en lugar de sentarme, me recosté en el sofá, y desde allí podía ver mi mochila tirada junto a la puerta de la cocina que  estaba abierta   por lo que veía mis cuadernos y la lonchera vacía, ya que me  había  comido todo lo que mi mami había puesto en ella. La verdad que  no comprendía porque había tenido tanta hambre esa mañana, porque me comí todo antes del segundo recreo. Si tenía más hambre, pensé,  les  podía pedir algo a mis compañeros, después de todo yo muchas veces había hecho lo mismo con ellos; bueno no estaba seguro de haberlo hecho muchas veces, pero qué más daba, ya era tarde para arrepentirse porque ya me había comido todo.
Mientras continuaba echado, me puse a ver a mi alrededor, estaba tan rendido que se me cerraban los ojos de sueño; y lo extraño era de que no sentía el sonido de la computadora en el cuarto de Mauri, tampoco María hacia ruido, Papi estaba volando y no regresaría hasta mañana, mami estaba descansando después de haberme recogido del colegio.

Siempre me alegro de verla a la puerta de la salida del colegio, y ahora más que nunca, porque en su barriga están mis otros dos hermanos que pronto llegaran y alborotaran toda la casa.

Lo último que recuerdo cuando me estaba quedando dormido fue de que me pareció ver a mi abuelo Rubén, el es el papa de mi papi Giancarlo, y no vive con nosotros porque muchos años atrás se fue a vivir a un lugar muy lejano que se llama Australia.
 Todo esto me vino a mi mente cuando al fin cerré mis ojitos y la luz desapareció como cuando se va cerrando los lentes de una cámara de tomar fotos y me quede dormido.

De repente escuche que mi abuelo me llamaba, y oí claramente  que decía: Thiago, no podemos perder más tiempo, solo nos quedan  unas horas para estar juntos y poder llevarte a conocer unos lugares muy bonitos que solo están a tres horas  en carro de mi casa y que se llaman las montañas azules.  Tú sabes bien que los paisajes donde se ven los cerros y montañas  son marrones, pero estos paisajes que te mostrare, a lo lejos se ven de color azul, y cuando ya estas cerca de ellas puedes ver que están cubiertas de verde vegetación, y por supuesto las montañas son marrones.


Ya estábamos cerca de las montañas, así que pare el auto en un mirador, y pudimos apreciar la belleza de las tres  “sisters” que es el nombre como se les conoce a estas tres montañas


Como ya estábamos cerca le tomamos esta foto, y decidimos entrar a lo que se conoce como reserva natural y que tiene miles de hectáreas de bosques, y que se puede caminar a través de senderos que están bien señalizados para que no se pierda la gente dentro de tantos caminos

Como yo ya conocía este lugar, primero nos subimos  al cable  aéreo para ver el extraordinario paisaje colgados de un poderoso cable a cientos de metros de altura; y la verdad es que los dos nos ‘pelábamos’  de miedo porque el viento movía un poco el carro donde estábamos.


Una vez que termino el paseo nos bajamos como Pudimos hacerlo, algo mareados pero hambrientos, y nos fuimos a almorzar al restaurante que es giratorio, pero lo hace muy lentamente, de manera que comiendo el pollo y las papas fritas, podíamos apreciar el paisaje del lugar.
 Eran ya como las 2 de la tarde y entramos a lo que es  la reserva natural de Katoomba  llena de bosques y caminos para caminar por él.
Antes bajamos mediante un funicular o especie de vagón jalado por un cable, para ver las antiguas minas de carbón, y que la verdad fue interesante por lo escarpado del lugar con caídas de aguas.
Antigua mina de carbon




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Luego, lo que hicimos fue que al final de la bajada a las minas de carbón, se podía ir a caminar por el lugar unas tres horas, para después regresar otra vez mediante el funicular y terminar el paseo por ese día.

Sin embargo, una aventura nos esperaba al regreso del paseo.

Los dos caminábamos contentos de ver tantas plantas, arroyos, conejos, aves de colores, mariposas cada cual más linda; y ya había pasado como una hora en la cual nos habíamos adentrado al bosque. Claro que caminábamos siguiendo las señales, pero ya se estaba oscureciendo la tarde, porque los rayos del sol no pueden penetrar en la espesa cubierta que hacen las ramas de los árboles con sus frondosas hojas.

Yo había mirado mi reloj para saber a qué hora habíamos empezado la caminata, y me di cuenta de que en realidad ya habían pasado 2 horas, es decir que nos tomaría otras dos horas más para poder retornar al sitio del funicular y subir los 150 metros que había desde la mina de carbón hasta la salida.

Pero lo otro que me paralizo de miedo, fue darme cuenta de que estábamos perdidos en ese inmenso bosque.
Retome nuevamente mi serenidad, y empecé  a orar en pidiéndole a Dios nos ayudara a encontrar la salida, y por supuesto que te dije de inmediato que nos habíamos perdido, aunque no te dije la historia completa.
 ¿Qué te oculte?  Pues no te dije que yo no tenía la más mínima idea de donde estábamos  ni  como haría para encontrar la salida hacia la mina de carbón.

Era además muy común en esa área que la gente se perdiera si tomaba el camino equivocado. Además por lo extenso del parque y la cantidad de diversos caminos, era muy difícil encontrarse con otras personas para preguntarles por la ruta de la salida.
Otra cosa que me preocupaba era que no teníamos agua ni ropa adecuada en caso que nos tomara más tiempo el poder salir, si es que podíamos.
La temperatura en esos bosques descendía en las noches hasta 2 grados. Para que te des cuenta de que frió te hablo, sería como que te metieras a la nevera de tu casa.


Continuamos por media hora más  dando vueltas por el mismo lugar, hasta que por fin Dios escucho  nuestras  oraciones,  y observe que tu también  movías tus labios al igual que yo; porque escuche voces de dos  personas que hablaban entre ellas, y yo te dije: Thiago, corre conmigo  donde escuchas esas voces; Y así lo hicimos aunque yo en el camino casi me resbale e iba a parar no solo  al otro lado de la montaña  sino junto a San Pedro en el cielo.


Logramos alcanzar a esas dos  personas, las cuales nos explicaron como teníamos que hacer para salir a la senda principal que nos sacaría del lugar.

Nos explicaron que teníamos que regresar, porque la salida era  opuesta por dónde íbamos.

En esto tu resultaste todo un campeón, porque tú fuiste  encontrando los palos con señales de color  rojo que nos empezaron a llevar al camino principal porque  ya se nos hacía más familiar el paisaje.


Cuando nos acercamos al lugar de la vieja mina, nos pusimos a reír de contentos, y trepamos al carro que nos llevaría arriba, dejando de esta manera este natural paisaje.

Nos tomo otro par de horas para regresar a casa, y los dos estábamos rendidos, y mientras yo conducía el auto, tú te pusiste cómodo en el asiento delantero, y  me decías que te había gustado bastante el paseo, pero que sería mejor que no les digamos nada a tu mama para que no se pusiera nerviosa y no vaya a querer que salgamos de paseo solos  en otra ocasión.


Recuerdo que estabas contándome algo acerca de tu perrita, y que querías arreglar tu cuarto para cuando lleguen tus otros dos hermanos, y que Mauri te ayudaría, cuando te quedaste dormido yo te di un beso y te acomode mejor en el asiento con el cinturón de seguridad.


Desperté bruscamente  en el  sillón  donde me había recostado, cuando escuche que Mauricio tocaba el interruptor pidiendo que se le abra la puerta de abajo.
Así que me levante con la sensación de haber comido bastante ese día y también me sentía muy cansado, como si hubiera caminado bastante.

No sé, pero también me pareció que había estado en otro lugar, son quizás rezagos de cansancio de la vida de niño tan agitada que llevo últimamente.
Cuando mi papa  regrese de volar le contare acerca de esta sensación.

Con afecto,
Ruben